“Con la ayuda de los vecinos, quiero batallar contra el olvido”

Lunes 19 de septiembre de 2016
Unos 400 años atrás, las reducciones jesuíticas guaraníes formaban el paisaje y daban vida a distintas regiones de Misiones. Apóstoles, Concepción de la Sierra y San José fueron algunas de las cunas de las comunidades, aunque sus ruinas y vestigios no se hicieron tan conocidos como en San Ignacio o Corpus.
Un grupo de investigadores del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) se encuentra reconstruyendo estos pueblos jesuíticos con el objetivo de devolverle a la comunidad un agregado de valor al patrimonio que destacan como “olvidado”.
Sin embargo, la investigación tomó un ritmo diferente al encontrarse con una particularidad. Es que tras el alejamiento de los jesuitas de aquellas construcciones, los materiales y las estructuras fueron ocupadas para erigir las actuales localidades, por lo que las estructuras históricas se funden con los modernos edificios que se alzan sobre la Misiones actual.
Amanda Ocampo, de 29 años, es arqueóloga y -junto a su grupo de investigación- se encuentra trabajando activamente en una beca doctoral del Conicet, mediante la cual realiza excavaciones y análisis de materiales jesuíticos hallados en Concepción de la Sierra.
En una entrevista con El Territorio, contó la forma en que se debe “negociar” con los vecinos para poder acceder a sus propiedades privadas y realizar la excavación. Pero lejos de ser un impedimento, el grupo se tornó aún más fuerte con la ayuda de los mismos lugareños, que se prestan a realizar muchas veces ellos mismos las excavaciones y colaborar con el objetivo de la investigación.
“Pedimos permiso y terminamos excavando con la misma ayuda de ellos en el patio trasero de su casa. Se deja de lado la vieja forma de investigación, donde sólo el investigador sabía lo que hacía y el vecino no se metía, ahora es colaborativo”, dijo Ocampo.

Una ciudad sobre otra

Otras de las particularidades, según contó la arqueóloga, es que a diferencia de las demás reducciones, la de Concepción jamás se mudó. Por eso, su temporalidad histórica es un poco más temprana que las otras.
“Los turistas y misioneros conocen lo que pasa con reducciones del lado del río Paraná, son sitios que tienen entradas, están hechos especialmente para el turista. Pero Concepción lo que tiene es que el casco histórico está debajo del casco actual, o sea que la plaza actual coincide con la plaza de la Reducción, la iglesia actual con el antiguo templo, las viviendas lo mismo; en arqueología se llama palimpsesto, lo nuevo sobre lo viejo”, explicó Ocampo.
Un pintoresco ejemplo mencionado por la investigadora es el de una vecina que en el patio de la casa posee dos columnas de la antigua reducción, con los grabados propios de la época y un gran valor histórico. No obstante, arriba de ellos colocó una parrilla.
“Lo interesante es que cualquier persona ve y tiene distintos materiales de la reducción, como piezas del reloj de sol, muros y piedras que se utilizaban antes, y no se dan cuenta del valor que tiene. Los vecinos tienen medianeras y estructuras con estas piedras antiguas, las reutilizaron”, agregó.

Arqueología colaborativa
Ocampo relató que en el campo, hay vecinos que no desean colaborar, pero también hay otros que se ofrecen como ayudantes y son de gran importancia a la hora de reconstruir el pasado del lugar.
“En Concepción tuve una experiencia súper linda, porque la gente va, te muestra, te quiere contar, te hacen entrar a sus mismos patios, incluso los abuelitos te recuerdan cosas que había antes y desaparecieron, nos muestran colecciones que tienen, no nos esconden información, es más, nos señalan muchas veces el camino por dónde seguir”, contó la joven arqueóloga.
Esta motivación no fue tampoco al azar, sino producto de talleres y charlas que los investigadores tuvieron con los vecinos. “Todo lo que nosotros hacemos lo exponemos en la comunidad, las publicaciones quedan en el pueblo, el conocimiento se difunde, los materiales quedan en la Casa de la Cultura de Concepción, la idea es que siempre el vecino sepa lo que estamos haciendo”, dijo. Y añadió: “Hay que decir que es a pulmón, formamos una especie de laboratorio en la Casa de la Cultura que implica limpiar materiales, llevar lupas, registrar con fichas, para que no se estén moviendo de un lado a otro y queden en el pueblo”.
“Ya sabemos que se tiene que trabajar con la gente para que sea un vaivén. Nosotros excavamos en espacios urbanos, la gente se acerca, excavan con nosotros, pueden hacerlo que quieran, opinar y participar de todo el proceso. Por ahí los que no saben qué hacemos piensan que somos buscadores de oro, pero cuando les contamos se integran al proyecto”.

Turismo patrimonial

Para Ocampo y su equipo de trabajo, las reducciones de Concepción fueron dejadas a un lado del circuito turístico, lo que también los vecinos lamentan de cierta forma. “Con el municipio estamos trabajando con distintos proyectos, la idea es que surja una dinámica cultural que tenga en cuenta el pueblo, el progreso, las nuevas obras. Porque el proceso de memoria se va perdiendo”, dijo.
No obstante, agregó: “Esa transformación que se da en el espacio también te está hablando de un proceso social. Nuestro equipo va un poco por ese lado, en dar un agregado de valor hacia un turismo sustentable, un cambio de vida para ellos, una oferta de trabajo con este patrimonio”.
En ese sentido, apuntó a que no se trata de formar un “turismo avasallante de compra y venta”, sino más ligado a lo cultural, con planes de manejo y proyectos que involucren a la gente del lugar. “Las políticas de patrimonio acá en Misiones son básicamente en San Ignacio. En otros lugares, sobre todo lo que implican los espacios de memoria, no hay nada”.
Al tiempo que reiteró: “Es increíble, uno ve el patrimonio arquelógico de 400 años caminando por la vereda, no pagando entrada, y por eso estoy acá, porque con la ayuda de los vecinos quiero batallar contra el olvido”.