Alberto sí pudo

domingo 03 de noviembre de 2019 | 5:00hs.
Alberto sí pudo
Alberto sí pudo
“Unirnos es condición necesaria para pensar en ganarle a Macri”. Con esa convicción, hace un año, el 24 de octubre de 2018, Alberto Fernández salió a recorrer el país y llegó hasta Misiones, para pregonar la unidad del peronismo. En ese momento lo hacía como un militante, que tras reconciliarse con Cristina Kirchner salió a defenderla cuando otros sectores no la aceptaban en sus filas. Entonces sostuvo, en diálogo con este medio, que los límites no los planteaba Cristina, sino que se los planteaban a ella y consideraba que ello era un absurdo porque la ex mandataria nacional era quien más votos acumulaba en el espacio opositor. El límite es Macri, no un compañero, repetía hasta el cansancio.
Tuvieron que pasar siete meses para que se produjera lo inesperado en la política argentina. A quien todos tenían como la firme candidata a la reelección presidencial, daba un paso al costado; un hecho extraño en la política nacional. Fue en mayo de este año cuando Cristina se desprendía de la aspiración al máximo cargo y realizaba una magistral maniobra política, anunciando que en las elecciones se presentaría a vicepresidenta acompañando la candidatura de Alberto Fernández a presidente. La sorpresa inicial daba paso a cómo se había logrado superar las diferencias que mantenía Cristina con este abogado y profesor adjunto del Departamento de Derecho Penal y Procesal Penal de la Universidad de Buenos Aires. Es que Alberto Fernández se había alejado del kirchnerismo en medio del conflicto del campo en 2008. Hasta ese momento, había sido jefe de gabinete cuando Cristina Fernández ganó las elecciones en 2007. Había asumido el cargo en 2003, durante la gestión del fallecido Néstor Kirchner. 
Estando en la función pública con Néstor, según expuso, tuvo cinco ejes, destacando que ninguna acción podía favorecer la impunidad de quienes habían violado los derechos humanos durante la dictadura; no se debía obstaculizar la independencia del Poder Judicial; ninguna acción de gobierno debía provocar mayor endeudamiento, lo que suponía reducir drásticamente los niveles de deuda existentes y superar la condición de deudores morosos; promover el superávit fiscal y comercial, lo que suponía estimular el trabajo y la producción en un sentido exportador, valiéndose de una moneda competitiva; y el gobierno debía eludir las acciones que perpetuaran el sometimiento internacional que Argentina padecía por entonces. En ese punto inscribieron la integración regional, la relación con el FMI y los otros organismos de crédito. 
Todos estos principios son los que hoy también sostiene Fernández en sus discursos. De hecho, en aquella primera incursión en Misiones dejaba en claro que estaba más allá de una tarea de militante y que comenzaba a gestar un plan de gobierno al sostener que anhelaba tener un modelo de país más integrado, en un modelo económico más productivista.
Volviendo al alejamiento del kirchnerismo, había sido muy crítico de la gestión de Cristina. Lo que se pensaba podría ser su costado débil se convirtió en fortaleza al sostener cuestiones con las que no estaba de acuerdo con la ex mandataria, pero además demostró su capacidad de diálogo, lo que lo llevó a concretar acuerdos con los gobernadores, que a su vez con sus triunfos fueron marcando el camino de la victoria. Del mismo modo, en medio de los comicios, se proyectaba una agenda de desarrollo más federal, con los sindicatos, y recuperando importantes referentes del peronismo. 
De esta manera, Alberto Fernández comenzaba a transitar hacia aquel objetivo propuesto de ser un presidente de una gran Argentina. Para ello, debía ganar las elecciones. Primero el Frente de Todos se impuso con contundencia en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso), ganándole por más de 15 puntos a la fórmula del actual presidente Mauricio Macri y a Miguel Ángel Pichetto. 
De nuevo, este peronista de 60 años repetiría el triunfo en primera vuelta, convirtiéndose en el nuevo presidente de los argentinos. Con el claro triunfo aplastaba las aspiraciones de Macri de ser reelecto y de un plan que habían trazado para los próximos años, hasta planificado sobre posibles sucesores, como María Eugenia Vidal. 
Pero quien termina mandato en diciembre sintió la dura derrota en las elecciones de agosto y tras culpar a los argentinos de su propio fracaso electoral, intentó reponerse y dejó de lado la receta de hacer campaña solamente en las redes sociales o concretar timbreos selectivos. Salió a hacer política, cosa de la que tanto renegaban en sus filas. 
Con ese esfuerzo, de la campaña del ‘Sí, se puede’, logró mantener el núcleo duro de simpatizantes y acrecentar votos, pero no le fue suficiente. Como en el fútbol, el resultado de ida había sido contundente a favor de Fernández y por más empeño que le puso Macri, volvió ser derrotado. La claridad del triunfo se ve reflejado en que Fernández obtuvo el triunfo en 18 provincias, contra seis de Cambiemos. Es decir, el mapa del país se pintó de celeste, cuando en las elecciones de medio término del 2017, Macri había expandido el color amarillo en el país. 
Por entonces, en Cambiemos -y el propio Macri- se habían imaginado la renovación de su mandato como un simple trámite administrativo. 
Macri había llegado al poder con menos de 3 puntos de diferencia que le había sacado a Daniel Scioli en el balotaje de noviembre del 2015. Ahora Alberto Fernández le ganó a Macri por 8 puntos en primera vuelta, que traducido a votos son 2 millones más, por lo que está lejos de tratarse de una derrota digna para el líder de Cambiemos, como se intentó instalar. 
Como en cualquier contienda, en política no hay términos medios: o se gana o se pierde. Lo malo es perder. Todavía queda pendiente la autocrítica de todos sus componentes, la UCR, el PRO y la Coalición Cívica, quienes se quedaron con las fotos de las últimas concentraciones. Macri se convierte en el primer presidente argentino que se presentó y no logró la reelección. 
Aquel sábado 18 de mayo, cuándo Cristina decidió comunicar su plan estratégico, Macri y Cambiemos se empezaban a despedir del poder. Toda la campaña oficial estaba diseñada para confrontar con Cristina. Sin ella en primer plano, se les quemaron los papeles y no hubo gurú o marketing que logre tapar los problemas reales que vienen sufriendo la mayoría de los argentinos en estos cuatro años de recetas neoliberales.

