"Lo desperdiciado en virutas cubriría el 80 por ciento de la energía consumida en Misiones"

Lunes 2 de junio de 2014
Jorge Acosta (Doctor en Ciencia y Tecnología)

El ingeniero químico Jorge Acosta es un misionero acostumbrado a vencer los obstáculos que se interpongan a sus sueños. Así lo hizo desde que comenzó sus primeros estudios en la localidad de Puerto Piray hace 26 años, hasta hace dos semanas, cuando obtuvo su diploma de Doctor en Ciencia y Tecnología en el Instituto de Tecnología “‘Profesor Jorge Sábato” de Buenos Aires.  
Ahora está empeñado en lograr la fabricación de las baterías de litio-ion en nuestro país, que son las pilas que necesita la tecnología que nos rodea para funcionar. La batería de los teléfonos celulares que usamos a diario son importadas de China y el desafío de este joven científico de 32 años es lograr que esos dispositivos se fabriquen en nuestro país, con recursos naturales y humanos propios.
Intentará cumplir ese sueño junto a un equipo de investigadores científicos en el Instituto de Tecnología (Itec) de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) desde donde lo convocaron. Su trabajo puede significar el inicio de la explotación de los recursos de litio que posee el Noroeste argentino y el impulso de la industria electrónica nacional.

El Territorio lo entrevistó para conocer la experiencia de este joven misionero, que logró una excelente carrera académica a fuerza de sacrificio y dedicación. Una historia que prueba que cuando se combina la fuerza de voluntad de estudio con la buena asistencia del Estado, se logra formar a los científicos que necesita la provincia y el país.
Recordó que del secundario egresó como técnico químico y esa orientación siempre le resultó interesante. “La tecnología química es un mundo apasionante que nunca se termina de conocer”, sostuvo. Recordó que en el secundario tuvo como profesor de Química al ingeniero Adolfo Feleñiuk, un docente ejemplar que “enseñaba su materia con tanta pasión que uno terminaba soñando con conocer todos los procesos químicos que se pueden experimentar”. Desde ahí decidió que quería ser ingeniero químico y para hacerlo debía mudarse a Posadas. Fue el momento de dejar el hogar familiar y Puerto Piray para vivir en un albergue estudiantil que sostiene el municipio.

¿Qué recuerdos te quedan de tu infancia en Puerto Piray?
Antes nos conocíamos todos. Ahora es diferente porque ya es un pueblo grande con mucha gente nueva. Pero para mí sigue siendo el lugar de mis afectos, de mi hogar familiar, de muchos amigos y buenos recuerdos. Lo que más recuerdo es que no había tiempo para aburrirse y que todo el día había movimiento en la casa. Somos diez hermanos, así que imaginate el bochinche que había. El vivir doce personas en una casa era divertido. Quizá por eso mis padres siempre fueron muy firmes en materia de organización y respeto, así que cada uno sabía sus obligaciones y sus derechos desde muy chico. Así lograron hacer una familia feliz que fue la mejor herencia que nos dejaron a los diez hijos.   
Recién ahora en Buenos Aires aprendí a vivir solo. Pero en la memoria tengo la imagen de una casa con todas las sillas ocupadas, con turnos para entrar a bañarse, con ropa que pasábamos de un hermano al otro cuando te quedaba chica y con ninguna cama vacía. Mi madre siempre estaba en la casa. La recuerdo pendiente de cada uno de sus hijos, para ayudarnos en todo, desde enseñarnos a atar solos los cordones hasta darnos un beso a cada uno antes de dormir. Y mi papá trabajaba todo el día en las construcciones, desde la albañilería hasta la carpintería. Siempre era el primero en levantarse y lo recuerdo esforzándose por hacer bien su trabajo. Para nosotros siempre fue el mejor constructor. Nos enseñó el oficio y entre todos hicimos nuestra propia casa en Puerto Piray.

