Ricardo Ojeda y su bandoneón, un compañero de toda la vida

Domingo 13 de diciembre de 2009
Plácido Ricardo Ojeda, no sólo recibió aprobación por sus cualidades para interpretar el bandoneón. Todo comenzó por obra del agradable sonido de las notas que tocó fibras profundas de sus sentimientos allá en San Javier, cuando contaba con 7 años de edad. Es que entonces sentía vibrar sus entrañas cuando con sus pequeños dedos practicaba en el teclado del bandoneón de su hermano Altamirano Ojeda. Tocó en la orquesta de Pedro Gómez, en la misma San Javier hasta los 9 años, le pagaban un sueldo y ayudaba a su madre. Desde entonces no se detuvo. “Abandoné mis estudios primarios, atrás quedaron los libros escolares, para estudiar únicamente música”, explicó Ricardo, hoy conocido cultor de ritmos musicales del acervo misionero.

Amor a la tierra roja
Ojeda se emociona cuando dice que ama a su Misiones desde lo más recóndito de su alma. “Por eso me aferré a lo que sé hacer, para defender mis raíces”. En su vasta carrera se destacó como autor, arreglador, instrumentador, investigador y maestro de música. Prueba de ello es que dejó un semillero que lo representó en el exterior,  tal es el caso de los hermanos Acuña en Tailandia. Fue uno de los ideólogos de la concreción del Festival de la Música del Litoral junto con José María Novoa, Lucas Braulio Areco y Adhemar Galli, entre otros. Sobre el particular se lamentó: “Es una lástima que no se haya denominado Festival de Posadas, como en Córdoba existe el Festival de Cosquín”.

Más Misiones
Ricardo Ojeda compuso innumerables temas musicales de esta parte del nordeste argentino, sobre letras de poetas misioneros. Apuntó que “la música fue un medio fuerte de actividad en mi vida, pero es un sentimiento que me nutre por los cuatro poros”. Expuso en la música sus sentimientos hacia la comunidad, es fructífero verter parte de sí, todo lo que expresa su sentir con sacrificio y constancia, pero sin quitarle ni una pizca de amor hacia su tierra. “Misiones se merece ser promocionada, opinó. Embellecerla con letras musicales  y versos, como   los de Ramón Ayala, Areco, Vicente Cidade, Aramís Orellano, Alcibiades Alarcón y tantos mas”.

San Javier y Posadas
Hace 79 años - un 9 de junio de 1930 - nació en San Javier, siempre relatada por su comprovinciano, el poeta Salvador Lentini Fraga.
Por sus venas corre sangre misionera, correntina y brasileña. El padre, Marcelino Ojeda, de Mercedes, Corrientes, era gendarme. Su madre, Octalia Aparicio, era apostoleña. Sus abuelos, Manuel Fernández y María Rocha, de Ponta Porá, eran del Brasil.
Ojeda concurrió a la escuela Nº 33, a temprana edad se vinculó con la música, entre tangos, valses y paso doble. (Seguramente con maestría y entusiasmo, acotamos). En sus horas libres, nadaba en el río Uruguay, cruzando con sus amiguitos a la costa brasileña,  “de cabezudo nomás”. En Semana Santa subían al cerrito, Cerro Monje, jugó al fútbol, practicó boxeo cuando mozo, e integró la reserva del Club Guaraní, en Posadas. Ojeda recordó las ruinas jesuíticas destruidas, donde fuera el cuartel general en la batalla de "Mbororé".

El Maestro, aviador
Desde niño quería ser piloto aviador y a los 23 años piloteó. Siguió hasta los 55. Su instructor fue Jorge Pirovani, en el Aéreo Club Posadas. Fue una actividad satisfactoria para él, haciendo taxi aéreo, lo apasionaba más que la música, expresó. Guarda recuerdos anecdóticos.
Como era enamorado por excelencia de las chicas, le insistieron para que llevara dos pasajeras a las Cataratas por unos días. Él no quería ir.
Le dijeron: son jóvenes y hermosas. Cuando llegó al campo aéreo vio que “sumaban 450 años entre las dos”, sonrió nuestro personaje.
Recuerda cuando invitó al pianista Carlos Prado  a visitar San Javier. De vuelta, la atmósfera sobre las sierras estaba liviana, había poca sustentación y mientras su invitado se nutría diciendo ¡qué hermoso panorama!, el Negro muy cerquita de los árboles selváticos  luchaba por ganar altura, temiendo caer.

