“Era gente no satisfecha con la música popular imperante”

Domingo 6 de noviembre de 2011
Leyenda viviente del rock argentino. | Ecólogo, periodista, literato, profesor universitario, títulos que acumula su vida.

“No fue una cuestión profética, era gente que venía de los barrios, a la que ya no satisfacía la música popular imperante”. Todavía resuenan las palabras del ya mítico Miguel Grinberg, pronunciadas en la mañana del viernes en el estudio mayor de FM Radioactiva. Y, por suerte y obra de la maravillosa era digital, están archivadas y quedan para la historia de esta emisora misionera.
El hombre que viene caminando a la par del rock argentino desde que este empezó a calzarse pañales y al cual Grinberg vio dejar el chupete, empezar a caminar, pasar de las bermudas a los pantalones largos, vestir bigotes y estar hoy casado y al mando de una gran familia; estuvo en Posadas para ser el protagonista central del encuentro de comunicación y revistas alternativas e independientes que es el ERICA, en este caso para el Volumen IV, que estuvo siendo entre el viernes y la madrugada de hoy, en el Museo Juan Yaparí.
En 2010 estuvieron otras dos glorias contemporáneas de Miguel, Pipo Lernoud y Rocambole, ambos se sentaron en FM Radioactiva, emisora ya agradecida al ERICA.

Miguel arribó a Misiones por primera vez en 1984, para oponerse con su amplia conciencia ecologista a la construcción de la represa de Urugua-í, que ya estaba en marcha, el proyecto, desde el gobierno militar. “Era la locura de Conrado Storani, secretario de Energía con Alfonsín, cuando entramos al despacho de Barrios Arrechea nos dice: podemos hablar de cualquier cosa  menos de Urugua-í, ya que eso lo decidieron en Buenos Aires. Lo mismo ocurre ahora con el proyecto Garabí, los misioneros no lo deciden, lo decide Nación”.
“Cómo vino la mano”, su obra clave va por su cuarta edición, es libro de cabecera en las escuelas porteñas y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares adquirió una remesa para repartir entre sus asociadas.

 

Estuviste en el mismo baño que Tanguito y Nebbia...
En realidad yo en esa época curtía más La Cueva (Barrio Norte) que La Perla (de Once). Además curtía otros lugares que no están muy bien tratados por la historia, una placita que quedaba en calle Posadas, que los chicos “rebautizamos” Plaza Chaplin, porque en los 60 teníamos la acción de cambiar los nombres de calles y plazas. Había un mapa under en la ciudad y cuando se prolongó la avenida 9 de Julio todo ese sector hasta avenida Libertador desapareció y la Plaza Chaplin con ello. A mi me gusta, de todas maneras, resaltar que todas esas cosas se convirtieron en historia urbana pura. Estamos mirando 50 años para atrás. Pero, en esos años, ni en La Perla que ahora resurgió y la programa Rodolfo García (mítico baterista: Almendra, Aquelarre y Tantor, entre otros), ni en La Cueva, nadie de nadie hablaba de que ‘estamos creando el movimiento de rock nacional’, no había gente que dijera vamos a crear el rock argentino.

 

¿De dónde emergieron?
Era gente que se reunía, que venía de los barrios, ese es otro punto distintivo. No fue una cuestión profética, era gente a la que ya no satisfacía la música popular imperante. No se sentía representada por la música popular del momento y que estaba inserta en un momento de insurrección mundial global, de la juventud, que a principios de la década de los 60 y sobre todo a partir del 63 con la Beatlemanía habían encontrado un nuevo estandarte que tenía sus raíces en el rock and roll, pero con un sello distintivo.

 

¿El idioma en que cantaban?
 A diferencia de los mexicanos, que hacían los covers, las réplicas de autores anglosajones, acá la gente se largó a componer, a cantar en castellano, cosa que no se creía posible. A partir de ese momento se comenzó a construir una cosa que para nosotros no solo es una tradición sino que es parte de la música popular argentina, uno se encuentra convertido en un personaje, pero ninguno de los de aquel momento quisimos convertirnos en personajes. Pasan las décadas y nos están reconociendo algunas cuestiones.

