El cultivo de marihuana seduce cada vez más a los agricultores misioneros

Domingo 24 de julio de 2016
La actividad creció en comparación al primer semestre del 2015

Seducidos con promesas de jugosas ganancias futuras, cada vez más pequeños agricultores misioneros toman la decisión de mutar su tradicional modalidad de cultivo de alimentos para consumo familiar y se animan a plantar, cosechar y hasta -si la estructura lo permite- procesar marihuana en sus chacras.
La preocupante tendencia cobró mayor preponderancia en los últimos años y aparece como la punta de un iceberg, sobre todo, en la zona Norte y Centro de la provincia. Allí, se tuvieron que duplicar los controles rutinarios en plantaciones o montes nativos protegidos por ley en las chacras, sitios ocultos donde las plantas de cannabis sativa crecen durante pocos meses hasta que pueden ser cosechadas, como parte inicial de un proceso que consta de secado, picado, prensado y empaquetado.
Estos datos surgen de las investigaciones que desde hace un tiempo a esta parte llevan adelante las fuerzas de seguridad, cuyos integrantes descubrieron -sólo este año- alrededor de 20 plantaciones y almácigos. Por estos hallazgos fueron detenidos y enfrentan causas en la Justicia Federal algunos dueños de chacras y hasta peones.

El aumento de la actividad se traduce también en otro punto alarmante: en el primer semestre, las causas judiciales por este tipo de delito ya superarían a las iniciadas durante casi todo 2015, de acuerdo a lo informado por fuentes federales. Esto ocurre no solamente en el Juzgado Federal de Eldorado, sino también en Oberá.
Significa entonces que la intensidad del cultivo ha llegado a niveles sin precedentes -cuentan los investigadores- y prueba de ello son los registros de reiterados operativos que se realizaron en colonias alejadas de la urbanización, como en San Gotardo y Colonia Maura, en Capioví, además de Puerto Mado, Colonia Delicia, Eldorado y Puerto Piray, en la franja costera al río Paraná, fronteriza con Paraguay, de donde se supone que ingresan los almácigos con plantines. 
Pero la actividad ilegal no termina ahí, ya que en parajes como Colonia Paraíso, Guaviroba y Monteagudo, en El Soberbio, además de otros cercanos a San Pedro, también fueron arrasadas por las fuerzas de seguridad varias hectáreas de cannabis, plantaciones que son supuestamente financiadas por narcos brasileños que no tienen otro impedimento más que el río Uruguay para sembrar en tierras aradas por los colonos locales.

En montes o intercalando cultivos
En los expedientes judiciales aparece bien descrito un modus operandi en común, es decir, que quienes deciden cultivar marihuana lo hacen en zonas alejadas de la vista de cualquier persona, evitado así ser detectados.
Siembran en pequeñas parcelas situadas al lado de otras de igual superficie con otros cultivos de consumo diario, como maíz o mandioca, e incluso en algunos casos llegaron a sembrarlas intercaladas en la misma parcela, siempre de acuerdo a los informes presentados tanto por la Policía de Misiones, que intervino en varios operativos con incautaciones de este tipo, y Gendarmería Nacional, que también detectó estas plantaciones.
Los que se animan a desarrollar la actividad -según las mismas fuentes- no sólo optan por el cultivo, sino que han llegado a crear estructuras precarias con el fin de armar los ladrillos de sustancia prensada, que luego se comercializan a costos mucho más elevados en  territorio brasileño o más bajos en este país.
El caso testigo fue descubierto a principios de marzo en colonia Paraíso, El Soberbio, a raíz de una investigación que permitió detectar una plantación de cannabis y una estructura nunca antes vista para el secado y prensado de la droga.
No había sólo plantas, sino alrededor de 20 kilos de marihuana hecha en el lugar que estaba lista para la venta, lo que indicó que desde hacía tiempo el dueño de la chacra (detenido) venía trabajando. Suponen que lo hacía para otro, pero eso jamás se sabrá, ya que decidió no mandar al frente a nadie cumpliendo así el pacto de silencio.  
Más allá de eso, también se detectó que en la mayoría de los casos los nuevos marihuaneros ocupan pequeñas reservas de monte nativo que habitualmente dejan al deforestar para implantar cualquier cultivo. Es decir, que dejan algunos metros del monte como una franja que rodea la plantación ilegal para que no se vea a simple vista, tal como se detectó a mediados de febrero en una chacra de colonia Guaviroba, en El Soberbio.
En ese caso concreto, un grupo de gendarmes que recorría la zona de manera preventiva divisó a un hombre que pretendió correr pero fue capturado y no le quedó otra que confesar que, rodeada de una densa vegetación tenía en su chacra una plantación de marihuana con plantas maduras de hasta tres metros de altura, listas para la cosecha.
San Gotardo, frontera con Paraguay, es una de las zonas más calientes para el tráfico de drogas y en ese lugar se han llevado a cabo innumerables procedimientos con el único propósito de eliminar las plantaciones de cannabis, que continúan  resurgiendo.

Primer eslabón
Los informantes que aportaron su conocimiento para la elaboración de este informe coincidieron en asegurar que la plantación de cannabis es el primer eslabón del crimen organizado, y como ejemplo citaron a las bandas narco que controlan desde hace tiempo una gran parte del territorio en los departamentos de Itapúa y Alto Paraná (Paraguay), en la frontera con Misiones (Argentina), donde son cada vez más extensas las plantaciones de marihuana.
Según el último informe de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) de ese país, en los primeros seis meses de este año se destruyeron 638 hectáreas de cannabis. Esa lucha de las fuerzas de seguridad, suponen, podría ser el motivo principal para que las bandas organizadas busquen nuevas tierras para el cultivo, recalando sin muchos problemas en esta provincia e interesando a futuros plantadores.
En consonancia con eso, al igual que del otro lado del río, dadas las características del suelo, la planta crece con rapidez y puede sembrarse hasta tres veces al año, dicen los expertos. Se estima que por cada hectárea es posible obtener un rinde promedio de 2.800 kilogramos.
Su elaboración no requiere precursores químicos, ya que se seca al sol y después se utiliza una especie de cajón de madera hecho a mano para prensar.
Posteriormente se fracciona en forma de ladrillos de aproximadamente un kilogramo de peso y se envuelve ese producto final con cintas, dejando listo para la venta.

Por: Cristian Váldez
fojacero@elterritorio.com.ar