"Hay que enfocarse en dar posibilidades a los jóvenes"

Lunes 23 de junio de 2014
Mariana Mampaey. | Doctora en Medicina

La médica Mariana Mampaey reside desde 1994 en Ruiz de Montoya, lugar al que llegó con toda su familia. Apenas desembarcó se hizo cargo de la salud de los locales y, como médica full time del Ministerio de Salud Pública respondió a las demandas del Centro de Atención Primaria de la Salud (Caps).
En aquel entonces había 3500 habitantes en la zona y entre ellos 600 pertenecían a la comunidad mbya guaraní.
Pero sus primeros contactos con la comunidad mbya guaraní los tuvo durante su residencia en medicina general y familiar en Eldorado, a principios de la década del 80.

Casi 10 años después, y luego de recorrer el mundo especializándose en medicina antroposófica, medicina familiar, obtener un doctorado en medicina en Suiza e incursionar en trabajos de producción agrícola, entre otras especializaciones, volvió a Argentina, puntualmente a Misiones.

¿Cómo se vincula a la comunidad mbya guaraní?
Interactúo con ellos en tres niveles, el más importante lo desarrollo en el puesto de salud, el Caps de Ruiz de Montoya, donde atiendo a toda la población a libre demanda. De los 4.000 habitantes de la Ruiz de Montoya actual aproximadamente 800 son mbya; o sea que es un municipio con mucha densidad de población mbya. Ellos están distribuidos en trece aldeas, son muchos y los atendemos con la doctora Elizabeth Van de Velde, que también trabaja en la salita.
Entre esas aldeas hay comunidades grandes y chiquitas pero son trece, y si tuviésemos los trece agentes sanitarios que corresponden, uno por cada comunidad, sería un poco más fácil porque tendríamos más contacto.
Ahora estamos trabajando con Hilario, Desiderio, Carlitos, Jorge y Gregoria; son cinco nada más pero estamos gestionando y tenemos la promesa de que pronto se incorporarían dos más.
Mi otra conexión con los mbya se da porque doné un pequeño terreno de mi chacra donde se construyó un albergue para ellos, ahí se aloja la gente que viene de lejos, hay aldeas que están a 20 kilómetros de acá y no llegan en una mañana para hacerse atender o hacer trámites en la Municipalidad o para salir hacia Posadas. Utilizan el albergue para dormir de noche y al otro día a la mañana tempranito hacen los trámites que necesitan.
En este caso yo puse el terreno, otras personas de Ruiz de Montoya donaron la casita y la Municipalidad colabora con alimentos para la gente que está ocupando el albergue. Hay un cuidador en el lugar que es mi nexo con ellos y que algunas veces colabora con algunas tareas de la chacra para tener su propio dinero.
Mi tercera conexión con los mbya es el hecho de que en mi casa, en forma privada, siempre recibimos a los que están de paso; ellos saben que tienen un plato de comida al mediodía y muchas veces hacen uso de eso, siempre cocinamos un poco más como para que sobre por si alguien viene.
Además, tengo en este momento a dos chicos, mbya jóvenes, que viven con nosotros durante la semana y los fines de semana se van a sus comunidades, para mí es muy importante porque aprendo cómo ellos viven y cómo es la comunicación más doméstica, para poder comprender porque a veces no nos entendemos.
Ellos manejan de otra forma el vocabulario y para mí eso es muy interesante ver cómo lo hacen.

¿Por qué están en su casa? ¿Vienen a trabajar?
No, ambos están estudiando. Uno de ellos en un aula satélite para indígenas del CEP 30 que tiene una matrícula muy numerosa, sobre todo en los primeros años, ya que no todos terminan porque muchos se casan más temprano y luego se van.
El otro chico vive sobre la ruta provincial 7 y para llegar a la escuela tiene que caminar varios kilómetros por esa zona y la mamá tiene mucho miedo, ya que para ellos, esa ruta es la ruta de la muerte por la cantidad de accidentes.

