Aventura a dedo para aprender del camino

lunes 15 de julio de 2019 | 7:00hs.
Valentín y Leandro en su paso por Candelaria, camino a Iguazú.
Valentín y Leandro en su paso por Candelaria, camino a Iguazú.
Una aventura de hermanos... un pequeño gran salto en la rutina... un renunciamiento pasajero de las comodidades para regresar distintos al punto de partida. Más fortalecidos, con nuevas anécdotas y miradas.
Ese fue el plan de los hermanos Leandro (21) y Valentín (17) Dell’ Orto, oriundos de la ciudad de Concordia, en Entre Ríos, de donde salieron a dedo con el objetivo de recorrer unos 800 kilómetros hasta las Cataratas del Iguazú en Misiones.
El Territorio conoció a los jóvenes mochileros en Candelaria. Estaban a la vera de la ruta pulgar arriba para que un vehículo se ofrezca a acercarlos al destino.
Contaron que pasaron la noche en la casa de una familia candelariense muy amable que escuchó su historia y los alojó y les dio comida caliente.
“Es EL primer viaje que hago a dedo con mi hermano, nos incentivamos mutuamente a conocer Cataratas, se dio la oportunidad ahora en vacaciones, yo, por ser menor de edad saqué todos los permisos ante escribanía”, expresó Valentín sobre la gesta familiar que imaginaron en horas y horas de proyección de su sueño. “La idea era salir a dedo para conocer gente y vivir la experiencia. Juntamos plata vendiendo pastafrola y otros alimentos”, añadió el menor de los hermanos.
“Este viaje para nosotros es cumplir el sueño de conocer un lugar tan maravilloso como las cataratas y es ganar experiencia. Ponernos a prueba también para ver si estamos listos para la vida, sin depender tanto de nuestros padres, de la tarjetas de crédito o eso de estar pidiendo a los padres para salir”, enumeró acerca de las pruebas que intentan sortear.
Para los chicos, salir a la ruta juntos es también fortalecer el vínculo de hermanos y darse fuerza mutuamente.
“Nuestros padres nos quisieron dar dinero, querían ayudarnos y estar seguros de que no nos faltara nada, pero les explicamos que no podíamos aceptar. Que el desafío era andar con lo justo, aprender de ello, que de otra manera el viaje dejaría de tener sentido, y lo entendieron”, continuó Valentín, que tenía a su lado como todo equipaje una ligera mochila.
Relataron que una de las premisas fue salir con lo necesario, sólo algunas mudas de ropa, cubiertos para comer por el camino, elementos de higiene, un abrigo y poco más.
Eso sí, termo y mate no podían faltar. “Es una distancia larga pero bastante accesible, por eso comenzamos así y además estamos ansiosos por conocer las Cataratas y a la gente de Misiones”, expusieron.
Leandro cebó un mate y lo convidó, junto con sus impresiones: “Cada viaje es una experiencia positiva, te llevás amigos, recuerdos de personas buenas que uno va encontrando y quedan los contactos. Es algo mágico. En mi caso, creo que la vida hay que experimentarla en los diferentes matices, aprender que no todo es la comodidad de la casa con un sofá, un celular, televisión, sino emprender otras experiencias como estas aventuras de viajar con sólo lo necesario”.
Indicaron los chicos que aventurarse con poco equipaje tiene sus riesgos como intempestivas tormentas, frío extremo, calor intenso. “Pero el tema es la templanza que te da el atravesar una tormenta y sus rayos, y te das cuenta de que todo pasa y queda atrás, que sale el sol. Y cuando llegas a tu casa y te encontrás con tu familia, tus comodidades, tu cama, no tenés idea de cuánto se valora tener todas esas cosas aunque no sean las mejores, se aprende a valorar lo que uno tiene y a quejarse menos”, comentó Leandro, que es deportista y estudiante autodidacta de marketing digital y negocios por internet.
Los jóvenes contaron que desde chicos disfrutan de socializar con la gente, ya que crecieron vendiendo comida en la calle. “Es una época donde todo es desconfianza, pero no todo es como nos pintan en la televisión, si bien hay que tener recaudos, creemos que hay muchísima gente buena. Los seres humanos debemos convencernos de que hay que dar buenas actitudes, acciones”.
Con gran madurez, aceptaron que muchos pasan de largo por miedo y, a la vez, agradecieron a quienes se toman unos minutos para conocerlos y colaborar con su sueño. “En cada cosa que se emprenda, así sea un viaje hay disfrutar del proceso, si sólo se piensa en la llegada, se pierde el viaje, el paisaje, la gente, las buenas acciones, hay que aprender a disfrutar”, aconsejaron para seguir adelante.