Artífice de su propia derrota
Lo sucedido en las elecciones reflejó un contundente rechazo a lo que Macri había hecho, o mejor dicho, dejado de hacer a favor de los argentinos desde que asumió hace casi cuatro años. Por eso puede decirse que fue artífice de su propia derrota electoral. 
Macri llegó al poder prometiendo que doblegaría con facilidad el aumento de precios, pero dejará el Gobierno con casi el 60 por ciento de inflación anual, el doble de cuando había asumido la presidencia, y ubicó al país entre los índices más altos, sólo superado por Venezuela y Zimbabue. Se suma el dólar, que terminó quintuplicando su valor y con ello, la suba de todos los precios y la generación de bolsones de pobreza e indigencia en todo el país. 
A un poco más de un mes de dejar el gobierno, impuso un durísimo cepo al dólar, cuando había sido muy crítico con la gestión anterior respecto a ese tema. Macri, al asumir, había levantado las restricciones que se habían implementado desde 2011. 
Al poner punto final al cepo, el peso se devaluó cerca del 40 por ciento. Ahora volvió sobre sus pasos, pero, como siempre, la medida llegó muy tarde: para entonces, el Banco Central había dilapidado unos 30.000 millones de dólares, es decir, casi el 40 por ciento de las reservas en esa moneda. 
Cuando termine su mandato, Macri será recordado como alguien que prometió traer una lluvia de dólares de inversión en el país, pero la apertura al mundo de la que tanto habló sólo fue aprovechada por inversores especulativos, para concretar la bicicleta financiera o para recurrir al Fondo Monetario Internacional y solicitar el mayor préstamo en la historia, de unos 57.000 millones de dólares, sin que haya certeza sobre adónde fue a parar tanto dinero. 
Lo que se sabe es que la deuda pública argentina aumentó del 53 por ciento en el 2015 al 90 por ciento actual del Producto Interno Bruto (PIB). Será difícil olvidar además la pérdida laboral provocada en su gestión, en cuyo lapso se cerraron alrededor de 21.500 pequeñas y medianas empresas. También Macri dejará como herencia una recesión oficial iniciada en septiembre de 2018. 
Además, acorralado por la crisis, hizo lo mismo que criticaba, pero a medias y sin resultados: desde el congelamiento de tarifas como la nafta -que sigue en suba- hasta el default selectivo o el reperfilamiento de deuda, o como ya se indicó, el control de capitales. 
Aunque los números son todos negativos en la administración de Macri, lo que dejará como positivo es la recuperación y la credibilidad de las estadísticas, uno de los pocos aciertos de la gestión. 
Por ahora, el sueño de la reelección se acabó y dejará la gestión con una delicada salud de la economía y a todos los argentinos repitiendo un escenario similar a gobiernos con similares tendencias ideológicas. El ‘sí, se puede’ esta vez fue para el Frente de Todos.