¿Qué futuro ve para estos chicos que residen temporalmente en su casa?
Tengo una relación de mucho contacto con los padres de estos chicos; vienen siempre de visita y les han dado a cada uno mucho amor, se nota que son chicos fuertes a pesar de que tienen baja talla, tengo fe que a futuro ellos sean intermediarios entre la cultura mbya y la cultura blanca, esa es mi percepción, pero uno de ellos juega muy bien al fútbol, quizá termina jugando. También puedo observar que tienen mucha destreza y aptitudes para el deporte; a su vez es impresionante cómo saben observar el entorno.

Retomando el tema de los agentes sanitarios que mencionó al principio, ¿qué requisitos deben cumplir para poder trabajar en una aldea y cumplir esa función?
No sé qué les piden a nivel oficial, lo que yo pido es que sepan leer y escribir como para hacer las planillas, que tengan y sepan manejar un celular para poder enviarnos un mensaje o solicitar la ambulancia cuando sea necesario, que sepan tomar peso, talla y perímetro encefálico, para saber si los niños están bien, si están evolucionando bien. Cada mes se hacen estos controles a todos los niños de hasta seis años y a las embarazadas.
Hay también un nuevo programa que es para la diabetes, la hipertensión o enfermedades cardiovasculares, pero la verdad es que hasta ahora entre los mbya no tenemos problemas de infartos o hipertensión porque esas son enfermedades del bienestar, de cuando sobra la comida y en las comunidades mbya por lo general hay hambre. Ellos te lo dicen, ‘tengo hambre’ porque no alcanza ni la tarjeta ni todos los beneficios que les dan.

Siendo médica y estando a diario en contacto con diferentes pacientes ¿cómo ve, en general, la salud de los misioneros?
En general veo mal a la salud en Misiones, me parece que es muy tecnicista y no se incorpora todavía toda la parte psicosomática en la atención primaria, donde todo se resuelve con medicamentos.
La alimentación es otro factor que me preocupa porque seguimos incorporando azúcar o jarabe de maíz de alto contenido de fructuosa sabiendo que eso genera resistencia de los tejidos a la insulina; o sea, estamos creando diabetes. O el consumo desmedido de sal por ejemplo.
Lo que veo es que en lugar de bajar el consumo de algunas cosas, en este caso ponemos en vigencia programas para diabéticos o hipertensos. Lo ideal sería comer las frutas y verduras con el sabor que tienen, sin agregarle nada. Lo otro que me preocupa es el consumo de alimentos que vienen desde muy lejos, no sabemos cómo fueron cultivados ni con qué, la alternativa la estamos encontrando en las ferias francas, donde los productos son frescos y sanos y de nuestros productores. Esa es una buena opción.

Usted manifestó oportunamente su preocupación por los becarios, ¿a qué se debe?
Los becarios están cobrando en este momento 1360 pesos por mes con la obligación de cumplir con cinco horas de trabajo haciendo tareas que no es de becarios. Deberían estar acompañados siempre de alguien que sabe para evitar que cometan errores. Están frente a vacunatorios y farmacias, lo que implica una responsabilidad enorme y donde no se pueden equivocar porque pondrían en riesgo la vida de personas; ahí deben estar cuatro años para poder pasar a formar parte de un efector de salud.
Hacen cursos y talleres pero eso no me parece suficiente. Lo que sí debo remarcar es que el pago de los sueldos funciona muy bien; a mí me tocó trabajar en épocas en que nunca sabíamos cuándo nos iban a pagar.

¿Tiene una opinión formada con respecto a los programas y recursos destinados a las comunidades mbya, tanto del Gobierno provincial como del Gobierno nacional?
Este es un gran tema ya que toda la programación, tanto provincial como nacional, es excelente. Los planes, las asignaciones, las pensiones o las jubilaciones que incluyen a las comunidades mbya son muy buenas; el grave problema es que no se monitorea bien. No se hace todo el seguimiento desde su reglamentación e implementación desde las oficinas de Posadas o Buenos Aires a los efectores finales, que serían cada uno de los integrantes de la comunidad. Pasando por nosotros en el Caps, que es el último eslabón del sistema de salud público.
Hay programas que no llegan y todavía no tenemos las respuestas de por qué no llegan. En cambio, la distribución de medicamentos es excelente especialmente el Plan Remediar.

