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De Caacaty a Candelaria

domingo 18 de octubre de 2020 | 6:00hs.
De Caacaty a Candelaria

Al fin partimos” podrá exclamar Bonpland el 8 de junio, cuando comience a emprender su ansiado viaje a Misiones. Ese día pernoctará en Arerungua, a fin de completar lo necesario. Su “Diario” no solo nos permite constatar en qué medida esos planes fueron cumplidos, sino que también nos proporciona interesantes datos históricos, en especial sobre el estado en que se encontraban los cinco pueblos de la margen oriental del Paraná y las capillas que encontró en su viaje. El 9 después de haber adquirido maíz, caballos, algunas mulas y cuatro vacas lecheras, se pondrá en marcha llegando bien pasado el mediodía al puesto de Ubajay donde se aprovisionará ampliamente de mandiotí. “La tropa se compone de diez carretas, 20 bueyes, cuatro vacas lecheras con sus terneros, ocho vacas (para consumo), 10 mulas, 12 caballos y diez domésticos”. El 22 llegará a Candelaria después de haber pasado el Garupá. “Es allí por la primera vez que vimos los tristes restos de uno de los pueblos más considerables de Misiones. Se puede decir que no queda una sola habitación habitable, todo ha sido quemado por los paraguayos. Todo es escombros, pero lo que ha resistido al hacha y al fuego de los paraguayos son sus bellas plantaciones de naranjos que encontramos cubiertas de frutas deliciosas. Después de haber visitado todos estos escombros no se ve (más) que el resto de bellos pedazos de madera de construcción y de piedras muy bien talladas en conglomerado y en arenisca. Fuimos a visitar el puerto, ahí como en el puerto de Itá Ibaté vimos una canoa paraguaya que estaba de vigía. Visitamos también la pequeña fortificación que se encuentra emplazada al noreste, en fin buscamos las plantaciones de yerba mate sin poder encontrarlas…” De regreso a su campamento que había establecido entre el Pindapoy y Candelaria, el 23 a la mañana tiene conocimiento de que el yerbal plantado por los jesuitas existía todavía en parte; pasado el mediodía decide visitarlo encontrándolo al oeste y cerca del pueblo. Después de recorrerlo y observarlo, dejará una extensa descripción del mismo asentada en su diario, parte de estas observaciones serán expuestas en una carta que escriba a Francisco Ramírez. La misma señala el asombro “del partido grande que todavía se puede sacar de todo lo que queda”… La posición de Candelaria es hermosísima, se halla allí con abundancia naranjos, duraznos, maderas y piedras buenas para edificar, y un resto considerable del yerbal plantado por los jesuitas.”

Los pueblos misioneros visitados por Bonpland

El 26 de junio visitará Santa Ana, lugar que luego elegirá para afincarse e iniciar su proyecto de establecer una colonia, y de la cual dirá: “El pueblo de Santa Ana era uno de los más bellos del Entre Ríos, su colegio sobre todo, estaba construido sobre un buen plano y admiramos todavía la belleza y la elevación de sus corredores que han sido asolados por las llamas y el hacha. El colegio en su fachada al verdadero norte, da sobre una bella plaza cuadrada de la extensión de una cuadra. Al oeste de la puerta principal del colegio, sobre el cual se ve todavía escrito “In nomine Dei 12 omne genú flectatur” se encuentra la iglesia, viene después el cementerio, una huerta, luego un bosque de naranjas de frutas dulces y soberbias. Todo el frente del colegio formado de un bello corredor formando (…), y toda la vuelta del patio principal está también provisto de bellos corredores. El cuerpo de la construcción principal, del que no quedan más que los fundamentos, estaba emplazado entre el patio y el jardín en oposición a la puerta principal. Al este del patio se ve una (…) que era el patio de la servidumbre, así lo atestiguan los restos de una tahona y de una botica de herrajero. Todo el pueblo estaba formado de casas y calles alineadas del este al oeste, todas construidas en piedra y cubiertas de tejas como la de los otros pueblos (…). El 27 de junio escribirá: “Llegada a Loreto, vista de muy bellas plantas de araucarias plantadas (cuvy) así como algunas palmeras espinosas… Las araucarias son en número de diecisiete e indican haber sido parte de una gran avenida toda plantada de estos árboles… su situación es menos bella que la de Santa Ana… Loreto está muy destruida y no se encuentra más que escombros en un todo similar al caso de Santa Ana. Cerca de Loreto hemos visto un Calvario, esta capilla enclavada sobre un punto muy elevado domina una muy vasta extensión del país” (…). El 4 de julio estará en San Ignacio: “El pueblo se encuentra emplazado sobre lo alto de una colina desde donde se descubre el Paraná. Toda su situación es magnífica y sus alrededores ofrecen bosques muy numerosos de naranjas de dulces frutas. Todo el pueblo está destruido y no queda más una sola pieza, ni un solo corredor donde uno pueda ponerse al abrigo. La arquitectura de este pueblo tenía sin duda más de gusto y de taludes que los de Loreto, Santa Ana y Candelaria. Todo inspira un aire de jardines que no se ve en otros pueblos. (…) La iglesia magnífica estaba desnuda de grabados y santos de piedra. Una terraza soberbia o corredor magnífico dando a un gran jardín debajo del cual parece que puede verse correr el Paraná rojizo al sur. Muy lejos, más o menos a una legua, en fin las montañas del Paraguay, sirviendo para reposar la vista en este costado”.

El último pueblo visitado será Corpus, al que arribará en la tarde del mismo día 4 de julio: “Este pueblo se encuentra situado sobre lo alto de una colina… Corpus está enteramente destruido y apenas queda un solo corredor para ponerse al abrigo. De acuerdo al emplazamiento que ocupa la iglesia, la belleza de su peristilo y las escaleras tan cubiertas de escombros, juzgamos que era más bella que la de los otros pueblos, de los que hemos hablado, pero lo que hay de admirable es el punto de vista que hay del peristilo a la iglesia, la vista penetra muy lejos en las montañas del Paraguay y domina el Paraná que corre cerca de Corpus”. El 5: “A buena hora pasamos entre los escombros de la iglesia y del colegio que siempre era la habitación de los jesuitas. Juzgamos por los tristes restos que vimos, la belleza de este pueblo, pero se volvió grande nuestra sorpresa a la vista de una plantación de naranjas magníficas que ocupa todo el posterior de la iglesia, del cementerio y del convento, después de esta plantación estaba el jardín y todo esto estaba todavía rodeado de sólidas murallas”.

Relato que hace Bonpland en su “Voyage de Corrientes aus Missions”
Texto tomado de “La Mirada de los Viajeros”, Capaccio y Escalada Salvo. Editorial Universitaria 2014.

Amado Bonpland

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