“Por Chucho quería lagrimear”

Domingo 30 de noviembre de 2008
La vida de José Andrés Acasuso estuvo rodeada por el deporte. Desde el básquet, el fútbol en el Brown y también “el tenis como aficionado”, remarca… el papá del Chucho, José Javier Acasuso, uno de los embajadores misioneros por el mundo, que hace una semana fue protagonista con los colores argentinos en la final de la Copa Davis.
Cacho logra distenderse en el diálogo con El Territorio y recuerda su pasado con los colores del equipo de básquet del Itapúa, cuando “se jugaba cadetes y mayores el mismo día. Y nos hacían quedar para que juguemos con los veteranos y ahí estaba el padre de (Alberto) Luli Mancini. Un gran jugador de básquet. Eran grandes y panzones, y a nosotros nos daban con todo”. Es más, Cacho resume: “Te mataban a cachetadas”.
Aunque la cita obligada fue para dialogar de tenis. Este deporte que lo envuelve de lleno a su hijo desde los quince años, cuando Chucho le dijo a él y a mamá: “Ya tomé la decisión, voy a jugar el tenis”.
Así comenzó a gestarse la carrera del ícono misionero, quien desde el vamos fue concientizado cuando dio el paso clave, hace nueve años. Cacho recordó que le remarcó: “'Lo único que te pido hijo es lo siguiente, si no te bancás la vida de un tenista profesional, me avisás y estudiás'. Eso fue en marzo y en agosto ganó su primer torneo”, agrega.
La Copa Davis aún retumba. La final perdida con España, los sinsabores, el clima previo, el durante y el después. Cacho se toma unos segundos pero responde con convicción. “José es muy especial. Ahora va a empezar con Gabriel Markus, vamos a ver. Estuve hablando con él y me dijo, 'vamos a ver si no lo afecta mucho esto'. Porque la verdad que cuando perdió en Rusia le afectó muchísimo. No pudo superar haber perdido esa final. Todo el año posterior fue malo”.

¿Y no compensa en parte que la gente siempre lo bancó?
Creo que sí. El apoyo de la gente lo debe ayudar mucho. Si lo silbarían no se levanta más. Él ni nadie.

¿Sintió más esta final que la del 2006?
Sí, son dos cosas totalmente distintas. En 2006 fuimos de punto, acá fuimos de banca. Lamentablemente ahora, el triunfo de los españoles fue una bofetada a la soberbia de los argentinos. Creo que ahora dolió más, antes de jugar los puntos ya estábamos festejando y eso cuesta digerir. En Moscú fuimos a pelear. Acá la derrota fue humillante; no para los jugadores, sobretodo para el periodismo de la Capital en general. Son muy exitistas. Y cuando nos enteramos que él jugaba el punto, yo quería llamarle para decirle que no juegue. Porque otra vez se repetía la historia del héroe o el villano.
Y él nos manda un mensaje, 'mañana juego'. Entonces le contesto: 'Procurá abstraerte de todo, jugá tu mejor tenis y un gran abrazo'. Le dije a todo nuestro entorno, que no tenía dudas que iba a jugar un gran partido. Él único miedo era que no le dé el físico, porque hace un mes que él no venía haciendo nada. Acá se preparó para jugar dobles y tuvo que salir otra vez a dar la cara”.
Cacho no oculta su malestar por lo que sucedió hace siete días en el Islas Malvinas de Mar del Plata. La derrota de Chucho con Fernando Verdasco caló hondo y trajo consigo consecuencias importantes, difíciles de obviar.
“Cuando se pierde aparece toda la miseria, que antes era tapada por el triunfo. Entonces resulta que ahora, los verdaderos culpables no se asumen como tales. Y acá hay culpables dentro del equipo, sin ninguna duda. Si muchas veces querés jugar todos los puntos, como pretenden algunos, no es amor a la camiseta. Muchas veces significa muchísimo más dinero”, subraya.
“Antes, cuando te sacaban era porque estabas jugando mal. Era en función del equipo. Hoy no se resigna. 'No, yo tengo que estar'. Eso fue una bofetada a la soberbia argentina. En todo somos los mejores. Y el equipo español de tenis nos dio una lección en todo sentido: deportiva y culturalmente. El gesto de Feliciano López  gritando, 'Argentina, Argentina'. Eso hay que canalizarlo para bien”, completa.
Y agrega: “Creo que lo positivo que va a tener la selección argentina de fútbol, es que Maradona tiene la personalidad de hacer lo que él quiere y no lo que quieren los jugadores”.

Trasladándolo al equipo de Davis, ¿Vilas, Clerc?
Vilas tuvo la oportunidad de trasladar su experiencia a chicos jóvenes y nunca lo hizo. Es egocéntrico y soberbio. Y esto no lo digo yo, está en la consideración de todo el mundo del tenis. Creo que el capitán tiene que ser (Martín) Jaite, es un tipo conocedor. Y a Luli lo voy a defender a muerte.

¿Desde su posición de padre, qué fue lo primero que le transmitió a José después de la final?
Un gran orgullo, se me paraban los pelos de la nuca y quería lagrimear cuando escuchaba el aliento de la gente. La televisión no te transmite eso, era un infierno. Y vos te ponés a pensar, 'ese es mi pollito'. Un orgullo de la gran siete y una tristeza, porque nuevamente en las manos de él estuvo ser el héroe. Tristeza por el equipo argentino, pero un gran orgullo. Toda la familia contenta. Yo llegué a Posadas y me decían, 'lo que él hizo'. Eso es lo que me transmite la gente por la calle.

¿Se lo comentó a José?
Si, él sabe. Me gustó muchísimo la cobertura (de El Territorio). Ojalá estas cosas sirvan para bien. Y hay otra cosa, cuando te ponés la camiseta argentina la presión es otra, no es lo mismo que cuando jugás un ATP. Y también está todo muy politizado. Y el periodismo sabe.
¿Cómo cree que lo trata a José la sociedad misionera?
Creo que muy bien. Lo que pasa es que tiene un plus, que es su perfil bajo. Y no es porque sea mi hijo, pero él es un chico muy bueno. Es respetuoso con la gente, yo a veces lo veo acá, o en Buenos Aires. Tiene una humildad muy grande, es un chico que es reconocido en el mundo por los jugadores. Nunca tuvo un problema con nadie.
Yo le cuento las sensaciones que tiene la gente por la calle. Y le digo dos cosas: quiero que el día de mañana te reconozcan más por ser una buena persona que por ser jugador de tenis. Y después le dije mirá -porque nosotros nunca le exigimos- a mi me preocupa más lo que vayas a hacer de los 30, cuando supuestamente dejes el tenis, hasta los 80, donde supuestamente va a llegar tu expectativa de vida. Esos 50 años me preocupan, y quiero que seas un tipo feliz. Porque este deporte te come la cabeza: cambiar de psicólogo, de comida, de horarios. Es terrorífico. Vos procurá armar tu casita y ser un tipo feliz, de los 30 a los 80.