Hacia Colonia del Sacramento

miércoles 14 de agosto de 2019 | 5:00hs.

Por Rubén Emilio Tito García rubengarcia1976@live.com.ar

La Misión de Apóstoles fue la elegida para concretar la urgente reunión pedida por las autoridades de Buenos Aires, y hasta allí se allegaron funcionarios de la ciudad portuaria. 
Los esperaban veintinueve Mburuvichá y veintinueve Padres Principales con sus séquitos de cabildantes junto a los dueños de casa. Es decir, los representantes de los 30 pueblos de la Nación Misionera, intrigados por la abrupta invitación puesto que nunca antes se había organizado cenáculo de manera tan apresurada. Los últimos en llegar fueron los delegados de los ocho pueblos de la margen occidental del Río Paraná, sin mostrar signos de cansancio a pesar del largo y dificultoso viaje. 
Los guerreros de los siete pueblos al oriente del río Uruguay cruzaron el mismo día. 
Establecidos en el aula magna de la Misión, el jefe de la delegación de Buenos Aires, un español de baja estatura flaquito y con cara de ratón asustado, explicó el motivo de la visita tratando que su voz aflautada sonara convincente: 
-Estamos aquí por mandato del Gobernador Don José Garro, para avisaros que necesitamos vuestra ayuda. Verán, colonos lusitanos al mando del gobernador de Río de Janeiro Manuel Lobos, apoyados por soldados reales han creado el pueblo de Colonia del Sacramento en la costa del Río de la Plata, frente a Buenos Aires. Ese lugar pertenece a la Corona española y ellos lo usurparon al no respetar los acuerdos entre ambos imperios. La intención es desalojarlos de allí, pero no contamos con la fuerza suficiente como para emprender tamaña empresa. Además, tememos que nos ataquen en futuro no muy lejano y que tomen la región. Esto sería una calamidad para nosotros, pues así conseguirían la llave de los afluentes del Río de la Plata. 
Buenos Aires es una ciudad de dos mil habitantes sin fuerzas suficientes como para emprender y repeler ataque alguno. Tampoco posee una buena defensa, ni cuenta con fosos circundantes; y el fuerte aún no está terminado. En sus alrededores viven como personal de servicio aproximadamente cuatrocientos aborígenes, trescientos mestizos y trescientos esclavos negros, todos sin instrucción militar. Con el fin de ayudar Córdoba envió trescientos indios y Santa Fe cincuenta; pero seguimos siendo débiles. 
Nuestros baqueanos informaron que llegaron numerosos colonos lusitanos protegidos por unos quinientos soldados fuertemente armados. Para el traslado utilizaron dos barcos, dos bergantines y varios buques menores. En los alrededores tienen, además, unos veinte cañones bien distribuidos. Esas tierras nos pertenecen por estar dentro de los límites jurídicos del tratado de Tordesillas que divide en dos al continente: la margen izquierda a Portugal, la derecha a España-. 
-¿Quiere decir que las dos grandes potencias se dividen estas tierras con todos los elementos de la naturaleza, incluidos los seres humanos?- Saltó el cacique dueño de casa.
El hombrecito cara de ratón tragó saliva, juntó coraje y expresó: 
-Ustedes han defendido con su sangre esta región en la batalla de Mbororé; salvando así que la Banda Oriental, el Paraguay y la Mesopotamia cayeran en manos portuguesas, ahora les pedimos que ayuden a recuperar las tierras profanadas en el sur. Las fuerzas de Buenos Aires son escasas, y los soldados, bisoños y sin experiencia de combate. En cambio ustedes tienen un ejército estructurado que sigue practicando ejercicios militares en el cuartel, y poseen las fuerzas más poderosas de todo el virreinato. 
Por eso de ustedes depende la recuperación-. 
Terminada la explicación del hombrecito, los cabildantes analizaron que si los lusitanos se hacían fuertes en aquel lugar, tarde o temprano atacarían desde el sur a las Misiones. Por ello acordaron atacar antes. 
-Entonces- sonó la voz del Mburuvichá de Concepción, -ordenaremos un regimiento de mil quinientos guerreros montados en mil quinientos caballos, y otra cantidad similar para reserva. Y díganle al señor Gobernador que partiremos apenas terminemos la organización-. 
Y continuó: -Hermanos, el punto de reunión de las tropas que salgan de cada Misión será en la Reducción de Yapeyú. De ahí partiremos bordeando el río Uruguay. 
Cruzaremos por pantanos, arroyos y bajíos en forma organizada, y de allí seguiremos juntos haciendo escala en lugares a determinar hasta llegar al destino que, según cálculos estimativos, será en los últimos días de julio. Ahora vayan con Ñande Yara” ¡y viva la Nación Misionera y Guaraní!