Supongamos que se allanan estos inconvenientes, que los recursos comienzan a llegar en tiempo y forma ¿qué cambiaría?
Cambiaría la dignidad de cada ser humano, esta es una hermosa provincia y si los recursos llegarían tendríamos una población con más coraje civil, no habría tantos avasallamientos, no permitiríamos tanto abuso de poder. Si los recursos llegaran como deben llegar estoy segura de que seríamos más dignos. Lo puedo ver en mi trabajo a diario, no sólo en la población de las comunidades sino en otras de pocos recursos; cuando llega la leche las curvas de crecimiento crecen, y cuando no, se estancan.
La situación de las comunidades mbya es especial porque se les sacó el territorio que habitaban y del que se alimentaban; sólo pueden sobrevivir con asistencia y educación para que puedan adaptarse y encontrar otros recursos para poder sostenerse, que sería la meta.

¿Qué acciones han encarado, durante las campañas, los políticos de la zona con respecto a esta problemática?
Ningún político de Ruiz de Montoya pone en su plataforma alguna acción con los mbya; si lo hicieran, dos tercios de la población no los votaría. La Misiones que viene debería ser más integrativa y que la opinión de cada uno valga.

¿Cuáles son sus sueños y anhelos para la Misiones que viene?
Creo que es una Misiones que se está haciendo, no es una Misiones que va a nacer, no es un acto de parto sino una que se va construyendo de a poco. Veo en muchos chicos jóvenes una nueva sensibilidad, valoran el ambiente, la optimización de los recursos y la producción de alimentos sin agroquímicos y respetando los ciclos naturales
 Ya no vale poner las esperanzas en personas de mi edad sino en ellos. Tenemos que enfocarnos en dar posibilidades a los jóvenes. Tienen una capacidad de comunicación que nos supera. No sé qué prejuicios pueden traer desde sus casas, pero sí sé que ya no valoran al otro por lo que tienen. De alguna manera se burlan de nosotros por la forma en que luchamos por la última camioneta, el pinar o la chacra. Al menos eso percibo en los que hacen las pasantías en mi chacra, incluso algunos jóvenes extranjeros que vienen manifiestan claramente esos valores. La mayoría basa su personalidad en lo que son y no en lo que tienen.

¿No será este un fenómeno que se da acá y no en las ciudades?
No sé, baso mi opinión en las experiencias que tengo, son cada vez más los chicos que se acercan, es marcada la diferencia con otros años, hace 20 años eso no pasaba. También en cierto que se acercan a la chacra los interesados en desarrollar esos conceptos.


El perfil
Mariana Mampaey
Nació el 6 de agosto de 1957. Transcurrió sus primeros años entre Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos; estudió inglés y piano.
Luego de estar un año en Europa en diferentes intercambios culturales ingresó a la Facultad de Medicina de Rosario.
Hizo la residencia en Medicina General y Familiar en Eldorado. Asumió como Jefa de Residentes de Medicina Familiar en el Hospital Argerich y trabaja en la Sociedad Argentina de Medicina Familiar.
Se especializó en medicina familiar en Oklahoma, Estados Unidos y en Suiza, donde realizó pasantías.
En 1990 realizó un estudio sobre métodos de diagnóstico en la cultura mbya guaraní en Iriapú, Iguazú.
Desde el 2000 hasta 2004 realizó una evaluación del estado nutricional de la población indígena de Ruiz de Montoya, material publicado por el Ministerio de Salud Pública. Integra la Mesa Indígena del Consejo Latinoamericano de Iglesias. Publicó también “Salud y Cosmovisión Reproductiva en la Cultura Mbya Guaraní”.
Para este año está prevista la publicación de su trabajo de investigación “Stunted Growth (crecimiento retardado) en poblaciones mbya guaraní de Ruiz de Montoya”.