 

¿Cóomo fuiste haciendo Cómo vino la mano (el año pasado se lanzó al mercado la cuarta edición)?
No fue fácil para nada.  No era un tiempo favorable. Era el año 1977. Era una época represiva. Y no solo hicimos el libro, sino que lo presentamos en el Feria del Libro de ese año, como una especie exótica, porque toda aquella época había quedado únicamente con cosa de hippies, de música de protesta, como un fervor adolescente que cuando creces, te casas y se te pasa. Y nos hemos casado, hemos tenido hijos y nietos y seguimos con el rock and roll.
Es tremendo eso de que Argentina haya iniciado el camino del rock en el mundo hispanoparlante…
En verdad, si bien hubo un rock and roll que eran covers, eran réplicas, fueron los mexicanos, los Teen Tops, los de Enrique Guzmán, los que impusieron ese estilo. A partir del 75 que la situación política se torna muy densa, y luego peor, con la partida en primer lugar de Moris, Aquelarre, Cantilo y Punch, que se fueran a España, incluso Miguel Abuelo, Roque Narvaja… cuando ellos llegaron los españoles sostenían que era imposible cantar rock en castellano (año 75, el rock argentino ¡ya inició los 70 cantando en castellano!). Y nuestros músicos llegaban con discos grabados, no era que llegaban con ideas voladas, sino con cuestiones concretas, llegaban y mostraba sus discos, decían: 'esto tenemos'.

 

¿Grabados con el sello Mandioca?
Con el sello Mandioca, pero también los discos salían por la discográfica Microfon, a través del sello Talent; y Music Hall, ambas compañías argentinas y que prácticamente... a ver, Mandioca se fundió muy temprano y su editor Jorge Álvarez con Billy Bond (un mito fundacional, hoy en Brasil, fundador de Billy Bond y la Pesada, a fines de los 60, por la que pasaron tantos músicos, uno de ellos Pappo). Otro era Carlos López, que editó a León Gieco. Que se yo, Talent editó el primer disco de Sui Generis. Hay que reconocer ese aporte de las discográficas argentinas. Entender que Microfón era un sello eminentemente folclórico, su gran figura era Gina María Hidalgo y sin embargo se jugaron.

 

¿De la industria discográfica, del periodismo, quién la vio primero? Vos sos uno de ellos…
De los productores musicales, el primero fue Jorge Álvarez, que era un editor de vanguardia y después hubo otros que la vieron, pero desde otros lugares, desde la radio, Fito Salinas, un conductor de programas de música joven. Y el espacio Modart en la Noche, que estrenó la música de The Beatles, allí Ricardo Kleimann. Él tenía una azafata que le traía los últimos discos surgidos en EE.UU. y ese aporte fue fundamental. Está contado que dos amigos de barrio, que querían ser músicos y como Emilio del Guercio y Luis Alberto Spinetta escucharon allí el Album Blanco de The Beatles y lloraron y asumieron que por ahí estaba la cosa. Y fue un virus benigno que se expandió como una mancha de aceite. Fue una epidemia con un contagio beneficioso. Y eran de barrios, Almendra, de Belgrano; Vox Dei, de Quilmes; Los Gatos que llegaban de Rosario. Llegaban desde la periferia.
Tres composiciones claves del rock,

 

¿Cuáles son?
Te doy tres arquetípicos para mí, pero hay muchas obras claves y terminamos siendo injustos. De Moris, Muchacho, dice: ‘muchacho pronto amanecerá y hay un olor a tango antiguo en la ciudad”, es un autor de raigambre tanguera. Spinetta es su obra completa, Artaud es el disco superior y por último Tango en segunda, de Charly García.
¿Qué analogía hacés entre hippies e indignados?
Hago una autocrítica a ambos movimientos: la protesta, la denuncia y el reclamo en la calle solamente es insuficiente. Hay que encarnar la Sociedad Nueva en lugar de la Vieja. Hace falta un espíritu pionero, con capacidad de tolerancia y diálogos de las diferencias que las generaciones no unificaron.

 

 

Un multifacético hombre global

Miguel Grinberg es un hombre que estuvo en el momento justo en el lugar indicado. Antes sus ojos y oídos pasó todo el caudal de ese gran río de la cultura urbana argentina que es el rock nacional. Estuvo en el momento fundacional y ha contribuido con el registro de libros memorables "Cómo vino la mano", "25 años de rock argentino" y "Apasionados por el rock". Como poeta fundó el Movimiento Nueva Solidaridad, documentado en el libro "Poesía y Libertad".
A la par que se dedicaba a los registros editoriales, decantó en programas radiales pioneros, por Radio Municipal de Buenos Aires, en la actualidad pilotea "Rock que me hiciste bien" por Radio Nacional.
Como militante ecologista ha editado cuatro libros y le otorgaron el premio Global 500 del Programa Ambiental de las Naciones Unidas. Por otra parte, como traductor, uno de los mayores difusores de literatura espiritual en castellano; fue prosecretario de redacción de la revista Panorama, diario La Opinión y la Agencia Nacional Télam. Creó y editó las revistas "Eco contemporáneo" y "Mutantia", y fundó Multiversidad de Buenos Aires.  En la actualidad es profesor de Periodismo Ambiental en la Universidad Nacional de La Plata.