El clan Friedrich ocupa los cargos clave en la localidad de Caá Yarí

Domingo 22 de enero de 2017 | 07:15hs.
Ernesto Friedrich gobierna de manera ininterrumpida la comuna de Caá Yarí desde 1991 | Foto: Daniel Villamea.

Tras el escándalo y la polémica local generada por las cuadreras, ningún funcionario de la administración local se hizo cargo ni habló de lo sucedido. El pasado domingo durante la jornada, un caballo sufrió un accidente y se fracturó las patas delanteras, tras lo cual fue sacrificado. Se informó entonces que el jockey fue identificado como Daniel Fernández, quien resultó con lesiones.

 

El evento se desarrolló en la cancha hípica municipal de Caá Yarí y se indicó que fue organizado por Gabriel Friedrich, presidente del Concejo Deliberante local e intendente a cargo, puesto que actualmente su padre, Ernesto Friedrich, se encuentra de vacaciones.

 

Apenas conocido lo sucedido, El Territorio realizó múltiples intentos para tomar contacto con Gabriel Friedrich. Sin embargo, no atendió las llamadas telefónicas e hizo caso omiso a los mensajes que se le había dejado con el fin de conocer la versión oficial, ya que también se desconocían el destino de esos fondos.

 

Por tal razón, El Territorio se trasladó a esta localidad para tomar contacto directo con el jefe comunal a cargo, quien se negó a realizar declaraciones sobre este evento y la actual administración. Pero sí lo hicieron algunos vecinos y los pocos opositores existentes en el pueblo, quejándose del manejo arbitrario desde varios poderes clave, manejados en su mayoría por familiares directos de Friedrich.

 

“Esto es nepotismo puro”, dijo un vecino en alusión a la “desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”, como define esta manera de gobernar la Real Academia Española. Lo que pareciera ser una exageración, no lo es en esta pequeña localidad, donde Ernesto Friedrich (padre) gobierna de manera ininterrumpida la comuna desde 1991. 

 

A lo largo de 26 años al frente del Ejecutivo, el alcalde consolidó el dominio de las diferentes áreas de la comunidad, al punto que sus hijos dirigen el Concejo Deliberante y el Juzgado de Paz y familiares cercanos otros poderes del Estado.

 

En consecuencia, actualmente la familia Friedrich comanda los principales poderes y mantuvo silencio en torno a lo sucedido en el citado episodio.

 

Varios asistentes mencionaron que, apenas producido el accidente del equino, a viva voz el presidente del Concejo prohibió que se tomen fotografías o se filme. Incluso, los tres policías apostados en el lugar habrían intimidado a los concurrentes para que desistan de registrar los hechos con sus teléfonos celulares. En las cuadreras se apuestan fuertes sumas de dinero.

 

“Lo recaudado es beneficio para los Friedrich, eso lo saben todos en el pueblo. No va plata para ningún área municipal, pero usan recursos municipales para mantener el lugar en condiciones”, aseguró Jorge Muller.

 

Aprietes y persecución
En diálogo con El Territorio, el joven Muller comentó que hace tres años se mudó a Oberá en busca de una salida laboral, ya que “en Caá Yarí no hay ningún futuro”.

 

Para graficar el poder que ejerce Ernesto Friedrich en el pueblo, mencionó algunas experiencias que padeció en carne propia.
“Hace años están construyendo el colegio y no terminan, entonces hice la secundaria en San Martín y el intendente me quiso prohibir eso, porque quería que vaya a un colegio en Alem, que queda más lejos. Llegó a llamar al director del colegio de San Martín para presionar. Tres o cuatro compañeros dejaron el colegio por eso, pero yo no hice caso y seguí yendo”, relató.  

 

También participó en política por la oposición, circunstancia en la que seguidores del jefe comunal le rayaron el auto, denunció. “Mi papá sigue viviendo en la chacra y necesita que arreglen los caminos, pero tiene que ir diez veces a pedir y no le dan respuestas. Todo porque nos consideran enemigos. Aparte, tienen a la Policía en el bolsillo y con eso amenazan a la gente. Así, a la hora del voto, todo pesa”, subrayó Muller.

 

En tanto, afirmó que le consta que el oficialismo local “trae gente de Oberá, Guaraní y otros lados para votar”. 

 

Ser opositor

En sintonía, Marcelo Andersson explicó que “en Caá Yarí es fácil: estás con los Friedrich o no. Y si no estás con ellos, te consideran su enemigo. Manejan los tres poderes, a la Policía y todo lo que pasa en el pueblo”.

 

Mencionó que en las últimas elecciones fue candidato a intendente por el partido Agrario y Social, lo que profundizó las diferencias con la familia que domina el pueblo.

 

“En realidad, el problema empezó hace años, cuando mi papá se negó a darle apoyo político y acarrear gente para ellos. Ahí nos hicieron la cruz. Mi papá tiene una chacra y él mismo tiene que hacer el mantenimiento del camino porque el intendente no permite que las máquinas entren hasta nuestro sector”, lamentó.

 

Opinó que en el municipio “no hay más de 100 votantes, pero en cada elección viene gente que vive entre Cien Hectáreas y Kilómetro 0 de Oberá, de Alem y Mártires, gente muy humilde que los Friedrich mantienen con mercadería y pensiones”.
En este contexto, son pocas las voces discordantes en el pueblo -al menos que se animen a expresarlo públicamente-, ya que el intendente y sus hijos deciden los destinos de la comunidad.

