Se entiende que Pablo Moyano motoriza un reclamo más duro

Preocupación del gobierno por el paro general del 9 de mayo

El Ejecutivo minimizó ayer la marcha de la CGT, pero habría diálogos con sindicatos para desactivar la medida de fuerza del próximo jueves
jueves 02 de mayo de 2024 | 6:04hs.
Guillermo Francos tiene un diálogo constante con algunos líderes sindicales.
Guillermo Francos tiene un diálogo constante con algunos líderes sindicales.

El gobierno cedió con los artículos que incomodaban al gremialismo en la reforma laboral, en especial la cuota sindical, y homologó la paritaria de Camioneros. Sin embargo, la CGT ratificó ayer, en un acto por el Día del Trabajador, la manifestación y el paro previstos para el 9 de mayo. En el gobierno están convencidos de que la decisión de mantener la convocatoria está motivada por la cercanía de Pablo Moyano con el kirchnerismo y, en particular, con su interna de poder en la central sindical. Después de minimizar la marcha por el Día del Trabajador, intentarán desactivar la medida a través de acercamientos con los dirigentes “dialoguistas”, y no se descartan reuniones la semana que viene.

La preocupación del gobierno no es tanto por el daño económico que pueda provocar un paro, sino por las consecuencias de la presión sindical en el Senado, donde se llevará a cabo la prueba de fuego final para la Ley Bases que los libertarios buscan desesperadamente aprobar antes del 25 de mayo. Los votos están contados y tienen abiertos varios frentes. Uno de los principales, además de la resistencia de los patagónicos a la restitución del Impuesto a las Ganancias, es justamente la reforma laboral.

Como en las tratativas con el arco político dialoguista para sacar adelante la norma, el frontman de los libertarios es nuevamente el ministro del Interior, Guillermo Francos, que desde su despacho de la Casa Rosada lleva las negociaciones con la corporación sindical prácticamente desde el inicio del mandato. De hecho, fue en uno de los salones de su ministerio, Escudos, donde se llevaron las dos últimas charlas con los principales referentes gremiales.

En la primera, hace tres semanas, habían aceptado asistir los cotitulares de la CGT, Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (estaciones de servicio); el secretario adjunto, Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (Uocra), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y el vocero Jorge Sola. Fue un encuentro “cordial”, coincidieron varios asistentes, aunque uno de los gremialistas le dijo con ironía a Francos, al saludarlo: “¿Así que usted es el presidente?” Saben que Milei, en su posición “anticasta”, es siempre muy reacio a participar en las conversaciones políticas de manera directa, sea por el tema que fuere. Pero no por eso dejan de esperar un gesto desde la cúpula del Ejecutivo.

Más allá de la velada indiferencia del presidente, sus emisarios buscan mantener abierto el diálogo y están cada vez más predispuestos a hacer concesiones. En aquella charla, el secretario de Trabajo, Julio Cordero, que mantiene el perfil más bajo que Francos, pero participa activamente de las conversaciones, les transmitió un mensaje conciliatorio. “Este no es un gobierno antisindical”, dijo. Días después, el gobierno aceptaba homologar la paritaria de Camioneros para contentar a Pablo Moyano y daba marcha atrás con la quita de la cuota sindical obligatoria, uno de los principales pedidos de los líderes gremiales.

De todas formas, los libertarios se cuidan de mostrarse demasiado flexibles. Por caso, Francos minimizó la marcha por el Día del Trabajador ayer a la mañana, con una chicana. “Espero que el próximo 1 de mayo sean muchos más los trabajadores que salgan a festejar”, dijo sobre la reducida marcha. Y agregó que intentará desactivar la medida de fuerza prometida para el 9 de mayo y que ayer ratificó el intransigente Moyano.

Será la segunda vez que busque detener una medida de fuerza de los trabajadores. La primera había sido en febrero, sólo tres meses después del inicio de la administración libertaria. Pero aquella aventura dialoguista, a pesar de sus charlas presenciales con Martínez, no dio frutos.

Esta vez, en Balcarce 50 creen que las perspectivas son diferentes, más auspiciosas. Más allá de las declaraciones en público, aseguran que los “canales de diálogo” siguen abiertos.

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