Un lugar de desprestigio

domingo 24 de junio de 2018 | 9:55hs.
Un lugar de desprestigio
Un lugar de desprestigio
Jorge Sampaoli está en el ojo de la tormenta. Se lleva casi todas las críticas, porque algunas todavía las comparte con jugadores resistidos, y perdió el respeto puertas adentro de un plantel que está a las puertas de quedar en la historia negra del fútbol argentino.

Sin dudas que el hombre de Casilda cometió varios errores desde que asumió y se expuso, con sus propios dichos y contradicciones, a las críticas. Sobre todo a las de quienes estaban esperando el mínimo traspié para defenestrarlo. Tuvieron un aperitivo con la goleada ante España por 6-1 y luego con el armado de la lista.

Pero todo explotó en tierras rusas. El empate ante Islandia le dio de comer una vez más a esos que de fútbol hablan poco en la televisión, que se encargan más de lo que pasa puertas adentro y confirman y aseguran, como si tuviesen una cámara dentro de la concentración, todo lo que sucede.

Lo curioso es que los mismos hombres que se autodenominan como los defensores de la selección están prácticamente todo el día atacando a su “amado” equipo. Todos saben a qué hora pasó todo, quiénes estuvieron implicados y cómo sucedieron los hechos, pero jamás lo confirman. Algo extraño, muy raro.

Lo cierto es que entre el plantel y Sampaoli algo se rompió tras el cachetazo ante Croacia. Hay que aclarar que antes tampoco era la mejor relación, pero los resultados precipitaron y dejaron ver que la relación llegó al límite. A partir de ahora todo se basará en mantener un status quo que deje, en la medida de lo posible, a todos satisfechos.

El que más pierde en esta negociación es el entrenador, que no cuenta con el respaldo del plantel, mejor dicho de una parte del plantel. Sampaoli dejó Sevilla por la puerta de atrás y será complicado que alguien lo llame para dirigir en Argentina luego de las actuaciones de la selección. El desprestigio lo seguirá un largo tiempo.

El fin de una era
Rusia 2018 marcará el fin para muchos jugadores de la selección argentina, básicamente por un tema de edad. Hace largos años que Mascherano, Di María, Agüero, Banega, Biglia, Higuaín y hasta el propio Messi visten la camiseta celeste y blanca y a eso hay que sumarle la poca tolerancia del público con algunos.

Las tres finales serán, más adelante, reconocidas seguramente. Serán un punto sobresaliente de esta generación, junto a la nunca valorada medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2008. Pero a esos méritos deportivos hay que contraponer un detalle no menor. La generación de Messi y compañía fue la que más técnicos tuvo.

Sin dudas fue la que sufrió los bochornos históricos de la AFA como el 38-38 y la posterior Comisión Normalizadora con Armando Pérez a la cabeza. Manchas negras de una institución cada vez menos creíble.

Desde Basile a Sampaoli pasaron otros cinco entrenadores por el banco de suplentes del conjunto nacional y esta generación se los llevó puesto a todos.

El Coco se fue por malos resultados y llegó Maradona. Manotazo de ahogado para un equipo que se fue mal de Sudáfrica 2010. Batista (campeón en Beijing 2008) tampoco enderezó el rumbo de los muchachos y se tuvo que ir.

Llegó Alejandro Sabella, quizás el único que logró mantener una buena relación dentro del plantel, pero tras la final de Brasil decidió irse. Martino expuso lo mejor de Argentina en cuanto a fútbol, pero la Comisión Normalizadora prefirió a Bauza y cuando asumió Chiqui Tapia en la AFA, el elegido fue Sampaoli.

Está claro que más allá de las incoherencias y la falta de proyectos para el fútbol argentino, las cabezas del plantel lograron siempre mantenerse a pesar de los entrenadores. En general hicieron méritos en sus equipos, pero flaquearon en la selección, algo que los hinchas se lo dejaron en claro en Rusia.

Hoy la situación está al rojo vivo y serán los mismos protagonistas de hace años los que deberán responder adentro de la cancha, porque afuera el crédito se terminó y ganó la ridiculez y el show mediático. Deberán hacer, al menos por un tiempo, las pases jugadores y cuerpo técnico. Levantar la cabeza y arreglar los problemas puertas adentro, porque si algo no le sirve al fútbol argentino es más desprestigio.

Por Diego Vain