El pequeño fan de Messi que protagonizó el milagro del yerbal

Domingo 31 de julio de 2016

El sol de la mañana despuntaba los primeros rayos cálidos, cuando apareció un vecinito con una pelota. Los ojos del gurí se iluminaron con la redonda. Enseguida descolgó del alambrado su camiseta de Messi, que apenas se seca, se pone otra vez.
Las marcas de los pelotazos resaltan en la pared blanqueada de la humilde casita de Octavio Leonel Da Silva, el pequeño de 2 años que a principios de mes protagonizó una misteriosa desaparición que movilizó a cientos de personas en una desesperada búsqueda que se extendió por casi 48 horas.
El pequeño fue hallado por un policía, a media mañana del sábado 2 de julio, a unos 450 metros del campamento de tareferos donde lo habían visto por última vez.

El caso se registró en una chacra de Colonia Milagros, municipio de Dos de Mayo, donde muchos culparon al mítico Pombero, versión que desde un principio abonó el propio padre del niño, un muchacho criado en campamentos y yerbales.
A poco de cumplirse un mes del hecho, El Territorio los visitó en el barrio Las Quintas, localidad de San Vicente, donde la familia reside en una precaria vivienda de madera.
Contigua a la vivienda, se levantan las paredes de ladrillo de la casa que sueñan terminar algún día, aunque “hoy la cosa está dura y no es fácil comprar los materiales. Cuando lo encontraron a Leonel las autoridades me prometieron varias cosas y que me iban a ayudar con la casa, pero hasta ahora no aparecieron”, comentó Gilberto Da Silva (25).
Con su pequeño en brazos, el capataz de cuadrilla reconoció que su compañera, Viviana Marisel Lemos (18), ya no quiere saber nada de llevar a sus hijos a los campamentos después de lo que pasó con el más chiquito. El mayor de los niños tiene 4 años y ya sabe desgajar la yerba.

Reza por el futuro de sus hijos
El hallazgo del pequeño Leonel movilizó la sensibilidad de decenas de personas que en los días posteriores se acercaron a la familia con donaciones de juguetes, algo de ropa y alimentos.
“Después de todo lo que pasó me acerqué a hablar con mi patrón y pedí disculpas, pero me dijo que yo no tuve la culpa y me pidió que siga trabajando para él. Pero mi familia queda en casa, no van más a los yerbales”, subrayó Da Silva.
Los padres de Leonel se criaron tarefeando en los yerbales y es la vida que conocen. “Yo con 8 años ya tarefeaba para ayudar a mis padres, y mi marido lo mismo”, comentó Lemos.
Y reflexionó que “muchos se equivocan y juzgan mal, pero no llevaba a mis hijos por gusto (a la tarefa) sino que no me quedaba otra”.
Al yerbal de Colonia Milagros, Da Silva llevó catorce “números”, como se denomina a los tareferos, toda una síntesis del utilitarismo y la explotación que aún persiste en el sistema laboral yerbatero en Misiones.
“Cada número (tarefero) lleva a su familia a los campamentos para que ayude a cosechar más kilos, por eso de chiquitos la gurisada aprende. Entre todos se para la olla”, graficó sin mucha vuelta.
Y agregó: “Con todo lo que pasó, ruego a Dios que mis hijos puedan estudiar y que en un futuro consigan un buen trabajo para no tener que sacrificarse tanto en la tarefa, donde a veces se pasan necesidades, frío y no es lindo para los chicos”.

Persiste la duda
Durante la desaparición del nene se tejieron muchas hipótesis, algunos aseguraban que se lo llevó el Pombero porque el papá del nene no rindió el adecuado tributo de caña y tabaco, como se estila en las chacras; otros aseguraban que lo raptaron, vaya uno a saber para qué, y hasta se dijo que lo llevó un yaguareté.
A casi un mes de su hallazgo, para Da Silva su hijo no se fue solo ni mucho menos caminó tanto.
“La Policía dijo que lo encontraron a 450 metros del campamento donde estábamos, pero yo creo que fue mucho más”, aseguró.
“Todavía no sé lo que pasó. Por ahí en la desesperación pensé en el Pombero porque siempre se habló que se lleva a los chicos, pero siempre me va a quedar esa duda”, subrayó.
Sobre las horas de angustia en el yerbal, el joven padre contó que muchos oportunistas se contactaron por versiones y alternativas poco confiables para encontrar a su hijo.
“Alguien dijo que estaba muerto cerca del arroyo y otra persona llamó por teléfono y se ofreció para tirar las cartas, pero quería plata”, lamentó.
 Además remarcó que siempre confió en la inocencia de su cuñado y un amigo que fueron demorados algunas horas en averiguación del hecho.
Un dato que para los investigadores no pasó desapercibido, fue que tampoco aparecía la camionetita verde del niño -su juguete preferido- lo que podría indicar que se fue con alguien que conocía y a quien también tenía confianza.
Finalmente, a casi 48 horas de la desaparición, un policía que rastrillaba la chacra halló al pequeño dormido entre unos pajonales, y a su lado estaba su camionetita verde.
“Lavamos el juguete y lo guardamos y en el futuro le contaremos la historia”, dijo.
 “Ahora él no habla pero por ahí un día se acuerda algo y descubrimos lo que pasó”, especuló.

El nombre de su ídolo
Ya más distendido, el orgulloso papá contó que su pequeño se llama Leonel en honor a  Lionel Messi aunque en el Registro de las Personas pifiaron una letra y cambiaron la I por la E, pero este detalle no interfiere en la pasión que el número uno del mundo despierta en el pequeño.