Ordenanza sobre remoción de cadáveres genera fuerte debate

Domingo 20 de agosto de 2017
El camposanto municipal se encuentra colapsado actualmente. | Foto: Facundo Correa
Continúa el debate por el traslado de los cuerpos del cementerio municipal 'La Piedad' de Posadas. Mientras que un grupo de vecinos damnificados, ‘No al desentierro’, insisten en que paren con los traslados, desde el municipio indicaron que es imposible ya que no tienen dónde enterrar a los nuevos fallecidos, además, se está cumpliendo con la normativa vigente.
Tras varios meses de reclamos, los traslados continúan repitiéndose, y los familiares, siguen con malestar e indignación por la situación.
Mabel Rivero, vocera de ‘No al desentierro’, en diálogo con El Territorio, sostuvo que ya se realizó varios reclamos para evitar más traslados.
“Entregamos pedidos formales de pedido de audiencia al intendente, al defensor del pueblo, al presidente del Concejo Deliberante e incluso una nota pidiendo intervención al obispado”, dijo.
Asimismo, indicó que el viernes tuvieron una reunión con el director general de la Secretaría de Gobierno, Iván Lambert, para trasladar las inquietudes de los vecinos y recibir una respuesta desde el municipio. “Lo que pedimos es que paren con esto hasta que busquemos una solución que beneficie a ambas partes”.
Al respecto, sostuvo que la respuesta fue clara por parte de Lambert, “nos dijo que no podían parar, porque está colapsado el cementerio, y si paran, no tienen dónde ubicar a la gente que lamentablemente se está muriendo ahora”.
“Incluso nos ofreció asistencia psicológica, pero a esta altura la asistencia psicológica ya no nos sirve, nos vemos desbordado psicológicamente”, manifestó.  

Ordenanza municipal
De acuerdo a la ordenanza 118/82, un fallecido puede estar solo cinco años en una tumba. El Municipio comenzó a aplicar esta ordenanza que rige desde 1982.
En este sentido, Mabel Rivero indicó que “no nos pueden obligar a acatar una ordenanza que no fuimos notificado antes”. Asimismo sostuvo que Lambert dijo que el pedido debería ir al Concejo, “para que cambien la ordenanza, y aseguró que desde el municipio no se pueden incumplir las que están vigentes”.
Al respecto, Lambert declaró: “Tenemos una ordenanza vigente que establece  que tras el vencimiento del plazo, debe realizarse el traslado hacia los nichos”.
Y señaló que en principio siguieron insistiendo con parar; “Lo que sí entendieron es que nosotros como Ejecutivo tenemos que cumplir con la ordenanza vigente, nosotros no podemos hacer una cosa diferente de las que dictan las normativas”.
Y concluyó: “No hay forma de sostener un cementerio si no es de esta manera, sino habría que hacer diez cementerios más”.

Método común
Lambert, quien estuvo en el encuentro con vecinos, sostuvo que el cementerio está totalmente colapsado y que el mecanismo que se utiliza en Posadas, es común en varias ciudades del país.
“Entendieron que es la forma mayoritaria que se usa en el país, sino no se podría mantener el cementerio”, recalcó.
“Hace un año y medio que lo estamos realizando, hicimos más de 4 mil traslados, hay un grupo de personas que no está de acuerdo con esta situación por cuestiones afectivas y emocionales, absolutamente lógicas”.
Por otra parte, destacó que la reunión fue positiva aunque indicó que los vecinos siguen insistiendo en parar con los traslados, “fue una reunión informativa y quedamos en continuar con el diálogo”.
Otra solución que plantearon los vecinos, es la compra de un nuevo predio.
Al respecto, Lambert dijo: “No estamos en condiciones de comprar otro predio para un cementerio nuevo, y aunque lo pudiéramos tampoco resolvería el problema porque si se utiliza el sistema de no trasladar los cuerpos, un nuevo cementerio se llenaría en pocos años, no hay otra solución que ésta”.


