“La escuela debe acompañar en vez de castigar al alumno que consume”

Domingo 16 de octubre de 2016
Paula Goltzman, de Intercambios. | Foto: Daniela Cortés
“La escuela debe acompañar y no castigar al alumno que consume drogas, porque es un ámbito privilegiado para escuchar qué tiene para decir ese chico y a partir de allí ayudarlo a superar la situación”, explicó a El Territorio la responsable del área de capacitación de la asociación civil Intercambios, Paula Goltzman, que trabaja en el estudio y la atención de problemas relacionados con las drogas.
Según Goltzman, “para abordar la cuestión del consumo de sustancias licitas o ilícitas dentro de las aulas, hay que entender que las drogas no entran solas como seres vivientes a las escuelas, sino que entran porque forman parte de la vida de los adolescentes y jóvenes, tanto de los que consumen como de los que no lo hacen”.
Seguidamente dijo que “la escuela es un espacio donde los chicos pasan gran parte de su día y por lo tanto si las vidas de esos chicos transitan el consumo de drogas, es lógico que eso también se repita en las aulas”, y aseguró que “la clave para enfrentar la situación pasa por el lugar y el discurso que adoptemos los adultos para ayudarlos”.
La profesional prefirió hablar de adultos en vez de docentes, porque según explicó, “en el universo de adultos además de los docentes también están los padres, los vecinos de la escuela, los directivos, los preceptores, los porteros, los comerciantes de la zona y todos los que de manera directa o indirecta tienen relación con esa escuela. Es necesario trabajar en redes porque es una problemática que necesita una mirada amplia despojada de prejuicios”.
En ese contexto, dijo que “cuando se habla de los jóvenes y la droga como título es necesario agregar una pata fundamental que somos los adultos, porque sino es como si los adultos fuésemos meros espectadores de una situación y la verdad es que tenemos que involucrarnos como actores activos en este tema si queremos empezar a cambiar algunas cosas”.
Para la capacitadora, “es fundamental entender que los adolescentes del conurbano bonaerense, de Misiones o de cualquier lugar del país conviven con una serie de situaciones en las que están expuestos a consumir tanto drogas ilícitas como la marihuana o la cocaína como también las licitas, entre las que el alcohol sigue siendo la principal droga de consumo en esa edad”.
Las drogas lícitas, como el alcohol o el tabaco, se venden en las publicidades que ven tanto adultos como niños y adolescentes. Y las ilícitas están a la vuelta de la esquina de cualquier barrio. Por eso, “es fundamental tener una actitud más realista por parte de los adultos en darnos cuenta de que la droga penetró transversalmente las actividades diarias de toda las personas y en ese contexto es obvio que las escuelas no son islas de fantasía, sino espacios de pura realidad”.
Además, la capacitadora de Intercambios advirtió “que la escuela secundaria recibe una población de alumnos que va de los 12 a los 19 años y que esa es la edad en la que gran parte de ellos van a empezar a experimentar el consumo de sustancias. Por eso, quedarse a esperar que eso suceda es de alguna manera ser cómplices de la situación. Hay que trabajar fuertemente en la prevención y para los casos en los que ya se haya llegado al consumo, sea este problemático o no. Es fundamental no expulsar a ese alumno de la escuela, sino ayudarlo a superarlo”.

Consumo y convivencia

Según Goltzman, “es fundamental la postura del adulto para abordar la cuestión del consumo de drogas en las escuelas, que no debe ser sancionadora, porque eso sólo sirve para expulsar al chico fuera de la escuela, pero tampoco debe ser naturalizadora, porque eso tampoco ayuda”.
Y en ese sentido, explicó que “tradicionalmente en nuestro país se enmarcó el consumo como un problema penal, porque se lo relaciona con el incumplimiento de la ley, y posteriormente como un problema de sanitario, porque afecta la salud del consumidor”.
Desde esas miradas, “la escuela tendría muy poco para decir frente al consumo, porque serían la Justicia o el hospital las instituciones que deberían tratar el tema, pero si lo abordamos como parte de las múltiples problemáticas de la convivencia escolar, entonces abrimos un espacio para hablar del tema dentro de las aulas”.
Para Goltzman, el consumo de drogas debe ser parte de los diálogos del ámbito de la convivencia escolar, porque se trata de algo que va mucho más allá de la violación de una ley o un problema de salud pública, tiene que ver con el crecimiento como personas de los alumnos, y en ese sentido es una temática de la que la escuela no se puede desligar”.


El desafío de enseñar a no drogarse Según la licenciada Paula Goltzman, la idea de acompañar a los alumnos desde la institución escolar a prevenir adicciones o tratarlas “puede hacerse desde los contenidos curriculares (es decir, desde las materias o talleres) pero también existe un universo muy grande de recursos que se pueden practicar en las escuelas para tratar la cuestión, a través de distintas técnicas, como por ejemplo teatralizaciones, programas de radio o producciones escritas en las que los alumnos pueden poner en palabras lo que sienten”.
La profesional destacó que “es realmente importante todo lo que tienen los alumnos por decir cuando se plantea con respeto y en confianza este problema”.
Seguidamente, explicó que “la idea no es demonizar la sustancia, porque dentro del término droga hay diferentes tipos de sustancias y la cuestión pasa por poner en palabras la necesidad o el sufrimiento que empuja a ese adolescente a consumir determinada sustancia”.
Finalmente, explicó que “es fundamental la palabra, pero no sólo como un discurso cerrado que baja del docente al alumno, sino como un verdadero diálogo en el que adultos y jóvenes puedan hablar y escucharse. Es realmente impresionante escuchar todo lo que tienen para decirnos los chicos. Sólo es cuestión de acercarnos desde el respeto y lograr su confianza para que los podamos ayudar”.

Por Daniela Cortés
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