Muchos estudiantes provenientes de otras localidades, se enfrentan con el difícil problema de alojamiento en Posadas. ¿Cómo es la vida de albergue para un estudiante misionero y qué opinás respecto de estos lugares para vivir?
Mi llegada a Posadas fue a principios del 2002 en plena crisis. No tenía nada más que muchas ganas de recibirme de ingeniero químico. Mi familia no podía alquilarme una pensión, por lo tanto fue vital contar con ese albergue donde viví durante mi etapa de estudiante universitario. Es muy importante que todos los municipios tengan este tipo de instituciones cerca de las facultades para permitir que los estudiantes del interior puedan cumplir el sueño de recibir un título universitario.

Ahora que ya sos magíster y doctor, ¿qué recomendarías para aquellos estudiantes que intentan realizar una carrera similar?
Hay cosas claves. Primero las ganas de estudiar y el segundo el acompañamiento de la familia y los amigos. En lo personal, un tercer factor fue la ayuda económica que recibí de diversas instituciones sin las cuales no hubiese podido solventar la carrera. Pero lamentablemente no todos los estudiantes tienen esa suerte. Tuve muchos buenos compañeros que tenían que dejar la facultad porque no tenían plata para alquilar en Posadas y otros que no aprobaban las materias porque no venían con buena base del secundario, ya en el primer año dejaban de estudiar y se volvían a sus pagos.

¿Viste mucha deserción de estudiantes en la Facultad de Ciencias Exactas?
Sí. Para que tengas una idea, en primer año de la carrera hay una materia que se llama Física I y del grupo de cerca de 100 estudiantes que la cursamos, solamente dos la promocionamos y un puñado de no más de diez habrá aprobado el final. El resto la reprobó y eso para segundo año ya te significaba un freno importante en la carrera porque esa materia era correlativa con las principales de segundo.
Otra materia muy filtro era Matemática I. Creo que debería haber más ayuda para que los estudiantes que vienen de bachilleratos o de secundarios sin tanta enseñanza de matemática, tengan un acompañamiento diferente. Porque considero que muchos tenían ganas de ser ingenieros pero no pudieron superar ese primer año que es muy duro; porque además, para los que venimos del interior también implica una doble adaptación a Posadas y a otra forma de vida.
La falta de dinero también funciona como filtro para que muchos estudiantes dejen la facultad.
Sí. Porque no todas las familias pueden alquilar un departamento o una pensión en Posadas. Además también hay otros gastos de comida, transporte, apuntes y para todo se necesita plata. En mi caso apenas inicié los estudios solicité la ayuda del Programa Nacional de Becas Universitarias. Luego cuando ya estaba en cuarto año califiqué para becas que otorgaba la Fundación Carolina. Recuerdo que hubo cerca de 1.500 postulantes de las provincias del NEA y del NOA. Desde Misiones tres estudiantes accedimos a esas becas, que estaban muy buenas porque además de la ayuda económica también te daban el servicio de una prepaga de salud. La Fundación Carolina busca fomentar el estudio universitario de jóvenes provenientes de familias con bajos recursos económicos que estudien carreras de Ingeniería, Bioquímica y Biotecnología en universidades públicas.

¿Qué otros factores inciden para que los estudiantes dejen la universidad?
Es muy alta la deserción en los estudios. La principal falencia es la falta de motivación para estudiar. Si se quiere se puede porque hay buenas escuelas y facultades de gestión estatal donde no hay que pagar cuotas. También hay instituciones privadas y estatales que ayudan a que los estudiantes puedan recibirse. Obvio que no es fácil, pero lo que quiero explicar, es que cuando uno se pone una meta y hace el sacrificio para alcanzarla, ya se tiene ganada la mitad de la pelea.
Cuando estudiaba en la Epet 15 muchas veces volvía caminando de la escuela, que quedaba a 40 cuadras de mi casa, pero nunca pensé en dejarla. Siempre me interesó el conocimiento. Quizá el problema de muchos estudiantes es que ni siquiera saben qué quieren estudiar. Entonces, empiezan carreras para probar o porque los padres les dicen lo que tienen que estudiar. Es en parte una gran falencia del colegio secundario, que no funciona como preparatorio para la facultad.

