Ensuciarse en la niñez es indispensable para el desarrollo

Sábado 25 de junio de 2005
Jugar. | Para algunos especialistas, el no tener contacto con agentes patógenos durante la niñez es la causante de enfermedades alergénicas.
“La suciedad es mala para la salud y reduce la calidad de vida de quienes están expuestos constantemente a ella, cualquiera sea el motivo,  y en eso todos estamos de acuerdo”, sostuvo la licenciada en psicología  Alicia Spiridacos.
Sin embargo, para los niños, ensuciarse es beneficioso y hasta indispensable para su desarrollo, tanto desde un plano socio-afectivo como en la elaboración de su mundo interno desde el que interactuarán con los demás en el futuro.
Así, la libertad de ensuciarse en el juego, el ejercicio físico y las tareas cotidianas es una cuestión fundante del ser humano en las primeras etapas de su vida. Y de acuerdo con una investigación del doctor en psicología y pediatría, consultor de la Universidad de Oxford, Inglaterra, John Richer, el mundo real es sucio; los niños no aprenden cómo adaptarse a su mundo y crecer en él sin entrar en contacto con lo que los rodea, es decir, sin ensuciarse”.

Tiempo de ensuciarse
El hombre es la única especie lúdica y el proceso de crecer exige explorar el mundo real con todos los sentidos para desarrollar conductas que le permitan integrase socialmente, aunque esto signifique entrar en contacto con agentes patógenos.
Aquí, según Spiridacos, hay que distinguir las etapas por las que atraviesan los infantes: entre los dos y seis años es primordial que los niños puedan ensuciarse con la comida. “Por esta acción, los niños generan conciencia de pertenencia y de continuidad de ser uno mismo, día a día, y esta seguridad sólo la da la rutina de la mamá que aparece con la papilla a la misma hora, por ejemplo”, destacó la profesional.
Que como contrasentido, señaló que mientras que los padres, especialmente las madres, transmiten con firmeza a sus hijos que no deben jugar en lugares sucios, todos -excepto los más obsesivos- también esperan que sus niños se ensucien jugando y se preocupan si su hijo teme ensuciarse o es muy puntilloso y cuidadoso al respecto.
“Los padres debemos saber que lo que para nosotros significa un enchastre en la cocina, para los niños es otra cosa, es su manera de asomarse al  mundo”, dijo la especialista.
Cuando los niños pasan el umbral de los seis años, es momento de inculcarles los hábitos de higiene y las normas y reglas sociales para que cuando lleguen a la etapa de la adolescencia y la rebeldía  -que generalmente como forma de irreverencia e impostura o desafío ante la autoridad de los padres no quieren bañarse o hacen culto de la suciedad- sepan que el cuidado y el aspecto de las personas es responsabilidad de cada uno. Ya que la suciedad se asocia “con ser portadora de enfermedades, y además la sociedad moderna cree que las personas sucias son desorganizadas, de bajo nivel social, no atractivas y proclives a contraer enfermedades y desdeñables”.
Ser limpio tradicionalmente “se vincula con los conceptos de salud, alto nivel social y belleza o atracción”, opinó.
En esta línea, Richer sostuvo en su reciente estudio que “al igual que un niño que juega, el deportista que se preocupa demasiado por mantenerse prolijo y limpio no tiene muchas posibilidades de ganar y es posible que no pueda disfrutar ni involucrarse”. También dijo que se comprobó que en adultos, especialmente los hombres, “ensuciarse en ciertas situaciones resulta atractivo para las mujeres debido a que es signo de un buen estado físico, es decir, se cree que los hombres tienen un buen desempeño aunque estén sucios”.
Y continuó explicando que el hecho de que el ser humano ha desarrollado sofisticados mecanismos, tanto en sus patrones de conducta como en su sistema inmunitario, para luchar y defenderse de los patógenos presentes en la suciedad, sugiere que hemos evolucionado para poder lidiar con ellos y que ensuciarse es parte de la vida cotidiana”.

Tanta limpieza enferma
Sorprendió el magister al abordar la proliferación de epidemias y enfermedades alergénicas al afirmar “que existe evidencia que demuestra que en su mayoría aparecen en los países desarrollados y se producen en parte por el no contacto o la ausencia de suficiente exposición a patógenos, especialmente cuando somos bebés”.
Otras razones son que los ambientes en los que nos movemos están “demasiado limpios” y nuestro organismo también está “limpio” gracias a la acción de los antibióticos.
En su particular visión, dijo que “la suciedad en sí, en la forma de tierra o polvo, contiene incontables microorganismos que son esenciales para la vida; del mismo modo, el intestino del ser humano contiene mayor cantidad de bacterias que gente en el mundo, las que son esenciales para la digestión”.
“En el mundo científico, existe evidencia suficiente para demostrar que el desarrollo de los niños se ve beneficiado por la libertad de ensuciarse y que, en el curso de la exploración y el juego, el ejercicio físico, los deportes o tareas como la jardinería u otras actividades cotidianas, ensuciarse es saludable tanto para el cuerpo como para nuestra mente”, dijo.
De este modo, reflexionó que es necesario un equilibrio al evitar el contacto con agentes patógenos; este equilibrio se logra a través del contacto con el mundo real, lo ‘sucio’ que nos rodea, con el fin de aprender de este mundo y, especialmente los niños, adaptarse y crecer en él”.
Por su parte, Alicia Spiridacos coincidió con la tesis expuesta por el investigador John Richer, aunque advirtió también que si bien realizar actividades al aire libre es saludable a cualquier edad, en estos momentos el hecho de tener que ensuciarse debiera ser intrascendente.


Consejos para mantener la calma
Según estos profesionales. sería ideal que los niños cuenten con un espacio propio como un salón de estudio o un rincón donde puedan dar rienda suelta a su creatividad que en una primera etapa está muy ligada a las artes plásticas y disfrutan experimentando con témperas, engrudo, plastilina.
Otra medida consiste en negociar con los niños la hora de bañarse, después de la cual no pueden tirarse al piso, por ejemplo. Todo esto sin perder la calma.