 

“Es complicado vivir en Caá Yarí, un pueblo chico donde la familia Friedrich se acostumbró a hacer lo que quiere. Y si los contradecís o te enfrentás con ellos por algo, se te complica mucho más. La semana pasada, por ejemplo, fui a la Municipalidad a pagar unos impuestos y me hicieron esperar 40 minutos, siendo que era la única persona que tenían para atender. Me lo hicieron a propósito”, expresó Marcelo Andersson, criado y nacido en el lugar.

 

“Es un sistema feudal y te amenazan para conseguir lo que quieren. Los Friedrich se mantienen en base al temor porque la mayoría cobra un sueldo de la Municipalidad o tiene una pensión que ellos gestionaron. Entonces agachan la cabeza y hacen silencio para no perder sus beneficios”, opinó Jorge Muller, también oriundo de Caá Yarí.

 

Cara a cara
 El jueves, este matutino visitó Caá Yarí y trató de entrevistar al intendente a cargo. Era minutos después de las 8, las calles del pueblo estaban desiertas y, en la vereda de la comuna, Gabriel Friedrich charlaba con el concejal Raúl Rave.

 

Luego de la presentación y la consulta periodística, el alcalde interino se negó terminantemente a hacer declaraciones. “No, no. No voy hablar”, dijo e ingresó a su oficina.

 

Rave presenció la escena y trató de intermediar, pero Friedrich cerró la puerta. Así, el concejal Rave se transformó en forzado anfitrión y accedió a brindar su visión sobre la llamativa situación que se da en Caá Yarí, donde la misma familia controla los tres poderes.

 

“No hay mucha vuelta que dar, porque si el gobierno central lo permite nosotros no tenemos mucho que decir”, indicó.
Explicó que desde el año pasado el municipio cuenta con cinco concejales, de los cuales cuatro responden al Frente Renovador y uno a la UCR.

 

En tanto, si bien pertenece a las filas de la renovación, proviene de un sector que se enfrentó a los Friedrich en las últimas elecciones. “Uno trata de acompañar los proyectos y tengo que decir que trabajamos de manera cordial. Es un pueblo chico y nos conocemos todos”, agregó. 

 

Como docente y jefe de sección Almafuerte-Caá Yarí, confirmó que el censo de 2010 arrojó un total 830 personas en el pueblo, una cifra notablemente superior a los 135 habitantes que arrojó el censo del 2001.

 

Tamaña diferencia en apenas nueve años, abona la teoría que tienen muchos: para cada elección llega gente de otros municipios que poseen domicilio en Caá Yarí, pero sólo vienen a votar.  

 

“Decime en qué municipio no pasa eso, y si me decís uno solo, te pago el asado”, argumentó Rave al respecto.

 

Toda la familia en la función pública
La localidad de Caá Yarí se ubica sobre la ruta Provincial 225, a 17 kilómetros de Oberá y a 14 de Leandro N. Alem. Es como todo pequeño pueblo, tranquilo, sin grandes salidas a los jóvenes y manejados desde hace años por  Ernesto Friedrich. Es intendente de esta localidad, desde 1991, pero antes fue concejal. Ya son 30 años en cargos públicos que lleva Ernesto Friedrich, quien en 1987 asumió como concejal y luego intendente.

 

Desde entonces, no sólo se afianzó en la administración comunal sino que en forma progresiva fue incorporando en puestos clave a toda su familia.

 

De esta manera, todos dependen del ingreso como empleados del Ejecutivo, Legislativo local o Judicial.

 

 Su esposa, Sofía Björklund, cumple el rol de secretaria de Acción Social de la comuna; su hija Patricia Friedrich ocupa el cargo de jueza de Paz y es docente de la Escuela 155, y su hijo Gabriel Friedrich es presidente del Concejo de Deliberante, actualmente a cargo de la intendencia por las vacaciones de su padre.

 

Más familiares al poder
En tanto, Jairo Siniak, esposo de Patricia Friedrich, es el secretario de Obras Públicas del municipio. A ellos, se suma Claudia Wagner, la esposa de Gabriel, que se desempeña como secretaria de la presidencia del Concejo Deliberante que ejerce su marido.

 

Pero estos no son los únicos parientes que ostentan cargos públicos.

 

Hugo Friedrich es primo de don Ernesto y se desempeña como maquinista de la comuna.

 

Silvio Friedrich, hijo de Hugo, es policía y cumple funciones en la comisaría local y cerquita de ahí trabaja su hermana Mabel Friedrich, enfermera en el Centro de Atención Primaria de la Salud (Caps) del pueblo.

 

De esta manera, en cada sector de decisión de este pequeño pueblo se encuentra alguien con el apellido Friedrich.

 

Algunos números
En total, quince empleado tiene la Municipalidad de Caá Yarí, de los cuales sólo tres se encuentran en planta permanente.
Algunos trabajadores llevan, más de una década, como contratados. En total, se estimó en 10 millones de pesos el presupuesto anual del municipio para el 2017.

 

Iglesias y cuadreras
Apenas se ingresa al pueblo, se destacan tres iglesias -dos templos evangélicos y la capilla católica-, enseguida el salón comunitario y el primer almacén, enfrente.

 

La comisaría y al lado el Caps, que sólo atiende dos veces por semana.

 

Cruzando la calle, se halla la Municipalidad y, casi pegado, el cajero automático.

 

A unos seis kilómetros, siempre por ruta 225, se ubica el barrio Las Flores.

 

El resto del municipio se reparte en la colonia, donde hay más iglesias que comercios. 

 

Imposible conseguir saldo virtual, no hay carnicería, tampoco tienda ni zapatería.

 

La diversión local se reduce a una plaza con algunos juegos para los más chicos, la cancha de fútbol y el club hípico municipal, donde cada tanto se celebran las cuadreras.