¿Cómo es abrirse campo desde una universidad de Misiones a Buenos Aires?
Cuando me recibí de ingeniero químico me enteré que la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea) brindaba becas para cursar carreras de postgrados y me anoté. Así pude venir a Buenos Aires a cursar la Maestría en Ciencia y Tecnología de Materiales en el Instituto de Tecnología “Profesor Jorge Sábato”, que terminé en el 2009 con una tesis sobre caracterización eléctrica y electroquímica de celdas de litio-ion, que fue premiada como mejor tesis. Me resulta tan interesante la investigación y el análisis que creo que me podría pasar la vida en un laboratorio. El doctorado lo cursé desde el 2009 hasta el 6 de mayo de este año, cuando hice la defensa de la tesis sobre “fabricación y caracterización de componentes para electrodos de celdas de combustibles y pilas recargables”. La pude realizar gracias a una beca cofinanciada entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y el Comité de Desarrollo e Innovación Tecnológica de Misiones (Cedit).
Ahora estás a punto de empezar a aplicar todo ese conocimiento en el Instituto de Tecnología (Itec) de YPF.
La verdad es que estoy muy entusiasmado porque ya fui convocado para trabajar en la gerencia de recursos renovables del Instituto de Tecnología (Itec) que conformaron Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet). En un par de semanas empezaré a trabajar en Ensenada, cerca de La Plata. Allí avanzaremos en la aplicación de una línea de investigación relacionada con lograr la energía necesaria para el funcionamiento de las baterías que actualmente necesita el desarrollo tecnológico. Desde las baterías que ocupa un teléfono celular hasta las de un satélite.

¿Cuál es la situación energética nacional?
Hoy la matriz energética argentina depende de los hidrocarburos, ya que 35 por ciento de la oferta interna primaria se obtiene a partir de petróleo y 51,6 por ciento a partir de gas natural. Es justamente frente a este cuadro de situación que el Itec convocó a un grupo grande de físicos, químicos, matemáticos, bioquímicos, ingenieros y geofísicos para realizar diversas investigaciones en materia de hidrocarburos, con el objetivo de mejorar la capacidad de producción. Al mismo tiempo nuestro país también cuenta con un gran potencial en cuanto a los campos de petróleo no convencional; somos el tercer país del mundo detrás de China y Estados Unidos. Por otra parte, el potencial hidroeléctrico de América del Sur y especialmente de la Argentina es el mayor de los cinco continentes.
El potencial eólico se calcula en los 30 gigawats (GW) de potencia, siendo hoy día el único desarrollo relativamente importante la planta de Pico Truncado en la provincia de Santa Cruz.

¿Es cierto que en Misiones estamos desperdiciando biomasa que podríamos usar como fuente de energía?
La Argentina es un gran productor de biomasa que hoy en día se desperdicia en su mayor parte generándose gases de efecto invernadero por fermentación, como el metano y el dióxido de carbono. Un estudio llevado a cabo en Misiones demostró que lo que se desperdicia en viruta de madera de los aserraderos y los raleos alcanzaría para cubrir el 80 por ciento de toda la energía que actualmente consume la provincia. Pero necesitamos desarrollar tecnología para explotarlos y para eso sí o sí, hay que acudir a la ciencia, que es la herramienta que nos permitirá superar esta instancia.

