El llamado que movilizó a todo un pueblo en Río Negro

Domingo 26 de febrero de 2017 | 10:00hs.
A fines del año pasado, la pareja fue convocada para conocer a los cuatro niños que hoy son sus hijos.

La fecha quedará por siempre en su memoria, en lo más profundo de su alma. Fue el 12 de noviembre cuando le notificaron que había cuatro hermanitos en Misiones en estado de adoptabilidad. Aquella llamada marcó un antes y un después en la vida de Andrea Barros y de Víctor Bernardete.


La pareja es de Allen, ciudad y municipio del departamento General Roca de la provincia de Río Negro. Ella es ama de casa y administra una despensa en su propio hogar. Él, en tanto, se desempeña como guardiacárcel.  “Quince años estuvimos en el registro de adoptantes, cuando cambió el Código Civil integramos el padrón nacional. Todos los fines de septiembre renovamos el contrato”, comenta Andrea en diálogo con El Territorio.


“Tres meses antes de que nos llamaran por teléfono por los hermanitos de Misiones, habíamos ido a cambiar en el Registro, porque primero habíamos puesto bebés o niños hasta 12 años. Y luego los psicólogos nos dijeron por qué no nos inscribimos para adoptar hermanitos, yo tenía dudas; mi marido tomó la decisión de decir que sí”, recuerda Andrea.


Esa decisión fue crucial pues más tarde sus vidas cambiarían completamente.


“Nos llamaron el 12 de noviembre de 2016 y desde ahí fue todo una locura. Tuvimos que hacer venta de empanadas, pollos a la parrilla, nos ayudó mucho el municipio porque era mucho gasto viajar de Río Negro a Posadas”, dice la mujer.


“El 3 de diciembre empezó la adaptación, tuvimos quince días con los chicos. Primero los buscamos unos días en el hogar donde estaban y después los llevamos a una casa en Garupá, donde estábamos parando”, relata.


El año pasado, Andrea y Víctor estuvieron quince días en Posadas compartiendo con los niños, que se encontraban en un hogar. Como hubo una excelente interacción, la Justicia les dio la tenencia provisoria de los hermanitos. Ya para el 7 de febrero estaban citados en un Juzgado de Familia de Posadas, donde se les notificó que habían obtenido la tenencia definitiva de los chicos.


Si bien destaca el amor que le inspiraron desde el primer momento, reconoce que no fue sencillo con Milagros, la hermana mayor, que por entonces tenía 11 años. “Con ella costó un poco más; tenía otro concepto de nosotros. Pensaba que la traíamos a Río Negro a trabajar”, comenta. Y agrega: “Costó al principio organizarnos. Pero hoy en día cada uno tiene su propia habitación. Cuando llegamos de Misiones, mi casa era un mundo de gente. Los chicos tenían un montón de regalos, tenían de todo. Fue un recibimiento con mucho amor”.


Si tiene que definir lo más difícil de ser padres, señala “los permisos”. “Sobre todo para la más grande. Yo tengo que hacer de mala y decir que no”, reconoce y desliza: “Pero lo más lindo es escuchar que los chicos te digan mamá y papá”.


Los niños hacen diferentes deportes en contraturno a la escuela. Las niñas acrobacia con telas y atletismo, mientras que Brian practica fútbol. Claro que las actividades extraescolares no se superponen con las clases de catequesis.


Milagros, de 13 años; Brian, de 11; Sabrina, de 5; y María, de 3, finalmente encontraron una familia y dejarán enterrados en el pasado los capítulos oscuros de su infancia, aferrándose sólo a las cosas buenas.


“Ahora hay más confianza y ellos se sueltan más, cuentan cosas que sorprenden y te hace pensar en todo lo que sufrieron. Tratamos de que ellos sean felices y darle todo lo que esté a nuestro alcance. Somos una familia muy unida y los vamos a sacar adelante”, asegura Andrea.

Sin perder la esperanza
La historia de amor comienza hace tiempo con una dura noticia para Andrea: a causa de una cirugía, quedó imposibilitada de tener hijos. Inició entonces, quince años atrás, las gestiones para inscribirse en el Registro Nacional de Adoptantes y nunca perdió la esperanza.


Más tarde conoció a Víctor, con quien comparte su vida. Supo desde un primer momento que ella no podía tener hijos biológicos, pero eso no le importó. Víctor se unió a Andrea en su cruzada por constituir una familia, siendo la adopción su única alternativa.