El saber no ocupa lugar

sábado 14 de marzo de 2020 | 5:00hs.
José Miérez

Por José Miérez Gerontólogo

A pesar de las crisis deseo participar, en tratar de lograr un mundo mejor y civilización del amor.
Señor presidente de la República Argentina, señor gobernador de la Provincia, colega y amigo, señores intendentes de la provincia de Misiones, sus representantes de los partidos e ideologías políticas: ustedes tienen la oportunidad y  factibilidades de conducir y administrar los bienes propios del Estado: salud, educación, justicia y seguridad.
Comunidad, vecinos, prójimos: Del libro del Dr. Juan Masía Clavel, teólogo jesuita, que ha vivido más de 25 años en Japón, donde fue  director del Departamento de Bioética  en el instituto   de Ciencias de la Vida de la Universidad Sephia y profesor de Bioética y Antropología. “Tertulias de Bioética”, manejar la vida, cuidar a más personas. 
En su pastoral de 1984, los obispos japoneses citan tres clases de abortos: trágicos, dramáticos y a la ligera. De los abortos en situaciones límite dicen: “Hagamos por salvar la vida que está en nuestra mano salvar y, en caso de conflicto, optemos responsablemente por el camino que más respeta la vida”. Para los abortos a la ligera tienen una palabra tajante y breve. Dedican más espacio a la tercera: ni trágico ni a la ligera. Son dramáticos, van acompañados de dudas y sufrimientos, no los podemos justificar, pero hemos de acoger comprensivamente a las personas. “La víctima de aborto no es solo el feto, sino también la madre. La responsabilidad de proteger la vida naciente no carga sólo sobre la mujer, sino también sobre el hombre; no sólo sobre la pareja, sino sobre quienes estamos alrededor”.
¿Hasta qué punto puede un profesional cooperar al mal inevitable? La tensión entre las convicciones morales de un profesional y las políticas de administración publica en el sector en que ese profesional trabaja, suscitan problemas delicados. Hay, sobre todo, dos clases de problemas. En primer lugar, el del profesional que se opone a realizar o a cooperar, en el sentido estricto de la palabra, a una interrupción del embarazo. Esto suele resolverse amparándose en la objeción de conciencia. Un segundo problema más delicado es el relativo a una cooperación en un sentido muchísimo más amplio. Por ejemplo, lo que sucedió hace unos años en los Estados Unidos con la religiosa Agnes Mary Mansour, personalmente opuesta al aborto, pero implicada, por su trabajo de asistencia social, en un organismo público que, a la hora de distribuir recursos de seguridad social –incluidos los costos de aborto-, se preocupaba de que no se discriminase a los más pobres del país.  Hubo conflicto con las autoridades eclesiásticas y, lamentablemente, tuvo que dejar su congregación religiosa, por temor al malentendido de que estaba cooperando a la aprobación social del aborto. Pero hubo obispo y teólogos que la defendieron, apoyándose en que no estaba favoreciendo ni defendiendo el aborto, al que clara y públicamente se había manifestado contraria. Lo que estaba haciendo, dentro de una situación de hecho no deseable y en el marco de una sociedad pluralista, en la que la moral entra en conflicto con las políticas de administración pública, era cooperar a la disminución del mal que estaba en su mano disminuir. 
La realidad de la muerte, sitúa al hombre en el profundo misterio de la vida. La eutanasia es todo tipo de terapia que comporte intencionalmente, directa e indirectamente el adelantamiento de la muerte. 
Los moralistas actuales siguen distinguiendo entre eutanasia positiva y negativa, (directa o indirecta realizada por acción o por omisión). 
El valor de la vida humana, y el valor de morir como alternativa  mejor aquí y ahora frente al vivir. 
“Por eutanasia negativa se quiere decir la omisión planificada de los cuidados que probablemente prolongarían la vida. La eutanasia positiva se refiere a la institución planificada de una terapia encaminada a procurar la muerte antes de lo que sería esperada en otro contexto” (Haring a.c. 143).
Distanasia  es un término acuñado recientemente para referirse a ciertas situaciones médicas creadas por el empleo de una nueva técnica terapéutica, la reanimación. 
Distanasia es la práctica que tiende a alejar lo más posible la muerte, prolongando la vida de un enfermo, de un anciano o de  un moribundo, ya inútiles, desahuciados, sin esperanza humana de recuperación y para ello utilizando no sólo los medios ordinarios muy costosos en sí mismos o en relación con la situación económica de enfermo y su familia.
La adistanasia o antidistanacia, consiste en dejar morir en paz al enfermo sin propiciarle los medios conducentes a retrasar la muerte inminente. 
Espermatogénesis es el proceso en el cual los espermatozoides se producen a partir de células germinales primordiales del hombre. Ovulogénesis es la formación de óvulo. Tanto el espermatozoide como el óvulo son células vivas, y cuando se juntan pasan a formar el huevo o cigoto y busca vivienda, alimentación y abrigo; crece  se desarrolla  hasta nacer. Y se incorpora a la nueva vida para seguir viviendo,  sobreviviendo y conviviendo, hasta que llega el momento de pasar a la otra orilla de la vida eterna. 
La interrupción es aborto, muerte. La intercepción impide la unión, la anidación y la implantación. 
Un criterio evangélico: en la comunidad cristiana querríamos imitar la actitud positiva de Jesús ante la persona y la vida, en vez de quedarnos en lamentaciones y condenaciones o comentarios negativos. Que aprendamos de Jesús de Nazaret a denunciar el mal sin condenar si insultar a quien lo hizo; a comprender a la persona, aunque no justifiquemos sus actos; a formar comunidades testimoniales  en favor de la vida y de la persona, para que todos tengan vida abundante.