2016-10-30
El comercio y la frontera
¿Y ahora qué hacemos?
Podemos dinamitar el puente.
Mejor no, porque cruzaremos nadando.
Tenemos el alto desafío de convertir el puente y las asimetrías en una fortaleza para el comercio de Posadas y también para el de Encarnación. Acá ganamos todos o no gana nadie.
Pero primero déjeme que le cuente lo que me pasó un día de esta semana.
Fui a encargar un espejo a una vidriería de Posadas. Cuando entré no había ningún cliente, solo un dependiente en la trastienda que hablaba por teléfono sentado en un escritorio plagado de papeles. Mientras esperaba que termine de hablar entró otra persona. Cuando colgó el teléfono saludó al que acababa de entrar y se pusieron a hablar de las musarañas delante de mi cara. Llevaban unos cinco minutos contándose cuestiones relacionadas con sus vidas privadas cuando les dije que me volvía al auto a oír la radio y que me avisen en cuanto terminen. Entonces me pidió perdón y nos pusimos a buscar el espejo que andaba necesitando.
¿Sabe cuál es la verdadera asimetría? Que en Paraguay me hubieran ofrecido el espejo en la vereda, me hubieran hecho rebaja y además me hubieran vendido dos vidrios para la ventana, uno para el botiquín y dos cortadores de vidrio que no necesito y a menos de la mitad del precio que pagué en Posadas.
Ya sé que las cosas no son tan así y que no pasa siempre, pero cuando conté esta historia en una reunión, todos tenían la suya propia. El estado –nacional, provincial y municipal– puede y debe protegernos de las asimetrías provocadas por el estado, pero no puede protegernos de las que provocamos nosotros mismos.
El Territorio en todas sus versiones sirve también para esto: para despertarnos pero también para poner su parte en esta sociedad que integramos con todo el comercio de Posadas. Y digo sociedad porque somos socios en esta empresa que implica publicitar en nuestros medios y también ofrecer productos a los socios del Club El Territorio, en toda la provincia, como lo hacen los vendedores en las veredas de Encarnación. Pero además podemos reclamar juntos a las autoridades, como lo estamos haciendo ahora.
Hay que advertir que casi todos los reclamos consisten en conseguir beneficios impositivos que permitan competir al comercio de Posadas con el de Encarnación. Los beneficios fiscales son buenos para los contribuyentes pero malos para los recaudadores, que para colmo andan muy necesitados de fondos: pedirle al estado que nos baje los impuestos está siendo más difícil que sacarle una muela a mi perro.
Deberían saber los funcionarios que la voracidad fiscal termina con daños mucho peores si provoca la quiebra de empresas o del comercio de una ciudad. Las empresas quebradas no pagan impuestos; al quedar menos serán menos los que deban sostener a un estado que nunca se achica. Así que al estado le costará conseguir los recursos para pagar los sueldos. Y aunque la Nación, la Provincia o el Municipio consigan pagar los sueldos puntualmente, los empleados públicos se los gastarán en Paraguay…
Por Gonzalo Peltzer
gpeltzer@elterritorio.com.ar