¿Seguís en contacto con Misiones y qué opinás de devolver a la sociedad lo recibido?
Para mí no hay mejor lugar que Puerto Piray. Cada vez que tengo un tiempo voy a mis pagos. En el ámbito académico sigo en contacto con Carlos Schezov del Cedit que fue una persona que me ayudó a lograr gran parte de mis objetivos de estudio. También con la Universidad Nacional de Misiones (Unam) a través del Programa de Metrología y Modelización. Soy de los que creen que hay que devolver lo que uno recibe de la comunidad. Me siento profundamente comprometido con la realidad de la provincia y en especial con la querida Unam, que debe seguir siendo el lugar de formación de los recursos humanos que necesitamos para hacer una sociedad mejor. 

Uno de los campos a desarrollar en  energía es el litio, el tema de tu tesis de maestría. ¿Por qué es importante formar recursos humanos capacitados en la aplicación de este material?
Cada etapa de la evolución humana estuvo íntimamente relacionada con la explotación de algún material de la naturaleza que logró ser aprovechado por el hombre a partir del conocimiento. Así pasaron la edad de piedra y la actual, que es la del petróleo. Pero hay un mineral del cual en Argentina tenemos un gran reservorio en las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca, que se llama sal de litio y que puede significar el inicio de una nueva revolución industrial a nivel nacional. Porque es la materia prima que necesita la tecnología de las baterías de litio-ion que se utiliza en las mayorías de los dispositivos eléctricos y electrónicos en todo el mundo. Es fundamental para el desarrollo de las baterías de almacenamiento eléctrico en celulares, notebooks, satélites, automóviles, entre otros. Se lo extrae del agua de salares ricos en litio. Hoy en día, son las baterías que más se comercializan a nivel mundial y todas las que ocupamos en nuestro país son fabricadas principalmente por empresas chinas.

¿Es posible hacer en Argentina parte de  esas baterías que ocupa el mundo como una especie de oxígeno fundamental para la tecnología que nos rodea?
Claro que sí. Una nota publicada por la revista Forbes nos llamó “la Arabia Saudita del litio”. En nuestro país se estima que hay una reserva cercana a los once millones de toneladas métricas de este material, lo que nos ubica como el tercer lugar del mundo con más litio después de Bolivia y Chile. En total, las salinas de la Argentina, Bolivia y Chile concentran el 90 por ciento de las reservas mundiales del mineral. Frente a esta realidad podríamos pensar en tratar de trabajarlo acá y evitar ser solamente proveedores de materia prima para el extranjero. Hay que ser exportadores de baterías y no de litio.
En tus investigaciones orientaste la utilización del litio para usos satelitales.
El litio es sinónimo de energía en el espacio, por reglamentación, las misiones satelitales tienen que usar celdas de litio-ion, más livianas y menos peligrosas que las que se usaban antes de hidrógeno níquel.


Instituto Sábato 
El Instituto de tecnología “Profesor Jorge Sábato” fue creado en 1993, a través de un convenio entre la Universidad Nacional de General San Martín y la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Se dedica a la enseñanza de las ciencias y la tecnología en la sede del Centro Atómico Constituyente, donde cursó su maestría y doctorado el ingeniero químico Jorge Acosta.
Su nombre se debe a Jorge Alberto Sábato que impulsó en la década del 50 la construcción de un polo metalúrgico en nuestro país, con sede en la Comisión Nacional de Energía Atómica.
El Instituto Sábato cuenta con un distinguido equipamiento científico, bibliotecas, laboratorios y un alto nivel académico de su cuerpo docente, formado por investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Comisión de   Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC).


El perfil
JORGE ACOSTA 
Nació en San Ignacio.
De pequeño su familia se trasladó a Puerto Piray, donde aún viven en el barrio El Mensú sus padres Isabel López y Hermógenez Acosta.
En total son diez hermanos.
La primaria la cursó en la escuela Montaraz 452 y el secundario en la Escuela Provincial de Educación Técnica (Epet) número 15.
Luego se recibió de ingeniero químico en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Misiones.
Después cursó estudios de postgrado en Buenos Aires y en un par de semanas comenzará a trabajar en la Gerencia de Energías Renovables del Itec que depende del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet) y de YPF.