Fede Bal: “En privado, Barbie me decía las mismas cosas que Muscari”

Sábado 27 de agosto de 2016 | 08:14hs.
Fede Bal: “En privado, Barbie me decía las mismas cosas que Muscari”

Cumpleaños número 22 de Barbie Vélez en casa de su madre, Nazarena. En medio del festejo anticipado (sucedió el 17 de junio y ella nació el 18), su amigo, el director teatral José María Muscari, lee una carta. Cada párrafo es rubricado por risas. Pero uno es tremendo: “No todo en la vida es la tapa de la revista, ni casarse y tener hijos. Nunca entendimos tu amor por un enano payaso, mediático, gordo, judío, con cara de pato. Pero a pesar de eso lo respetamos, porque todo ser humano, aunque sea decadente, merece una oportunidad...”. Fue hace dos meses, pero se conoció la semana pasada. Estalló el previsible escándalo y llegaron sus disculpas hasta la propia sede de la DAIA, donde una mujer lo escrachó mientras él, atónito, decía: “Estoy triste y arrepentido”.

 

El sábado al mediodía el destinatario de esas palabras, Federico Bal (26), habló con GENTE en el departamento de su madre, Carmen Barbieri, donde vive hasta establecerse en uno propio. Ya se mudó del escenario de la noche que cambió su vida y la de Barbie, cuando una discusión derivó en denuncias cruzadas por agresión. Esto respondió: “Muscari fue contra mis raíces, las de mi viejo. Yo me crié con esta historia. Cuando era pibe, vi muchas películas del Holocausto, leí mucho, quise saber por qué perseguían a los judíos. Mi papá me contó una historia muy fuerte, que cuando era chico sus viejos iban a trabajar y él se quedaba cuidando a su hermanito, mi tío Coco. Los militares tocaban la puerta, en Cerrito, cerca del Obelisco, y él tenía que gritar ‘¡No soy judío! ¡Viva Perón!’. Pero ya nada me sorprende del entorno de mi ex novia. Porque hasta ella misma me dijo estas cosas en privado y en discusiones”.

 

–¿Todas? ¿Lo de “judío” en sentido despectivo también?
–Sí, aunque suene fuerte. A veces me lo decía en joda, y bueno, no me sentía tocado, porque era mi novia. Pero otras fue en forma de ofensa.

 

–¿Lo de Muscari te pareció en broma?
–Tiene un humor muy particular, mucho más en un ámbito privado. Pero lo que sucedió habla de una persona que piensa así. Escribió adjetivos en forma negativa y ofensiva hacia mí. Y cuando me dice “judío” lo hace en ese sentido. Pero no me hago cargo ni me sentí ofendido. Soy bajo, no enano; soy payaso, algunas hice; dijo “mediático” como denigrándome, como que no soy actor, aunque me llamó para una obra; y lo remata con “judío”. Ah, y “cara de pato”, algo con lo que Moria la jode a mi vieja desde siempre. Pero yo no tengo ganas de hacer un escándalo mayor. No me voy a poner la bandera del judaísmo, ni a colgar una estrella de David. Me considero laico, ateo. Pero tuve abuelos judíos. Los padres de mi bobe (abuela), Lea, vinieron de Polonia a La Pampa, donde ella nació, escapando de la Primera Guerra. Conoció a mi abuelo Gregorio, también judío, y tuvieron a mi papá.

 

–¿Cómo era ella?

–La recuerdo dándome muy poco cariño, muy sufrida. Mi viejo salió así, muy duro, pero con mamá conoció otra escuela. A mis otros hermanos jamás les dijo “te quiero”. Papá, Santiago, es muy judío, de Hebraica, de dar shows para la colectividad. Mamá es cristiana y me tuvieron a mí. Con un rabino me practicaron el “brit milá”, la circuncisión. No hice el Bar Mitzvá, pero me eduqué en la escuela ORT, un colegio laico, pero judío. Tuve novias y amigos judíos; mamá aprendió a cocinar comida judía. Y me incliné hacia el judaísmo, aprendí hebreo. Fue la mejor enseñanza.

 

–¿Seguís los ritos?
–Hace poco dejé de ir a Yom Kippur, a Rosh Hashaná. Pero de chico iba. A mi vieja la recibieron increíble, porque también hay judíos conservadores y algunos eran racistas con los negros. Y mi abuelo Barbieri era bien moreno; entonces, cuando mamá se embarazó de mí, le decían que yo podía salir negro, y mi bobe decía: “Bueno, lo voy a querer igual”. Viví en una casa donde la discriminación no existió.

 

–Es difícil asociar a un artista como Muscari con la discriminación.
–Totalmente. El tiene la cabeza abierta, pero acá se equivocó. Aunque todos me digan que fue en un ámbito privado, y claramente es un audio que se filtra de la casa de mi ex novia. Ella fue la mujer que elegí para madre de mis hijos, estuve muy enamorado. Y escuchar las risas de su entorno, de su madre, es lamentable. No pretendo que debió haber dicho “¡paren todo, acaba de decir ‘judío’!”, porque fue una humorada en ese contexto. Pero también pienso: si alguien todavía cree que yo golpeé a esa chica, ¿cómo puede ser que me nombren para hacer un chiste? Acá se empieza a caer lo que dijeron de mí. Yo entiendo que la onda era agredirme, pero si me hubiera portado tan mal con ella, ni me habría nombrado. Mis amigos saben que a Bárbara y a Nazarena ni me las pueden nombrar. Que lo más lejos que pueda tenerlas de mi vida, mejor. No quiero ver a nadie de esa familia, ni a sus amigos y parientes, y si las veo, me cruzo de vereda, y si voy a cenar y están en el restaurante, me voy a otro. Pero a esto no quiero llevarlo a la Justicia.

 

–Habías dicho que lo harías.
–Me arrepentí. No quiero plata con esto. Y no acepto disculpas ni las pido, porque no le creo (Nota: Horas después de la entrevista, Muscari le envió un mensaje). El que sí las merecería es mi viejo, y tal vez la comunidad judía. El pidió perdón en las redes, porque salió en la tele. Porque sabe que desde siempre hubo represión contra los judíos. Y porque se expuso en un lugar fuerte: los dueños de los teatros y los productores de sus obras son judíos, al judaísmo le encantan las obras de Muscari. De Bendita TV, leí, lo despidieron, y no me pone feliz. No me da alegría la tristeza ajena.

 

_¿Qué te dice hoy la gente en las giras, cuando salís del teatro?
–Me apoya muchísimo, me quiere. Vio que algunas cosas no son como contaron. Nazarena pone fotos de vírgenes o de Bárbara con el moretón en Instagram y las borra, porque todos los comentarios son en contra: “Dejen al pibe en paz”. Ahora dicen que soy un psicópata cocainómano. Probé muchas cosas, ¡pero nunca en mi vida cocaína! Y ya no quiero hablar más de Bárbara, porque está entrando en un terreno que me va a sacar cosas que no quiero contar, que ni sus papás saben. Se llegó a un límite. No tienen vergüenza.