Rodanteros literarios

Martes 13 de septiembre de 2016
Dejaron la seguridad de un trabajo estable y la comodidad de un hogar estático y de cemento por aulas infinitas y un patio cuyo paisaje cambia día a día. Vendieron su primer auto, un Gol, e invirtieron ese dinero en la compra de una casa rodante a la que llamaron “Babelita”, en honor al cuento de Jorge Luis Borges La biblioteca de Babel. A bordo de ella es que Juan Revestido (31) y su novia Sol Tiesso (30) viajan por el país dando talleres literarios a niños de los diferentes pueblos que visitan.
Ambos son docentes y decidieron dejar atrás su departamento del barrio de Almagro en Buenos Aires y sus cátedras para recorrer el país. En esa aventura, además de nutrirse de los maravillosos paisajes también tienen el objetivo de dictar talleres literarios que incentivan la creatividad de los niños y al mismo tiempo los acerca a la lectura y escritura.
El periplo comenzó hace más de un año y ya llevan recorridos más de 100 pueblos de las provincias de La Pampa, Río Negro, Chubut, Neuquén, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Mendoza, San Juan, San Luis y parte de Buenos Aires.
Al Litoral llegaron hace aproximadamente dos meses. Pasaron por Corrientes, Chaco y ahora se encuentran visitando Misiones. Después estar unos días por Apóstoles, San José, Concepción de la Sierra, Itacaruaré, Panambí, San Javier, El Soberbio, 25 de Mayo, San Pedro, Bernardo de Irigoyen, Wanda, Puerto Libertad; llegaron ayer a Montecarlo. Allí, una familia, como las tantas que los acogieron a lo largo de su viaje, los recibió con mucho afecto.
“Lo de la biblioteca surgió en los últimos tiempos antes de salir. Como los dos somos docentes y teníamos ganas de seguir haciendo cosas vinculadas a lo nuestro se nos ocurrió armar un proyecto de talleres literarios. Es por eso que la casilla que está ploteada con el nombre de biblioteca rodante”, señaló Juan, que es licenciado y docente de Comunicación en la UBA.
Estos talleres son una forma de financiamiento de su viaje. Los ofrecen en escuelas, centros culturales y otras instituciones a cambio de una considerable suma de dinero que les permita mantenerlos. Los encuentros duran más o menos una hora y media. Los chicos se organizan en grupos para trabajar en la producción de una historia de la que ellos mismos son los autores. Para componerla no se valen solamente de las letras, de la palabra, sino que la complementan con dibujos y recortes de diarios y revistas.
“Nos hemos dado cuenta que en estos talleres terminan aprendiendo mucho más de lo que creímos, aprenden los directivos, los docentes y por supuesto nosotros. Los directivos y los docentes se dan cuenta que los chicos que tienen a diario son capaces de hacer mucho más de lo que antes creían. Se sorprenden de la soltura con la que se manejan, de las ideas, de la creatividad, de la capacidad de resolución de algunas situaciones. Incluso quedan sorprendidos de los valores de compañerismo y solidaridad que se ponen en juego cuando tienen que compartir sus cosas de la cartuchera”, destacó el docente nómada.
En Misiones no se encontraron con un panorama muy alentador ya que los municipios no apoyaron el proyecto por problemas de presupuesto. Sin embargo, sí pudieron dictarlo en la escuela rural N° 446 “San José de Calazans” de El Soberbio gracias a los directivos, que decidieron apostar en el taller para que los chicos tuvieran una experiencia diferente.
“Lo más fuerte del viaje es el aprendizaje. Hemos aprendido a aprender, a adaptarnos a un montón de situaciones porque vivir en movimiento es una incertidumbre constante. Hemos aprendido a disfrutar cada momento y a sacarle el jugo todo lo que se pueda”, cerró a modo de reflexión sobre la vida rodantera.