La mayoría busca bebés de hasta 1 año y sin enfermedades

Domingo 26 de febrero de 2017 | 13:00hs.
Foto: Imagen Ilustrativa

Santi tiene 7 años y un pasado de terror. Con pocos meses de vida, ingresó a un hogar de niños junto a dos hermanitos mayores porque la Justicia les quitó la tenencia a sus padres, ambos alcohólicos y violentos.


En los últimos cuatro años, los pequeños sufrieron dos adopciones fallidas que lastimaron aún más sus corazones tristes.


“Total, si no estoy conforme con el producto, lo devuelvo y listo”, parecieran pensar muchos que ven a los chicos como mercadería.


Según datos de Unicef Argentina, el 91 por ciento de los inscriptos en el Registro de Adoptantes quiere bebés de hasta 1 año y apenas el 2 por ciento acepta criaturas de hasta 12.


Además, la mayoría de los aspirantes busca bebés sin patologías ni hermanos.


Pretenden un hijo a la carta, sin historia, dolor ni pesadillas que lo sobresalten por las noches. Mientras tanto, Santi y sus hermanitos siguen juntando tristeza.


Y las historias se suceden, con matices siempre duros, con niños y adolescentes que pasan años en instituciones en condición de ser adoptados y no logran encontrar una familia que los acepte como son.


Como contrapartida, apenas 26 por ciento de las criaturas que pueden ser adoptadas tiene hasta 5 años, el ‘botín’ más preciado del rubro.


Pero también hay excepciones, por suerte, que confirman que existe parejas que adoptan por amor y no sólo para completar el mandato social de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Historias que refrendan a la adopción como una institución noble y necesaria.


“Tenemos el caso de una pareja, que tuvo sus hijos biológicos y ahora tiene la guarda preadoptiva de una menor de 14 años que ya tiene un bebé. Pero eran los únicos inscriptos en el Registro Único de Adoptantes de Misiones (Ruam) dispuestos a adoptar una criatura mayor de 12 años”, comentó José Moreira, juez de Familia de Oberá.

Reparos a la ley
A partir de las modificaciones en la legislación provincial y en Código Civil se logró reducir el número de adopciones en Oberá, muchas veces relacionada a la venta de bebés, como se denomina a la intermediación rentada en la que participan busca panzas, abogados y médicos, entre otros actores de una nefasta red.

“La legislación que adoptó el Estado argentino tiene un sólo objetivo: que los niños tengan derecho a una familia, que en principio debería ser la familia de origen; en segundo lugar la familia ampliada y en tercer lugar a los que se inscriben en las listas de adoptantes, pero no a elección de los padres, lo que da lugar a cuestiones raras”, remarcó Moreira.


En diálogo con El Territorio, el magistrado expresó ciertos reparos a la Ley II, N° 13 que establece que los inscriptos en el registro de adoptantes no están sujetos al orden de prelación de la lista cuando se trate de niños mayores de 4 años o tengan alguna patología.


Es decir, dependiendo de la edad o estado de salud de la criatura, el juez puede saltar el orden del registro; donde previamente se deja constancia de la edad pretendida del niño a adoptar, si tiene o no alguna enfermedad y si posee hermanos.


“Es cuestionable una ley que permite que las personas que se inscriben para adoptar puedan elegir que el niño esté sano o no”, opinó Moreira.


A su vez, contó una experiencia personal: “Cuando trabajaba como abogado particular, una vez llegó una pareja que me dijo que el bebé no sea negrito. Ahí nomás les pedí que se retiren de mi estudio”.

Roles e intereses
El Registro Único de Adoptantes del territorio misionero tiene alrededor de 200 inscriptos, de los cuales unos 180 buscan niños de hasta un año, cifra inversa a la edad de los menores en condiciones de adoptabilidad.


Moreira criticó a quienes buscan cumplir con un rol social impuesto, porque “la sociedad le impone a la gente ciertas cosas, como casarse antes de los 30 y ser padres antes de los 40. Pero ocurre que muchas mujeres no se quieren embarazar. No están impedidas de tener hijos, pero quieren adoptar”.


Por eso, hizo hincapié en diferenciar el interés del adulto de la necesidad del niño.


“El niño necesita una familia; y el adulto, muchas veces, busca encajar con un rol social impuesto, pero no existe el derecho a ser padres y el Estado no es proveedor de hijos”, remarcó.


Y agregó que “el Estado puede ser responsable de garantizar el acceso a la salud reproductiva, pero no está obligado a darle un bebé a cada adulto”.


Asimismo, Moreira recordó que “el niño tiene derecho a una familia y por eso dos mujeres o dos hombres pueden adoptar”.
“El niño no necesita una mamá y un papá, necesita una familia. A los niños no les interesan los roles impuestos”, comentó.
Por ello, subrayó la premisa que los niños se mantengan con su familia de origen o ampliada, lo que busca preservar sus derechos e identidad y pone límites a negocio de inescrupulosos.


“Pero si no están dadas las condiciones, por ejemplo si el chico fue producto de una violación y la familia no lo quiere, ese niño igual tiene derecho a una familia”, indicó.


Por otro lado, el juez de Familia subrayó que “ahí se elegirá una familia que esté inscripta en el Registro Único y no la familia que elija el padre, porque si no lo quiere, por qué elige a quien entregarlo.


Por último, reflexionó que “el derecho del niño no pasa por el derecho del padre a quien entregarlo”.

Por Daniel Villamea