Verdún: las atrocidades de la guerra industrial

Domingo 26 de febrero de 2006

La batalla de Verdún fue sin duda un fiel reflejo de las atrocidades y de las sangrientas carnicerías que se vivían en la Primera Guerra Mundial, y mostró hasta qué punto esta contienda sobrepasaba todo límite de violencia.
En Verdún, considerado como uno de los grandes enfrentamientos de la historia, murieron unos 300 mil franceses y alemanes, y se ha convertido en un símbolo de masacre, de resistencia y de las monstruosidades de la guerra industrial.
El total de muertos, heridos y desaparecidos ascendió a más de un millón y medio de personas, sumando las víctimas de otra gran contienda librada en  Francia: la batalla de Somme.
Hoy, para gran parte del imaginario social, la Gran Guerra no fue más que la antesala de lo que se viviría entre 1939-1945. Sin embargo, significó la más clara demostración de las nuevas guerras que se librarían a lo largo del siglo XX.
El año 1916 fue clave en los desenlaces posteriores, y marcó un antes y un después. Para Alemania se desvanecían las esperanzas de una victoria total y los aliados veían imposible ganar la guerra sin la ayuda de Estados Unidos. Fue, además, el último año en que una gran potencia como Rusia participaba activamente. La Revolución Bolchevique y el nuevo gobierno soviético se retiró de la contienda por considerarla producto de las disputas imperialistas. Al mismo tiempo, se derrumbaron definitivamente las esperanzas de paz y el viejo mundo del siglo XIX cambiaba para siempre.
Ese año hubo dos grandes batallas terrestres que se convirtieron en símbolos de la Primera Guerra Mundial: Verdún y Somme.
A finales de 1915 y al frente de los franceses, los aliados preparaban una ofensiva feroz a ambos lados del río Somme, al norte de Francia, en los límites con Alemania y sobre el denominado Frente del Oeste, una inmensa línea que iba de Suiza al Mar del Norte.
Los alemanes, por su parte, también tenían sus planes: atacar  a los franceses, justamente en el fuerte de Verdún, para atraer al grueso de las tropas galas, y provocar una imponente “sangría”.

Fortaleza medieval
Verdún era una ciudadela fortificada situada sobre el curso del río Mosa, a unos 300 kilómetros de París, y se remonta a la época de los romanos. En el siglo XVII, el rey Luis XIV la convirtió en el mayor fuerte de protección. Después de la guerra franco-prusiana de 1870 por los territorios del Rhin, fue el principal bastión de la cadena de fortalezas que resguardaban la frontera de Francia con Alemania. Para 1914 era el principal punto de apoyo para el frente francés y significó de gran importancia en la resistencia para salvar París.
En febrero de 1916, toda la artillería pesada alemana se encontraba pronta en el sitio, lista para el ataque. La ciudadela estaba desierta -sus habitantes habían huido al comenzar la guerra- y en sus calles sólo podía verse a las tropas nacionales.
A lo largo de los fuertes se extendía una red protectora de trincheras y alambradas, pero la defensa gala estaba en inferioridad de condiciones.

Mortandad sin límites
Así las cosas, al amanecer del 21 de febrero, hace 90 años, comenzó el bombardeo que se extendió por nueve horas, algo que jamás se había visto desde iniciada la Gran Guerra. Las granadas germanas saturaban el aire, y las trincheras locales, en muy malas condiciones, fueron arrasadas enterrando vivos a numerosos hombres.
El fuego continuó por varios días, y las tropas francesas quedarían tiempo después inmortalizadas por su heroica resistencia, que duró más de un mes, sobreviviendo desde sus trincheras al ataque de un enemigo prácticamente invisible.
Luego de los bombardeos, la infantería alemana se lanzó al ataque, una táctica constante a lo largo de la batalla. En una primera fase, triunfaron sobre los franceses y lograron hacerse de algunas fortificaciones que resguardaban el campamento de Verdún. Comenzaba la carnicería. Una nueva ofensiva de igual característica se arrojó posteriormente. Los alemanes ametrallaban las trincheras con su artillería por horas, para luego lanzarse hacia lo que quedaba de ellas, en un monótono y sangriento procedimiento.
Los franceses se defendían en lo que ahora ya no eran trincheras sino auténticos cráteres, producto de los impactos. Allí, hombres vivían, dormían y morían defendiendo su posición, granada y pico en mano.
En Verdún se moría prácticamente sin ver al enemigo, debido a los destructores e ininterrumpidos bombardeos. Los soldados convivían con la muerte. Comían y bebían delante de los muertos, dormían en medio de cuerpos agonizantes, y reían y cantaban alrededor de cadáveres.
“Vivimos en medio de una inmensa fosa común”, escribió un soldado francés a su esposa: “No me preguntes cómo, no me preguntes por qué...”, concluía la carta. Las trincheras se habían transformado en cementerios, donde se podían ver cabezas, piernas y fragmentos de troncos, todos a los costados del lugar, como si los hubieran quitado del medio para dejar el paso libre.
“Si en 1916 hubiera habido televisión se hubiera visto cada noche la muerte de mil hombres y esto durante casi un año”, dijo en una oportunidad el historiador Gerard Domange, para quien el sólo nombre de Verdún es suficiente para resumir todo el horror que implicó la guerra continental.
Según Domange, desde los primeros meses de la batalla, cuando los franceses  comenzaron a frenar el avance alemán, el país entendió que Verdún era, más que una batalla de la guerra, era una “batalla por Francia”, dándole así un estatuto nacional.
Tres meses y medio duró la batalla, en la que además se utilizaron armas químicas letales. Al tiempo que concluía la batalla en Verdún, comenzaba la ofensiva aliada en Somme, al norte. Se iniciaba otra sangrienta masacre humana con el objetivo de neutralizar a los germanos.
Las conmemoraciones del 90 aniversario de la batalla de Verdún comenzaron el pasado martes 21 con un recital en la catedral de Verdún y proseguirán a lo largo del año. En esta región, donde se encuentra el campo de batalla, quieren hacer de este aniversario una ocasión para renovar el mensaje de paz franco-alemán, para “hacer comprender” lo que fue ese momento de la historia y para exaltar la reconciliación.
También será ocasión para inaugurar un monumento a la gloria de los muertos musulmanes de la Gran Guerra, con la presencia del presidente Jacques Chirac.

Diego Schroeder
Fuentes:
Historia Mundial del siglo XX.
Agencia AF