El poblamiento del Litoral en el siglo XVIII
viernes 21 de diciembre de 2018 | 5:00hs.
Por Alfredo Poenitz Historiador
En cuanto a la población de estas regiones, un Informe oficial de 1760 nos aporta datos acerca de la situación demográfica. En la jurisdicción de Corrientes existían 1053 familias de españoles, que totalizaban 6420 habitantes. A ellos se les sumaban 1267 indios y 500 esclavos. Sumaban 8187 habitantes. Santa Fe contaba con 872 habitantes en su jurisdicción, de los cuales, las dos terceras partes vivían de las actividades rurales.
Buenos Aires poseía una población cercana a los 26.000 habitantes. Montevideo era habitada por 187 familias, que totalizaban una población de 2263 habitantes, de los cuales “...muchos viven en las chacras y estancias, como en las demás jurisdicciones...”
En ese Informe se totaliza una población de 44.472 habitantes en la Gobernación del Plata, fuera de las Misiones Jesuíticas, cuyo conjunto de treinta pueblos totalizaba 104.184 personas, es decir más del doble de todo el resto. Dos terceras partes de los habitantes se hallaban radicados en el campo donde la producción vacuna comenzaba a crecer en importancia. Los correntinos criaban unas 80.000 cabezas, los santafesinos, 120.000 y los montevideanos 135.000. Se estima, en tanto, que en Buenos Aires existían 300.000 vacunos.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y alentados por la riqueza de los campos abandonados por los charrúas y minuanes, se inició un proceso de ocupación espacial del litoral.
Un Informe de la época del virrey de Loreto, el 4 de agosto de 1785 es elocuente para describir la inmensidad de conflictos que trajo la ocupación de los espacios rurales del litoral en tiempos donde no existía una clara legislación de tierras ni abundaban los agrimensores. Dice allí:
“Antes eran mirados los Ganados con el mayor desprecio y abandono, sobrando los cueros producidos por solo los Mataderos para el consumo de la carga de uno o dos Buques que cuando mas salían al año de estos Puertos y por consiguiente cuidaban muy poco o nada los Hacendados de sus respectivas estancias y miraban con muy superficial atención lo que ahora aprecian y disputan con tanto empeño. Dejó de ser olvidada esta parte de la América…”
Este testimonio muestra cabalmente la transformación económica que se vivía en el Plata a partir de la valorización de la actividad ganadera.
Esta explosiva revolución económica tuvo en los reyes de la dinastía borbónica sus principales gestores, especialmente Carlos III, el más reconocido por la trascendencia de sus obras. En las épocas de su reinado, el Plata fue reforzado militarmente, se abrió el comercio con ultramar y se creó el Virreinato del Río de la Plata en 1776. Desde entonces, el Litoral se abrió al mundo, comenzó la formación de estancias, los pueblos españoles multiplicaron su población.
Sin lugar a dudas, la nueva figura de virreinato y sobre todo la habilitación de los puertos de Montevideo y Buenos Aires al comercio exterior en 1778 trajeron inmediatos resultados, en lo económico, como en lo social. Los artículos introducidos llegaron hasta el Cuyo y el Alto Perú y de allí se extrajo fundamentalmente la plata, iniciándose un circuito comercial entre estas regiones y Buenos Aires.
En el Río de la Plata, la aplicación del reglamento del Libre Comercio de 1778 significó una revolución económica. Entre 1772 y 1776, por ejemplo, habían entrado a Montevideo y Buenos Aires, sólo 35 embarcaciones, mientras que en 1796 llegaron 77. La exportación de cueros, que antes de 1778 era de 150.000 unidades anuales, entre 1779 y 1795 sumó 13.000.000. Un comerciante ligado al puerto de Montevideo narraba asombrado en 1781 que en un solo día, salieron registrados de ese puerto 432.000 cueros en un convoy de 25 embarcaciones. Las nuevas medidas económicas fueron singularmente favorables para las regiones ganaderas, como para los principales puertos, en desmedro de las regiones del interior del Virreinato, productoras de artesanías y vinos. En medio siglo (1760-1810) la población se cuadruplicó. Las zonas ganaderas crecieron explosivamente. La Banda Oriental se multiplicó más de 10 veces y Entre Ríos casi 20 veces. Corrientes, en su zona rural quintuplicó su población. Las Misiones de guaraníes, mientras tanto, y como consecuencia inmediata de la expulsión de los Padres de la Compañía de Jesús, se hallaban en un franco proceso de despoblamiento. Y fue esa población guaraní-misionera huida de los pueblos en decadencia la que aportó el mayor número de nuevos habitantes a la flamante sociedad virreinal. Su población se dispersó hacia las campañas litorales, produciendo, en lo social, un extraordinario fenómeno de mestizaje de su población.
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