Un recorrido por la zona zombie

domingo 15 de julio de 2018 | 6:00hs.
Un recorrido por la zona zombie
Un recorrido por la zona zombie
Para los que no conocen, meterse por primera vez a la “zona de los zombies” en Puerto Iguazú es una experiencia poco agradable, mas bien dolorosa.

Es un cruel apéndice de esa ciudad maravillosa que se vende al mundo. Su gente está ahí, existe, pero pasa desapercibida. Por eso no progresa, a pesar de los años transcurridos desde que se pobló para darle forma a un asentamiento, ahora plagado de construcciones precarias con chimeneas humeantes.

Las necesidades van a la par del deseo de sus habitantes y en la mayoría de los casos, las carencias siempre les ganan a los sueños. Pero entre tanta miseria, los únicos que salen beneficiados son los vendedores de droga, no de marihuana, sino una casi mortal conocida en el Norte de Misiones como ‘pedra’, que es residual de la cocaína y similar al crack en sus efectos, pero más barata, adictiva y extremadamente dañina. Sin ir más lejos, es la causa de la adicción del músico Pity Álvarez, quien fue noticia en los últimos días.

En la zona de los zombies, los adictos se cuentan de a decenas y van por la calle consumidos, amarillentos, con sus labios quemados al igual que sus dedos. Están muertos en vida. De ahí el mote del barrio, que contrasta absolutamente con su nombre original: Libertad. 

El adictivo viaje, a 50 pesos
“Acá, eso se consigue fácil. Todos sabemos dónde y con quién, pero nadie se mete y el que se mete, sufre”, resumió una pobladora del asentamiento que alguna vez supo ser conocido como Libertad,k pero ahora es el punto neurálgico de acopio, comercialización y consumo de pedra.

Su mirada entrega resignación y, a la vez, miedo. “Una sobrina mía está pasando mal con esa mierda”, dijo, agachó la cabeza e inmediatamente preguntó: “¿Ustedes son del diario?”. No esperó respuestas: “Les cuentan todo (a los dealers), hasta con quienes hablamos, por eso no quiero decir nada. Vayan más abajo”, pidió, y se metió otra vez a la casa, estrecha y con al menos cinco criaturas amontonadas en una pequeña pieza sólo iluminada por la luz natural que entra por la ventana.

En menos del minuto que duró el diálogo, la mujer resumió lo que ocurre a diario en esta y otras franjas barriales más vulnerables de Iguazú, como en el barrio Almirante Brown, que conecta con Libertad, poco más alejado el Bicentenario, el Primero de Mayo, Santa Rosa y el costero Riberas del Paraná, por donde se presume que ingresa la droga casi a diario por los innumerables pasos clandestinos (también por los habilitados) existentes en la frontera con Brasil.

La pedra, en ese país, es la pasta base de cocaína, denominada como tal únicamente por su procedencia. Es barata, pero cara en sus efectos nocivos, que se mete directo a las bocas de expendio, dando inicio a una creciente cadena de consumo y adicción que está haciendo estragos en Iguazú, pero avanza firme hacia otras localidades cercanas.

Foco del pueblo
Conocedores de la preocupante situación -poco atendida hasta ahora- explicaron que, como es una droga sólida, cada fracción de un gramo tiene un costo de 50 pesos. Se consume fumando con una pipa casera (de plástico o metal) cubierta en parte con papel aluminio y su efecto dura entre diez y quince minutos.

Es tan adictiva que los consumidores replican la dosis decenas de veces, convirtiéndose en una especie de moribundos, pero, en paralelo, ofreciendo buenas ganancias a los vendedores, que como consecuencia amplían sus redes.

“Se los ve fisurados a cualquier hora y cada vez son más. La situación empeora sin que alguien se ocupe de hacer algo en serio, más allá de la Policía, que explota un punto de venta, pero se abren cuatro, por eso el trabajo tiene que ser en conjunto”, analizan quienes luchan para poner a salvo a sus hijos, sobrinos, nietos y hermanos.

Desde hace un tiempo estas personas están haciendo visible el flagelo, pero los amenazaron y ahora, por miedo, imploran que no se los identifique. “Se está poniendo feo, pero algo se tiene que hacer. Con esto no es que queremos decir que la Policía no hace nada, sino que por un lado no tiene los  recursos y por otro no acompañan los funcionarios judiciales, por ejemplo, porque entran y salen, como en todos lados. Fijate que esto empezó desde hace por lo menos una década, nadie hizo nada, por lo que fue aumentando cada vez más al punto de que ahora están instaladísimos”.

“El barrio Libertad es el foco del pueblo, de ahí salen hacia los otros. ¿Sabés la cantidad de chicos que ven todos los días a esa cantidad de fisuras (adictos) tirados fumando pedra, y el dealer haciendo guita a dos manos? Ese ejemplo se ve cada día. Muchos se rompen el lomo trabajando honestamente por 500 pesos diarios cuando el dealer, sentado en su casa, hace 10.000 en una tarde”, completó un vecino, contando que “para agravar aún más la situación, todos los estudiantes tienen que pasar por un puente que es única entrada y salida, por eso se ubican ahí”.   

8 a 20

Años. El consumo de la adictiva sustancia en los barrios se inicia en la niñez y se extiende en general por toda la adolescencia.

$50

El gramo. Cada gramo de pedra tiene un costo de 50 pesos. El 90 por ciento de los consumidores sale a robar para financiar su consumo.