domingo 15 de julio de 2018 | 2:00hs.
Unos 200 estudiantes universitarios salieron ayer a salvo de una
iglesia en Managua donde estuvieron sitiados por agentes fuertemente
armados, tras operaciones policiales en la capital nicaragüense y la
ciudad de Masaya, que habrían causado tres muertos.
Los universitarios y al menos tres periodistas salieron tras las
gestiones hechas por el cardenal Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico
en el país, Stanislaw Sommertag.
Los estudiantes fueron trasladados a la Catedral Metropolitana de
Managua, donde se reunirán con representantes de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (Cidh).
“Fueron muy momentos difíciles, pero gracias a Dios ya lo pudimos
superar”, dijo el periodista Ismael López, que acompañó a los
estudiantes en el templo toda la noche.
En la iglesia también se refugiaron por unas horas un periodista de The
Washington Post y otro de la BBC. Los universitarios se refugiaron en la
iglesia luego de operaciones policiales en Managua y en Masaya, que
según sacerdotes católicos y activistas de los derechos humanos dejaron
dos civiles y un policía muertos, así como decenas de heridos.
El padre Raúl Zamora confirmó que el templo estuvo bajo fuego durante
más de doce horas, desde que los estudiantes universitarios buscaron
refugio en sus instalaciones luego de una operación policial para
desalojarlos de una universidad que tenían ocupada.
La operación policial fue televisada por medios independientes y
transmitida por los mismos estudiantes a través de las redes sociales.
Hasta el momento la policía no dio su versión sobre los sangrientos
hechos ocurridos.
Históricamente, muchos estudiantes respaldaron al gobierno de izquierda,
pero muchos de esos mismos estudiantes piden ahora la renuncia del
presidente Daniel Ortega, por la violencia ejercida contra los
manifestantes por parte de la policía y bandas de la Juventud Sandinista
que atacan las protestas en un intento de intimidarlos y dividirlos.
En Managua, un joven universitario perdió la vida de un balazo en la
cabeza como producto de un ataque a la iglesia Jesús de la Divina
Misericordia, donde se refugiaron los jóvenes que se encontraban hasta
el viernes en la toma de la universidad.
“Murió hace unos minutos herido de bala esta madrugada que se
resguardaba en la Parroquia Divina Misericordia. ¡Hay que sacar a toda
la gente! ¡Hay que parar esta masacre!”, según el obispo Auxiliar de
Managua, Silvio Báez.
Estado de sitio no declarado pero con represión policial constante
En medio de un estado de sitio no decretado, con policías y
paramilitares que registran vehículos, roban celulares, disparan a los
jóvenes o los sacan violentamente de sus casas, Nicaragua parece inmersa
en una pesadilla de la que no se salvan niños, mujeres ni
periodistas.“Tampoco los sacerdotes”, dice el obispo auxiliar de
Managua, Silvio Báez, quien resultó herido en un ataque de activistas
del gobierno que el 9 de julio irrumpieron en la basílica de la ciudad
de Diriamba para agredir a una comisión religiosa. El suceso fue
registrado por una batería de periodistas y aunque los encapuchados
robaron varias cámaras de televisión, la noticia dio la vuelta al mundo.
En El Vaticano causó consternación, ya que la turba atacó también al
cardenal Leopoldo Brenes y al nuncio Waldemar Sommertag.“Fue inesperado,
algo que nunca habíamos visto en Nicaragua”, afirmó Báez, considerado
la voz más crítica de la Iglesia frente al presidente nicaragüense,
Daniel Ortega, y uno de los obispos mediadores en el diálogo nacional,
ahora estancado, entre el gobierno y la opositora Alianza Cívica.
Los religiosos fueron a Diriamba a rescatar sacerdotes y civiles
sitiados por oficialistas. Insultos, empujones, puñetazos y una herida
de arma blanca en el antebrazo de Báez fueron el resultado del ataque.