Opinión
César Iván Bondar
Doctor en Antropología Social. Conicet
Más que un depósito de cuerpos Ante las numerosas consultas de deudos preocupados por el destino de los restos de sus familiares sepultados en el Cementerio Municipal “La Piedad”, y atendiendo al compromiso crítico de más de diez años de investigación en el campo de la etnografía de la muerte y el morir resulta insoslayable la emisión de una opinión sobre lo que acontece actualmente. Las problemáticas de la muerte y el morir, hasta la consolidación de los proyectos que dirijo, han sido muy poco estudiadas en el contexto local, lo que ha llevado a la proliferación de “todólogos” que creen ser voces autorizadas para referir a temas tan sensibles, por ello no menos serios o rigurosos, como los que nos convocan en este escrito. Lo primero que solemos escuchar son frases que suenan algo así: “ya nadie le da importancia a los muertos, ni velorios hacen”, “ya nadie visita a sus difuntos el día de muertos”, “eso se ve más en México”, entre otras. Todas estas miopes expresiones, que muchas veces vienen de profesionales formados, se fundan en consideraciones sin validación empírica. Ahora bien, si el culto a los muertos deviene en retroceso y en decadencia, ¿por qué siguen tan vigentes las tumbas tierra, los cenotafios, los altares domésticos, las novenas y
la multiplicidad de imágenes votivas que podemos observar en el cementerio? Son miles los interrogantes que podríamos formular, lo crítico radica en que las flores, los paños, las velas, los santos, los juguetes del angelito, la camiseta de boca, el balón de fútbol son vistos como “mugre”, “basura”, aspectos anti higiénicos que deben ser sacados, limpiados. A mi criterio son parte del Patrimonio Funerario y confluyen en la tumba como un signo de la memoria mortuoria de las
familias, los pueblos y la época. Siendo aún más crítico: pareciera que hay muertes kate y muertes tape. Muertes de calidad y muertes subalternizadas. Muertos con derechos y muertos ignorados.
Entendemos que el patrimonio funerario no se limita al gran mausoleo o a la imagen del héroe fundador, del patriarca o buen patrón, burgués o empresario de la élite política y comerciante. Toda la cartografía funeraria, de inicio a fin, y sus derivaciones a los espacios domésticos (altares al angelito y a los demás difuntos, karu guazú –guasu-, rezos, etc.) constituyen parte del Patrimonio.
¿Por qué se extrae del lecho de descanso eterno a algunos pocos? Vayamos al extremo: ¿por qué no se derriba el mausoleo del héroe y de esa forma se libera mucho más espacio para muertos nuevos?; la respuesta que nos darían es sencilla y lineal: el mausoleo es patrimonio histórico.
Entonces ¿qué hace diferente, que distingue, a un muerto de otro? Claramente las distinciones sociales en vida se llevan al mundo de los muertos y son reproducidas por las sociedades vigentes como si unos tuviesen más derechos que otros hasta en la ciudad de los difuntos. Exhumar un cuerpo sin el consentimiento absoluto y destruir una tumba atentan contra la dignidad del difunto y la dignidad de los dolientes; profana el patrimonio y la imaginación religiosa de los pueblos, privatiza un espacio público donde los fieles de forma ecuménica poseen el derecho de expresar libremente sus esquemas de fe. Ahora dirán que existen normativas que pretenden regular los espacios funerarios, el problema no son las normativas sino su anacronismo y modalidades de instrumentación. Por ejemplo: “sepultar-exhumar- desechar la ropa y el ajuar-volver a una nueva cripta” sin conocer cada caso en particular, sin saber los modos de muerte, sobre el sufrimiento de los dolientes, sin preservar el patrimonio funerario y a los ritos mortuorios en sentido amplio, sin una contextualización antropológica de los casos implica mala praxis e irresponsabilidad. Los profesionales de la cultura no podemos quedarnos en la vereda de enfrente o dormidos en torres de marfil, debemos expedirnos sobre la temática, ser responsables y si hay enunciados que pretenden ser generalidades pero que no poseen el sustento empírico debemos discutirlo y posicionarnos.