Una artista que busca plantar la semilla del muralismo

Claudia Lupa es una artista plástica de Catamarca que trabaja diariamente para acercar el arte a niños en situación de calle y ancianos que residen en un geriátrico. 
Dedicada al muralismo desde sus inicios, Claudia destaca que este estilo artístico la atrajo desde un primer momento debido a su capacidad de influencia y relación con el entorno. "Los murales están expuestos a la sociedad, y de esa manera uno tiene contacto directo con el mundo, con la comunidad, y ve las problemáticas de una forma distinta".
El interés de la artista por esta técnica nació ligada a la necesidad de reflejar en sus trabajos las vivencias y sentires de los habitantes del interior del país. Hija de una maestra rural y un masajista, Lupa creció rodeada del monte chaqueño y quiso trasladar este sentimiento a sus pinturas.

 "Comencé a pintar murales cuando no me satisfació el sistema académico de la escuela de arte tradicional que en Catamarca era muy europeista. Y al estar en contacto con el monte, con otras realidades, me llevó a elegir de cierta forma un camino distinto al artista plástico tradicional. Tuve contacto con gente del litoral, donde comencé a ver un estilo artístico con un contacto directo que era el muralismo y después el momumentalismo. De ahí partí", contó. En esa misma línea, continuó: "Hace 15 años más o menos comencé a ver la lucha y lo que dejaba también la minería en Catamarca, que no era el futuro que nos prometían. Después tuve contacto con campesinos de Santiago del Estero y me di cuenta que había otra realidad, y que era necesario como artista plástica vislumbrar eso, es así como llegué a armar un taller de arte para chicos de la calle".
La experiencia que resultó sumamente movilizadora para la artista la llevó a alzar aún más su bandera cuando varios de sus alumnos perdieron la vida en un enfrentameinto policial. "Eso me hizo tomar de una forma más fuerte la bandera de seguir en contacto con estas organizaciones, que después se fueron transformando en organizaciones sociales. Los chicos por ejemplo, los que quedaron vivos, los que fueron mis alumnos, hasta el día de hoy me siguen. Me piden que les enseñe, que vaya a su barrio a pintar, a hablarles y tienen una demanda distinta a otros chicos de la calle. Una demanda de educación, del saber, del querer ser partícipe de la justicia . Yo creo que desde ahí ya  hay un renacimiento", apuntó.
Convencida de que el arte es una herramienta poderosa para la integración, Claudia comenzó a trabajar con hombres y mujeres de la tercera edad alojadas en un asilo de ancianos. "Quería ver la parte humana cuando ya es el momento que van dejando la vida, se van alejando de la vida y recuperar toda esa energía que les queda para que en sus últimos años traten de reproducir y recordar ciertos momentos", sostuvo. En relación a la tarea que se realiza, la artista destaca que se trata de un abordaje integral:"En el taller no sólo trabajamos, también se conversa, se toma mate, se cuentan anécdotas y aprendo. Yo les digo a ellos que llegué con el vaso vacío, porque aprendí un montón de ellos, a manejar mi carácter, a escuchar, a tolerarlos". Esta tarea, aunque ardua, le ofrece grandes satisfacciones a Lupa que concibe al muralismo como un libro que pueden leer aún los que no saber leer arte.
Sobre su Catamarca, Claudia se muestra crítica:  "Toda mi vida fue Catamarca, pero duele la indiferencia. Y me duele la visión del Estado con respecto al pueblo. Creen que es un pueblo dominable, que nos pueden hostigar y reprimir, yo creo que no es así que le estamos demostrando que no es así, que la sangre calchaqui esta vigente". En ese marco, destacó su labor y el germen de su lucha, que entiende prevalecerá cuando ella ya no se esté:"Voy a dejar la semilla.Va a quedar alguien haciendo lo que hago.

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