Una vedette que dejó las plumas para desnudar su alma

domingo 31 de julio de 2016 | 6:00hs.
Una vedette que dejó las plumas para desnudar su alma
Una vedette que dejó las plumas para desnudar su alma
Lejos de las plumas, los reflectores y los flashes, Beatriz Salomón suspira al recordar aquellas épocas en las que frecuentaba la escena porteña luciendo un tapado de piel, del brazo de los capocómicos Alberto Olmedo o Javier Portales. Su escultural figura, sus labios carnosos pintados de rojo carmesí y su abundante cabellera, formaban parte de un estilo peculiar que la llevó de su San Juan natal a protagonizar varias películas emblemáticas del cine argentino.
El teléfono suena y del otro lado del tubo, el productor José María Muscari le propone formar parte de Extinguidas, una obra en la que junto a otras nueve mujeres, íconos de la década del 80, reflexionan sobre su pasado de gloria y su presente de sombras, en tono de comedia. La Salomón acepta. A los 62 años, prefiere cubrir su cuerpo para desnudar su alma en cada escena.
La obra, cuyo elenco se completa con Noemí Alan, Luisa Albinoni, Adriana Aguirre, Mimí Pons, Silvia Peyrou, Patricia Dal, Naanim Timoyko y Sandra Smith, se presentará esta noche en la capital misionera como parte de su gira nacional. La cita será a las 20 en el Auditorio del Montoya.
En ese marco, El Territorio dialogó con Salomón, quien se mostró satisfecha con la respuesta que está teniendo la puesta teatral a lo largo y ancho del país. “Estamos muy felices haciendo esta comedia, escrita y dirigida por José María Muscari, con la que tuvimos un éxito total durante la temporada de verano, y ahora comenzamos una gira a nivel nacional que ya nos llevó 20 días por el sur, luego recorrimos el norte argentino, bajamos a Córdoba, Rosario y ahora llegamos al Litoral para hacer Chaco, Corrientes y Misiones, siempre con funciones a sala llena”.
De la tierra roja, Beatriz destacó sus paisajes y su gente: “Misiones es una provincia que me encanta. Ahora voy por trabajo pero también lo tomo como un paseo. Las Cataratas las conozco y son maravillosas. Me encantaría volver a visitarlas, pero en esta oportunidad no creo que tenga tiempo”. Asimismo resaltó la importancia de las giras nacionales para nutrir a artistas y espectadores: “El público del interior es muy afectuoso, es muy cariñoso. Cada función que hacemos nos aplauden de pie, nos esperan a la salida del teatro para saludarnos, pedirnos un autógrafo, tomarnos fotos y agradecernos. Agradecen la obra pero también agradecen que llevemos nuestro trabajo a sus ciudades. Es importante que los artistas podamos llegar al interior del país, porque el público del interior no siempre tiene la oportunidad de viajar a plazas como Buenos Aires o Mar del Plata para poder ver obras.”
Tanto en el caso de Beatriz como en el de sus compañeras de elenco, la convocatoria de Muscari les permitió mostrar otro perfil en el que la desnudez del cuerpo fue reemplazada por la del alma. “Este éxito no es venido de arriba. Las diez mujeres que estamos en el escenario fuimos discípulas de grandes como Olmedo, Porcel, Portales y Minguito, entre otros tantos. Somos mujeres que hemos sido símbolos sexuales de las décadas del 80 y el 90, y que hoy tenemos la oportunidad de mostrar nuestro talento. Estamos felices, ahora abrimos nuestros corazones y nuestras almas en escena”.
Antes de aceptar la propuesta que le permitió volver a los escenarios, Beatriz estaba abocada a la crianza de sus dos hijas adoptivas, Noelia y Bettina. En ese contexto, la ex vedette se refirió al proceso de adopción en Argentina y las trabas burocráticas que muchas veces impiden a padres y niños convertirse en una familia. “Pienso que se tienen que agilizar mucho más los trámites, porque hay muchas familias que están predispuestas a tener hijos del corazón. El tiempo no es sólo largo para las familias, sino mucho más para los niños que esperan tener una familia”, señaló.
Descendiente de sirios, Salomón también se animó a opinar al respecto de la guerra que aqueja al país de sus ancestros y expresó sus deseos de paz: “Me parece terrible todo lo que está ocurriendo. Odio la guerra y siempre pienso que tiene que haber paz en el mundo. Ojalá se pueda conseguir”.
Como un ave fénix, Beatriz dejó las plumas, pero solo para resurgir como una artista cuyo talento no tiene fecha de vencimiento.