Punto final

Lunes 22 de mayo de 2017
No puede levantar Crucero. Desde los números y tampoco desde el rendimiento. Y se sabe, cuando estas cuestiones van de la mano, el primer fusible que salta siempre es el técnico.
Ayer, en uno de los partidos válidos por la 34ª fecha de la Primera B Nacional, el Colectivero empató 1-1 con Brown de Adrogué, pero la noticia fue la renuncia del entrenador Héctor Rivoira, quien le puso punto final a su estadía en Santa Inés (ver aparte).
El conjunto misionero desplegó lo mejor de su repertorio en los primeros 10 minutos de partido. En ese lapso de tiempo encontró el gol y hasta se perdió el segundo abajo del arco, pero cuando el visitante llegó a la paridad se le vino toda la estantería abajo. En el segundo tiempo prácticamente estuvo desaparecido en la cancha y fue claramente superado por su rival.
En ese contexto, el punto seguramente deberá ser valorado independientemente de lo que diga el futuro.

Arrancó para fiesta
En una tarde espléndida para ver fútbol, en Santa Inés estaba todo dado como para vivir una jornada perfecta. Porque apenas se habían jugado tres minutos de partido cuando el dueño de casa encontró la llave del gol en la primera pelota detenida. Nicolás Castro y Guillermo Sotelo armaron una buena sociedad por izquierda que derivó en el centro pasado del mediocampista, Lechner la mandó al corazón del área entrando por el segundo palo y Pablo Ostrowski, en la puerta del área, se anticipó a Ríos para establecer el 1-0.
Brown, que llegaba a Santa Inés tras haber ganado ocho de los últimos 12 puntos que jugó, sintió el impacto del gol en esos primeros minutos. Y a punto estuvo de recibir el golpe de nocaut luego de una monumental maniobra individual de Bruno que no pudo capitalizar Molinas de frente al arco a los 6’.
Crucero no sólo dejó pasar una gran chance de dejar ‘groggy’ a su rival, sino que pecó de confianza y revitalizó a un equipo que no podía hacer pie en el arranque. Porque a los 9’ Brian Gómez sacó máximo rédito de su velocidad, se sacó uno, dos, tres hombres de encima y cuando se encontró cara a cara con Nacho Arce definió como los dioses para el inesperado 1-1.
Desde ahí fue el Colectivero el que perdió la línea. Los dirigidos por Vicó empezaron a toquetear, el local se vio obligado a correr desde atrás y de esa manera nunca pudo desplegar el juego que pregona Rivoira.
Con el comienzo del segundo tiempo se potenció lo bueno de Brown y también lo malo de Crucero.
De la mano de Maravilla Olivares, Ignacio Oroná y un incansable Gómez, el conjunto de Adrogué pasó a controlar el juego, tuvo mucha movilidad y de a poco logró que los jugadores locales entren en la desesperación. Así, el visitante no sólo llevó el partido al terreno que más le convenía, sino que sacó de órbita a varios futbolistas locales, que se olvidaron de jugar y en cuestión de minutos se tiñeron de amarillo debido a la impotencia.
Que los jugadores de Brown hayan apurado cada situación de juego era una clara muestra de cómo estaba planteado el partido, con un visitante mucho más claro y decidido y un Colectivero lento, inconexo y fuera de sintonía.
Brown, más aplomado en la cancha y con una idea de juego bien trabajada desde hace años, fue más claro, más rápido y más punzante que el dueño de casa. Y en medio de varias situaciones sin demasiado peligro, pudo haberlo ganado si no fuera por una espectacular tapada de Arce nada menos que a Olivares a diez minutos del final.
El Chulo, que esta vez no leyó bien el partido con los cambios, sintió enormemente la ausencia del uruguayo Britos, el termómetro del mediocampo.
Crucero jamás le encontró la vuelta al partido y en definitiva terminó sumando un punto de oro ante un rival que fue más durante 80 minutos.
Para la dirigencia, ahora será el momento de elegir a un nuevo cuerpo técnico que se adapte a las reales necesidades del equipo.

Por Gustavo Hollmann