Economía social y solidaria: una mirada sobre una tendencia en alza

Domingo 14 de enero de 2018
Estos mercados al aire libre proponen un intercambio directo y sin intermediarios entre feriantes y quienes compran.
Si bien las ferias tienen como protagonista al comercio, estos espacios se rigen por “otras lógicas”: el encuentro de productores y consumidores sin intermediarios, el trato justo, el respeto, la solidaridad. Desde esta mirada, Guido Diblasi analiza este fenómeno para el informe de El Territorio.
Diblasi es tesista de la licenciatura en Antropología Social, auxiliar de Investigación del proyecto “Estrategias asociativas, políticas públicas y desarrollo rural en la Provincia de Misiones, de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Secretaría de Investigación y Posgrado, dirigido por Dr. Alejandro Oviedo, docente e investigador de la Unam.

¿Cuál es tu mirada sobre el auge de las ferias en Posadas? Entre ellas la pionera Feria Franca, la Feria de la Costa, Selva Adentro, la Feria Consciente y ahora, la Feria de la Bajada Vieja. 
El auge de las ferias podemos pensarlas como un fenómeno que ha tenido una fuerte expansión en los últimos veinte años, principalmente a partir de la creación de la primera Feria Franca en la ciudad de Oberá en 1995 y su replicación posterior en el resto de los municipios. Actualmente se estiman alrededor de 70 ferias en 55 municipios en toda la provincia.
Existen además en la actualidad canales alternativos de comercialización en expansión, como las mencionadas ferias francas, las cooperativas de alimentos y los mercados concentradores zonales, que se conformaron a partir de la iniciativa de cooperativas y organizaciones de productores con apoyo de diversas políticas públicas.
No puedo no vincular estas nuevas formas de ferias que mencionás con el espíritu de época que inició la feria franca del 95, que se puede entender como respuesta a la crisis de los cultivos de renta en la década del 90 (yerba, té por ejemplo) sin dejar de señalar que cada experiencia que señalás debería ser analizada más detenidamente y poder dar cuenta de sus especificidades y características propias.

¿De qué se trata la economía social? 
La economía social, siguiendo a José Luis Coraggio, uno de los referentes teóricos más importantes en la Argentina, define a la economía social y solidaria como “un modo de hacer economía, organizando de manera asociada y cooperativa la producción, distribución, circulación y consumo de bienes y servicios, no para maximizar el lucro privado, sino para resolver necesidades buscando condiciones de vida de alta calidad para todos los que en ella participan, sus familiares y comunidades”. A la vez que propicia lazos sociales fraternales y solidarios, responsabilidad en el manejo de los recursos naturales y respeto a las generaciones futuras, vínculos sociales armónicos y duraderos entre comunidades, sin explotación del trabajo ajeno.
Hace poco nos visitó un investigador de la Unqui, Rodolfo Pastore, quien estaba muy entusiasmado con las experiencias de las ferias francas y el mercado zonal concentrador y nos manifestaba que le gusta pensar a la economía social y solidaria (Esys) como un campo socioeconómico, simbólico y político en construcción y expansión, diferenciado de las lógicas de la empresa capitalista y del Estado, y cuya característica central de estas experiencias es su finalidad: ampliar y/o mejorar las condiciones de vida, sea de sus propios integrantes, de un sector específico de la sociedad, de la comunidad local o del entorno.
Esta es, me parece la idea clave: el objetivo central es mejorar la calidad de vida de los participantes y de la comunidad

¿Cómo analizás el trabajo de estos emprendedores, artistas, artesanos, etcétera?
Intentando responder tu inquietud de como pienso a estos sujetos: emprendedores, artistas, artesanos, la clave para mí está en pensarlos como sujetos y me refiero a colectivos, organizaciones no como individuos, hay una idea de hombre que se hace a sí mismo, el self-mad men, que resalta el esfuerzo personal como elemento definitorio, y si bien soy un admirador del esfuerzo y la garra personal, creo que no debemos caer en la trampa de pensar que con puro esfuerzo se puede salir adelante.
El esfuerzo es muy importante y un gran valor a rescatar pero el foco yo lo pondría en la comunidad, una comunidad es exitosa si todos sus miembros pueden realizarse, trabajar y vivir dignamente, con ejercicio pleno de sus derechos como ciudadanos, si una parte de la sociedad no participa del éxito como diría una vieja canción “no hay nada que festejar”.

¿De qué manera analizás el uso y apropiación del espacio público o el encuentro con otros en las calles de la ciudad para la realización de estos eventos? ¿Qué implicancias tiene?
Creo que esto empalma con lo que venimos charlando, los ciudadanos se realizan en el ejercicio de sus derechos, y uno de esos derechos es el uso del espacio público, que si bien en este caso tiene como protagonista al comercio, este se realiza con “otras lógicas”, el encuentro de productores y consumidores (sin intermediarios), el trato justo, el respeto, Por ejemplo, el mercado concentrador: se propone conjugar la necesidad de ofrecer a la comunidad un mayor acceso a los alimentos, especialmente carnes, frutas, verduras, panificados y algunas comidas elaboradas a menores precios; y la de adecuar las formas de comercialización a las exigencias de las normas de calidad e inocuidad, municipales, provinciales y nacionales. Como lugar convocante, se resignifica al mercado como espacio público: con diferentes actividades de capacitación, recreativas, culturales, de formación en cooperativismo, educación alimentaria al consumidor, rescate de semillas, se busca construir un espacio compartido que vaya más allá del simple intercambio comercial.

¿De qué forma el Estado puede aportar para que esta cultura de las ferias crezca al igual que en otras partes del mundo?
Las acciones del Estado desde mi punto de vista son centrales, porque con los instrumentos que cuenta puede proponer un modelo económico general y con políticas públicas específicas y focalizadas acompañar y fortalecer estas experiencias concretas. Creo que el trabajo es el mecanismo de integración social por excelencia, pero el trabajo bien remunerado y con capacidad de compra que haga crecer el mercado interno, las ferias locales, donde participan pequeños productores, artesanos, emprendedores de nuestra ciudad.
Ahora que se escucha mucho que hay que bajar el costo laboral, yo iría más bien en la dirección contraria hay que proponer salarios altos, con poder adquisitivo y que ese dinero circule en la comunidad, creo que el beneficio sería para todos. 

Por Ana Espinoza
sociedad@elterritorio.com.ar