El papa Francisco “está informado de lo que pasó y de lo que ocurre en
Nicaragua”, dice Báez, al referirse a la aguda crisis, la más grave de
los últimos 40 años, que en menos de tres meses dejó más de 300 muertos.
El obispo rechaza las teorías que atribuyen la crisis del país a un
complot externo o a una confabulación “de la derecha” para
desestabilizar a Ortega, que gobernó por primera vez entre 1985 y 1990,
retornó al poder en 2007 y fue reelegido en 2011 y 2016.“En Nicaragua
hay un Estado armado que aplica una política de terror contra a un
pueblo desarmado que simplemente se manifiesta pacíficamente”, refutó
Báez.
“En Nicaragua hay una masacre, una persecución contra jóvenes con
listas de nombres en mano, para detenerlos arbitrariamente, para
hacerlos desaparecer e incluso para ejecutarlos”, agregó. Su juicio
sobre el Presidente, un ex guerrillero de 72 años, es implacable:
“Daniel Ortega es un hombre sediento de dinero y hambriento de poder,
que no conoce más lenguaje que el de la conspiración, el cinismo y la
violencia. Se sumó una tradición del poder ejercido como patrimonio
personal, fraudes electorales, corrupción gubernamental y caudillismo
mesiánico”, señaló Báez.
“A lo previo se sumó una millonaria ayuda de Venezuela que no fue al
Estado de Nicaragua, sino a la familia Ortega y sus más allegados”,
afirmó. Según Báez, desde los tiempos de la revolución sandinista
(1979-1990) el Frente Sandinista tuvo una relación de “amor-odio” con la
Iglesia católica. Y si bien Ortega y su esposa, la vicepresidente
Rosario Murillo, saturan sus discursos de retórica religiosa, los
sacerdotes, dice el obispo, “siempre fuimos una presencia incómoda”.
Las tensiones aumentaron cuando la conferencia episcopal aprobó la
discusión de una “ruta hacia la democratización”, presentada por la
coalición opositora en mayo para buscar una salida a la crisis. La
propuesta supone el adelanto de las elecciones de 2021 y la salida de
Ortega del poder. Allí el gobierno rechazó lo que llamó “intento de
golpe de Estado”. Los obispos dijeron que seguirán mediando en el
diálogo por la pacificación.
Detención de un acusado de cinco muertes
Nicaragua notificó a los países miembros de la Organización de Estados
Americanos (OEA) la detención de una persona a la que responsabiliza por
la muerte de cuatro policías y un maestro ocurrida la víspera en un
poblado de nación centroamericana.
El canciller nicaragüense, Denis Moncada, identificó como Medardo
Mairena al detenido en un aeropuerto cuando se disponía a abandonar el
país. “Cometió actos criminales atacando unidades de policía y oficinas
de la alcaldía de Morritos, departamento de Río San Juan, y es
responsable del asesinato y masacre de compañeros policías y un maestro
de primaria”, dijo el diplomático durante una sesión extraordinaria del
Consejo Permanente de la OEA para analizar la crisis en la nación
centroamericana.
Críticas desde la OEA
Venezuela y Nicaragua se opusieron a la celebración realizada el viernes
de una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización
de Estados Americanos (OEA) sobre la crisis nicaragüense. "Lamentamos
que se pretenda convertir en monotemáticas las sesiones del Consejo
Permanente de la OEA sobre el tema de Nicaragua como si no pasaran cosas
en otros sitios", dijo Luis Alvarado, embajador alterno del país
centroamericano en la organización.
Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú y Estados Unidos
patrocinan un proyecto de resolución de ocho puntos que exhorta al
gobierno de Daniel Ortega a apoyar un calendario electoral acordado en
el contexto de diálogo con la oposición.
Las delegaciones expresaron su expectativa de someterlo a votación la
semana próxima.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos reportó esta semana al
menos 264 muertes y 1.800 heridos a raíz de las protestas que sacuden a
Nicaragua desde abril.