Sarmiento el educador

sábado 09 de marzo de 2019 | 5:00hs.
José Miérez

Por José Miérez Gerontólogo

Extracto del libro Historia de Sarmiento, de Leopoldo Lugones:
“La compasión a la ignorancia y el amor a la verdad, hicieron de Sarmiento un educador.
De ver a los montoneros fanatizados por el mismo caudillaje que explotaba su lamentable condición, y a ciertos mocetones de San Francisco del Monte, lozanos y analfabetos, vínole la idea de enseñarles a leer. Poseía el arte, ya por entonces,  pues cuando era chiquillo, solían llamarlo las relaciones para verlo desempeñarse, premiando su habilidad con agasajos y chucherías. Así llego a formarse solo el futuro inventor –es la palabra– del gran programa de enseñanza popular, novedoso hasta ahora en gran parte. Su concepto experimental de este ramo, basándose, pues en el ejercicio de la vida y la sociedad donde se desarrolló, proviniendo de aquí su importancia singular como educador sudamericano.
El dogma socialista y sus comentadores había formulado al principio que derivaba, a su vez, del liberalismo contemporáneo: educar al pueblo para que pueda ser libre. Así Echeverría en diversos escritos; así Alberdi, propagandista de la enseñanza industrial, por contraposición a la literatura y a la teología de las cátedras coloniales que criticara con su habitual agudeza: “La industria es el calmante por excelencia. En vano llenareis la inteligencia de la juventud de ideas abstractas sobre religión, si la dejáis ociosa y pobre. La industria es el gran medio de moralización. Recordemos a nuestro pueblo que la patria no es el suelo.
Tenemos suelo hace tres siglos, y solo tenemos patria desde 1810. La libertad, como la civilización de que hace parte, es esencialmente artificial, en el sentido que (sic) es la naturaleza cultivada y educada”.
Pero nadie había formulado el programa, que es lo esencial, ni había dado con la práctica, que es el todo. El Manual de Enseñanza encargado a Echeverría por el gobierno de Montevideo es un breviario insustancial de liberalismo catequista.
La enseñanza escolar de los emigrados en Chile fue lancasteriana, o se limitó a la dirección de institutos especiales. La educación popular, o sea el fundamento de la democracia, solo Sarmiento la concibe debidamente".
Dentro de cada viejo está la misma persona que en otro tiempo fue joven (es un dicho popular). Un viejo inseguro es siempre un viejo angustiado, miedoso, impotente, irresoluto, que tiende a negar su realidad y busca siempre a quien echarle la culpa.
La sociedades y los poderes públicos no pueden obligar a la población de la tercera edad a que maduren íntegra y armoniosamente y sentir sabiamente la vida, pero puede legislar para protegerlos.
El comunicarse y dialogar implica capacidad de escuchar y expresarse, dar y recibir, estimular y comprender. 
No solo se debe conocer la receta para cocinar bien, hace falta también haber acumulado experiencias de logros y fallos. El viejo madura en su realidad de ser humano en la medida en que alcanza la sabiduría que le da la categoría de anciano, palabra que viene de latín antenatus, pero su significado simbólico es mucho más profundo, Viejo significa del latín vetus, que significa lo que esta gastado por el tiempo.
Un anciano alegre es la máxima plenitud en este mundo actual. El ser humano comienza su envejecimiento cuando pierde y no puede recuperar su capacidad de sonreír; decía Santo Tomás  que conocer la receta no basta para cocinar bien.
Las palabras sin sentido en un ambiente donde los que más sufren son los más débiles pobres, niños, viejos. Son los discursos que aprovechan los seudos políticos, arribistas y oportunistas que nunca atendieron un viejo.
Lean y relean esta realidad:
   Señor ahora soy una anciana, una pobre pequeña anciana que ya no sirve para nada. Mis ideas se enredan y nadie presta atención a lo que digo. Ellos deciden acerca de lo que es bueno para mí sin consultarme.
Vamos, hay que ser razonable, tú tienes todavía muchas oportunidades, no es necesario que pases todo el tiempo quejándote. Es verdad soy todavía capaz de recorrer todo mi cuarto sin ayuda, puedo mirar a televisión, recibo muchas visitas.
Pero poco puedo hacer con mi vista ya bien debilitada, con mis manos que tiemblan. Extraños invaden mi departamento, mi cocina, mis asuntos. Son casi siempre atentos y delicados, pero no conocen mis hábitos, mis gustos, se atienden a su opinión y siempre están apurados. Ya no estoy aquí en mi hogar, y ya se habla de llevarme a una pensión de ancianos.
Verás, será mejor para ti, estarás bien cuidada, bien acompañada. Hasta en tu evangelio muy poco se trata a los viejos fuera de Ana  y Simeón, pero ellos no están solos, se los escucha. Y yo Señor no aguanto más la fatiga, no tolero más la soledad, sé que para mí todo está acabado y que no me queda más que morir…. Y tengo miedo … donde estas tú, Señor.
El reposar no es igual a cesantía o tiempo vacío y agrego una desgarrante reflexión  de Blas Pascal
Nada le es tan insoportable al ser humano como estar en pleno reposo, sin pasiones, sin quehaceres, sin divertimiento, sin aplicación. Siente entonces su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío. Irresistiblemente surgirá del fondo de su alma el tedio, la maldad, la tristeza, la pesadumbre, el despecho, la desesperación.
A todos los abuelos les corresponde un puesto activo en la construcción de una civilización de amor, ellos no son abuelos descartables.
Debemos aprender a envejecer de tal manera que no vayamos agregando años a la vida, sino perseverando en enriquecer los años con la vida. Debemos también saber que la depresión es un exceso de rememorar el pasado. El estrés es un exceso del presente y la ansiedad es el exceso del futuro.
Ustedes mis queridos docentes, educadores, padres vivan y disfruten el ocio con dignidad. En estos momentos de crisis seamos capaces de siempre tender la mano, pues alguien nos necesita.