Cuida a más de 150 perros en su casa y pide habilitación comunal

Martes 11 de octubre de 2016
Dorys y su hija María Belén cuentan con un ayudante. Los perros, mejor que en Merlo. | Foto: Julio César Vázquez

A primer golpe de vista y de oído, nada extraño. Salvo el grueso cortinado colgado del tejido alto que rodea toda la casa, en la intersección de la ruta provincial 220 y el camino vecinal que contornea el Parque Provincial Salto Encantado, hacia el complejo turístico Tacuapí. Sólo algún golpe de manos o la conversación alta pueden llamar a la jauría que habita allí desde hace poco más de seis semanas. En cantidad desacostumbrada: 152 perros de todas las razas, tamaños y edades imaginables, repartidos en varios espacios, bajo techo, con cuchas, en un patio arbolado que tampoco expide olor.
Esta improvisada guardería tiene una culpable. Dorys Olinick (43), joven señora que durante una década viene lidiando con ese mundo canino en Merlo, Buenos Aires, buscando paz para sí y su nena María Belén (8) y mayor espacio para sus queridos perros. Un buen día vendió su casa allá, alquiló dos equipos para transportar en uno su mudanza y en el otro esa  perrería. Pero está bajo el control de la dama, con cuya sola presencia los animales se tranquilizan.
El patio está repartido en varios sectores, a la sombra de hermosos árboles y bajo techos protectores. “Todo en orden: higiene, seguridad, sin ruido, para habilitar”, señaló Dorys. Contó también que casi todos los días aparece alguna persona o grupo familiar trayendo el dato: “En tal barrio de Aristóbulo o de Salto Encantado hay un perro lastimado, unos cachorros abandonados”.

El improvisado refugio se encuentra en Cerro Moreno, poblado rural aristobuleño donde también vive el intendente Eldor Hut. Cualquier habitante puede aseverar que hay muchos perros sueltos en las calles. “Estoy tramitando habilitarlo como refugio, cumplimos todos los requisitos, pero el intendente nunca me atendió, él o sus colaboradores siempre están ocupados. Llevo todo resuelto, dono mi casa para los perros, es mi propiedad”.
Consultada sobre los altos costos, señaló: “Tengo un gasto mensual mínimo de 6 mil pesos y acepto cualquier tipo de ayuda, porque así como yo, hay otras personas que mezquinan los perros. Me ayuda un señor de la zona, la limpieza, el tratamiento médico, lo hacemos todo. Ellos están mejor que en Buenos Aires, acá pusimos piso, cuchas, están ordenados por tamaño, por edad y por razas, porque así se alimentan ordenadamente. Hay pekineses, caniches, cockers policías, rottweilers, callejeros…” Dorys lagrimea. “Estoy dejando mi vida por los perros, acá están mejor, cuentan con mantas y ropas viejas; allá no tenían sol ni espacio”, detalla.
 La casa nueva con patio ocupa casi una hectárea. La enorme perrada consume dos bolsas de 15 kilos de alimento balanceado más comida que cocina con el ayudante a base de caracú, queso, huesos. Algunos proveedores le hacen descuentos, “a veces llega alguna familia con una carga de alimentos en donación”. También “un generoso grupo de damas de Aristóbulo llamado Patitas vino a dejar una importante carga de alimentos”. La contracara: “De noche, en autos de alta gama, se acerca gente a dejar atados al portón perritos enfermos o que no quieren”. 
María Belén contó que a veces llegan familias a pedir perritos, pero su mamá “no los quiere regalar porque está encariñada con todos”. De esa caridad dan cuenta también varios perros enfermos, ciegos, sordos, descaderados, apartados del montón. Y varias imágenes de San Roque distribuidas por la casa.
Cualquier persona que quiera adherir a la causa de esta madre e hija que buscan habilitar el refugio puede llamar a los celulares 011-1531087981 y 03755-15597885.