Con ayuda de las provincias 
Lo cierto es que la gente votó pensando en el bolsillo, en lo que había provocado Macri con la economía. El otro factor de triunfo para Fernández fue el PJ unido y la ayuda de las provincias, para evitar el balotaje. Con los resultados a la vista y al distribuirse el poder en el parlamento argentino, el gobierno necesitará de las provincias tanto de los gobernadores como diputados y senadores para gobernar. El presidente y 24 gobernadores es el desafío propuesto por Fernández, y deberá comenzar a demostrarlo con hechos, atendiendo a las provincias periféricas y no solamente a Buenos Aires, donde ganó Axel Kicillof, que es el candidato propuesto por Cristina. 
Por ahora, el presidente electo mostró algunos gestos de federalismo hacia los gobernadores, como en el encuentro concretado en Tucumán. Está claro que una vez que asuma, las provincias con las que acordó, como el caso de Misiones, estarán aguardando que se cumplan las compensaciones prometidas.

Con apoyo externo
El presidente electo comenzó por su lado a profundizar el armado de lo que será su equipo de colaboradores y pensar en la gestión, como lo comenzó a gestar tras el amplio triunfo en las primarias. Tras su triunfo fue recibiendo el aliento y felicitaciones de diversos mandatarios del mundo, como sucedió con Alemania y otros países, y casi al finalizar la semana de parte del presidente estadounidense Donald Trump. No sólo representó el saludo de cortesía, también se supo que el mandatario norteamericano intercedió ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que ayude a la Argentina a resolver la deuda externa. 
La renegociación del acuerdo con el FMI, forma parte de una de las prioridades del futuro gobierno y en tal sentido, Trump asegura haber instruido a las autoridades del fondo a comenzar el diálogo con la nueva administración nacional. Acá también se tira por tierra aquello de que con este gobierno volvía el aislamiento. Fernández prometió una administración mejorada, y además ya viene remarcando que empieza un gobierno popular que intentará recuperar los derechos perdidos y promete traer alivio, desdolarizando, por ejemplo, las tarifas.

En Misiones, fuerte respaldo    a Fernández
También el Frente de Todos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner obtuvo un contundente triunfo en Misiones, al contar con el respaldo de dos frentes electorales. En porcentajes, representó el 57% del total del sufragio en la provincia, aportado y con la ayuda de las listas encabezadas por Cristina Brítez -quien al igual que Héctor Cacho Bárbaro logró una banca- y por Diego Sartori, con la lista corta de la renovación y actuando de aliado con Alberto Fernández. 
Con estos frentes, lograron frenar el crecimiento de Juntos por el Cambio, que consiguió a través de Alfredo Schiavoni un escaño. 
A su vez, la distribución de bancas en distintos partidos es similar al mapa federal en una cámara donde no habrá hegemonía. Será una combinación de espacios, como se dio en Misiones, que estará compuesto por una referente de La Cámpora, del Partido Agrario y Social y de la renovación, que a su vez se sumará al espacio que ocupan Flavia Morales y Ricardo Wellbach. 
Y, por el lado de Cambiemos, se suma al diputado Luis Pastori. 
De esta manera, la renovación contará en el Congreso Nacional a partir del 10 de diciembre con tres diputados y dos senadores para mantener su independencia en medio de las disputas que se avecinan. 
Por el lado de los dos grandes bloques nacionales,dos representantes de la provincia integrantes del Frente de Todos y dos diputados y un senador nacional por Juntos por el Cambio.