Un viaje por Catamarca a través de sus alfombras artesanales

Lunes 19 de junio de 2017 | 02:00hs.

Tierra de llamas, alpacas, vicuñas, ovejas y famosa por sus ponchos, la provincia es uno de los principales mercados de artesanías de la región, con la producción de telares que durante años muestran el entrecruzamiento de tramas y urdimbres en la búsqueda individual de la perfección y la belleza.

Las localidades turísticas argentinas suelen ofrecer a los visitantes atractivos que van más allá de sus paisajes, como es el caso de la visita guiada por la Fábrica Artesanal de Alfombras, un emprendimiento del gobierno de la provincia de Catamarca en el que hábiles manos crean tapices cuya calidad es reconocida en todo el mundo.

Tierra de llamas, alpacas, vicuñas, ovejas y famosa por sus ponchos, la provincia es uno de los principales mercados de artesanías de la región, con la producción de telares que durante años muestran el entrecruzamiento de tramas y urdimbres en la búsqueda individual de la perfección y la belleza.


La tejeduría estatal, dependiente de la Secretaría de Turismo local y ubicada en el Predio Ferial de Catamarca, alberga a un grupo de trabajadores que todos los días ponen su empeño en la realización de alfombras y tapices con diseños únicos y personalizados que, según los orgullosos empleados, "compiten en calidad con las alfombras persas".

La historia reciente de la fábrica se remonta al año 1954 cuando fue llevada desde su original Andalgalá a la capital catamarqueña, y sirvió de proveedora de una comercializadora de alfombras de Buenos Aires que distribuyó en todo el mundo sus tejidos.

En 1969, el emprendimiento quedó bajo la tutela del gobierno provincial transformándose en un taller que, además de producir, se abocó a la capacitación de mujeres tejedoras.

Ambas áreas son hoy dirigidas por Ángela Cataruzza, quien destacó el profesionalismo y la calidad humana del plantel del establecimiento, opinión que puede confirmarse con solo observar la uniformidad y calidad de los productos terminados.

Este taller-escuela, ubicado hoy a poco más de cuatro kilómetros del centro de la ciudad, puede ser visitado todos los días, y quien se acerque tendrá ante sus ojos la variedad de diseños y colores de los productos exhibidos y en proceso, siempre acompañado con la calidez del personal de la planta.

Laura Valdéz, instructora de tejedoras, acompañó a Télam en un recorrido por los diferentes estadíos de la producción, a través de un derrotero por el área de exposición y ventas, el sector de diseño, el amplio playón de los telares y la zona de acabados, sitio donde se resalta aún más la belleza de cada una de las piezas manufacturadas.

Entre urdimbres y tramas de algodón y ovillos de lana de oveja criolla, Valdéz cuenta que las alfombras se confeccionan con tramados de entre 40 y 160 mil nudos por metro cuadrado, "tejidos nudo por nudo", y ante la pregunta del tiempo de ejecución de cada pieza, responde que "para un metro cuadrado de alfombra de cincuenta y dos mil nudos, el tiempo estimado es de aproximadamente un mes y medio".

La guía resaltó que el tiempo de terminación puede incrementarse en el caso de las alfombras de diseños persas, variando "entre dos meses y dos meses y medio, de acuerdo a la complejidad".

Durante la recorrida, uno de los trabajos que más llama la atención es la "copia" de fotografías, que a través de un bosquejo cuadricular milimétrico, plasma en diferentes tonos de hilado las imágenes de madres, mascotas, logotipos, escudos de fútbol personalizados y rostros de personalidades que serán luego reproducidas en el tejido.

Miguel Ángel y su hijo Ariel son los artífices de llevar adelante la tarea de usar las urdimbres y las tramas para imitar la plasticidad del óleo o la acuarela a través de las hebras.

Cada uno de sus esmerados dibujos sobre papel milimetrado serán la guía para que las tejedoras eternicen en nudos de lana la imagen del ser querido -o el club de los amores- del solicitante.

Miguel, con más de 40 años en esa tarea, explicó que a pesar de contar con una paleta de casi 600 colores, muchas veces se deben crear tonalidades en el proceso de lavado de la alfombra, previo a la terminación.

La etapa final de cada uno de los productos es el recorte y el relieve, mediante el cual hábiles manos acentúan el contraste de colores, dándole el toque final a un producto cuya calidad se inicia a partir del trenzado de cada una de las hebras.

Mabel Córdoba, jefa del taller de hilados, explicó que las reproducciones de rostros en los tapices "se hacen en densidades de 160 mil nudos por metro cuadrado", la máxima utilizable en los telares.

Al ser diseños personalizados, el costo de estos tapices es un poco más elevado que los productos estándar. Según Córdoba, estos trabajos tienen un recargo del 50% y brindó como ejemplo un retrato de 40 por 50 centímetros que tiene un costo final de 7.600 pesos.

A primera vista, la cifra puede resultar elevada, pero si se tiene en cuenta que la realización del retrato puede llevar entre dos y tres meses de trabajo enteramente manual, la cifra atenúa considerablemente su impacto.

La demora -justificada- de la entrega puede ser una buena excusa para volver a San Fernando del Valle de Catamarca, recorrer el circuito que no se pudo, comer un chivito que quedó pendiente y así "volver al pago" con ese tesoro que, al ser exhibido en la mejor pared devolverá, con rasgos de la esencia precolombina, la cálida imagen de quienes, estando o ya no, forman parte de la querencia del visitante.