Los primeros acordes
Cuando tenía 9 años llegó a la casa de su tío Calixtrato Alves, violinista y clarinetista.
Estudió bandoneón con Ángel Domínguez y ya tocaba con su tío en la orquesta de Oscar Dioverti, debutando en Apóstoles a los 13 años, siendo primer bandoneonista Pablo Roca, y Ojeda, el segundo. Cursó estudios superiores de música con el profesor Guillermo Riechert. De ahí en más actuó en las reuniones bailables posadeñas.
Extrañaba el ámbito de su pueblo natal, aunque sus abuelos lo visitaban en el barrio Villa Sarita cerca del Parque Paraguayo y la cancha de Guaraní. Fue aprendiz de relojería y sastrería. Su hermano mayor tenía una zapatería.
A los 16 años Ojeda formó su propia orquesta típica, hasta los 30. Se presentaba en los bailes con Panchito y su Montecarlo Jazz.

El cazador, cazado
Se casó a los 21 años con su alumna de bandoneón Azucena Isabel Mendoza, tuvieron dos hijos: Margarita y Ricardo Ramón (guitarrista).
Tiene varios nietos. Vivieron muchos años en el barrio Agua Corriente.

Cariño popular
La popularidad de Ojeda es vastamente conocida por los misioneros. Estudió en Buenos Aires armonía, contrapunto y dirección orquestal en 1960.
Se destacó en Estudios de folclorología, organología, investigación de campo de la música de las parcialidades mbyá, recorrió el interior acompañado por Chiquito Sánchez Ratti. Adaptó las flautas (mimby-hetá) que usaban los primeros dueños de estas tierras.
Sabe de ritmos de proyección folclórica misionera, estructura, escritura, ejecución  y ritmo. Creador y director de la Orquesta Folclórica, es orquestador de la banda municipal. Autor y orquestador de la "Cantata del General Indio con textos de Ismael Fernández, entre otros temas musicales. Director de orquesta  acompañando a la Academia Argentina de Danzas en giras por Europa. Participó en eventos internacionales organizado por la Unesco y en otros. Expuso en simposios del país  y es poseedor de numerosos premios como músico. Se abocó a la composición de la música y canto de la cantata “La batalle de Mbororé” sobre letra de Lentini y otros autores, para 30 músicos.
Cabe consignar que Ricardo a los 16 años formó su orquesta integrada por Calixtrato Alvez, su tío, en violín y clarinete, Sams Arms al piano. Ejecutaban música de todos los ritmos. Varios músicos y cantores pasaron por su orquesta propia y la orquesta folclórica:
Carlos Prado, piano, en violín Raúl Duarte, Eliesser Solis y Calixtrato Alves, bandoneón; Mario Guido Jara, guitarras; Carlos Vallejos, Miguel Viarengo, Justo Benítez, Héctor Zacarías. En bajos Altamirano Ojeda y  Adolfo Vallejos.
Nombró algunos cantores, entre ellos a Carlos Gutiérrez y Luis Benchimol. Puntualizó que actuaba juntamente con Panchito y su Montecarlo Jazz, y la Santa Mónica, con Vicente Weselka y su hijo Lito. Cantores como Vicente Olguín, Tucho González, el locutor Aramis Orellano. Grabó diversos temas como la “Cantata al General Indio”, “Chotis Misionero”. “Los Hijos de la Tierra Colorada”, entre otros.
Ojeda recordó sus comienzos cuando patrocinado por la tienda Rodríguez Barro, ejecutaba el bandoneón junto a Pablo Roca, cantando Orlando Verri, en la vereda del comercio. La gente se reunía para escucharlos. Hoy el maestro recibe el afecto de su pueblo que lo saluda al paso cuando vuelve cansado de algún ensayo, de algún concierto o de algún sueño musical.

Por Mercedes “Mecha” Villalba