Dioses, rituales y emperadores megalómanos: así obtuvieron su nombre los meses del año

Martes 23 de enero de 2018 | 05:00hs.

Nuestras vidas se basan en torno al calendario romano: nuestros cumpleaños, nuestros aniversarios de boda y nuestros festivos son días del calendario gregoriano creado por el Papa Gregorio XIII, que a su vez es una modificación del calendario juliano de Julio César introducido en el año 45 a. C. Es por eso por lo que los nombres de los meses del año provienen de dioses, líderes, festivales y números romanos.

Comentan en Xataka que si alguna vez te has preguntado porque nuestro año tiene 12 meses pero termina con septiembre, octubre, noviembre y diciembre (nombres que significan séptimo, octavo, noveno y décimo, respectivamente), la culpa es de los romanos.

En sus orígenes, el año romano solamente tenía diez meses y se dice que fue creado por Rómulo, el legendario primer rey de Roma. Según la leyenda, Rómulo llamó al primer mes Martius como tributo a su propio padre Marte, el dios de la guerra. A este mes le seguían Aprilis, Maius e Iunius nombres derivados de deidades o aspectos de la cultura romana. Sin embargo, los meses siguientes llevaban simplemente el nombre de quinto mes (Quintilis), sexto mes (Sixtilis), etc. hasta llegar al último mes de diciembre.

La introducción de dos meses adicionales, Ianuarius y Februarius, al principio del año se le atribuye a Numa, el segundo rey de Roma. A pesar de que ahora el calendario romano pasó a tener 12 meses, se dejaron los nombres numéricos de los últimos sin cambios.

Mientras que enero toma su nombre de Jano, el dios romano de los comienzos y los finales, el mes de febrero viene de la palabra februum (purificación) y februa, los rituales o instrumentos utilizados para la purificación y que formaban parte de las preparaciones para la llegada de la primavera en el hemisferio norte.

Durante los rituales de februa se utilizaba espelta y sal para limpiar las casas y los sacerdotes se ponían hojas a modo de ropa. En las fiestas de las lupercales, cada 15 de febrero, varios muchachos, a modo de procesión y sin ninguna ninguna vestimenta más que una capa de piel de cabra, iban por los lugares sagrados azotando a las mujeres que se encontraban por el camino con tiras de piel de cabra a modo de juego. Se pensaba que esta peregrinación nudista de la antigüedad purificaba la ciudad y estimulaba la fertilidad.

Ni siquiera los romanos se ponían de acuerdo sobre los orígenes de algunos meses. Había una leyenda que decía que Rómulo le puso el nombre a Abril por la diosa Afrodita, que había nacido de la espuma del mar (aphros en griego antiguo). Afrodita, Venus para los romanos, era la madre de Eneas, quien huyó de Troya a Italia y creó el pueblo romano. La otra versión era que el mes venía del verbo latino aperio, "abro". El poeta Ovidio escribía:

Dicen, que le llamó Abril de el tiempo abierto: A el qual la santa Venus afirma echada la mano. Ella, ciertamente dignísima, modera todo el Orbe: Ella tiene reinos a ningún Dios inferiores.

Había discusiones parecidas sobre los orígenes de mayo y junio. Según una historia, Rómulo puso estos nombres en conmemoración de los dos tipos los hombres romanos: los maiores (los mayores) y los iuniores (los jóvenes). Sin embargo, también se cree que estos meses provienen de dos deidades: la ninfa Maia, conocida como la diosa de la primavera, recibió el mes de mayo; mientras que Juno, la diosa de la maternidad y de la guerra, recibió el mes de julio.

Los nombres numéricos de los meses de la segunda mitad del año no sufrieron cambios hasta el final de la República Romana. En el año 44 a.C. se cambió el nombre de quintilis por iulius para celebrar el mes en el que nació el dictador Julio César.

Este cambio sobrevivió al asesinato de César (y a la indignación del orador Cícero, quien se quejaba de ello en sus cartas). En el año 8 a. C., el hijo adoptivo y heredero de César, el emperador Augusto, hizo que se cambiara el nombre de sextilis en su honor. Augusto no había nacido en agosto, sino en septiembre, pero fue el mes en el que fue nombrado cónsul y en el que subyugó Egipto.

Este cambio hizo que hubiera cuatro meses libres para emperadores posteriores (septiembre, octubre, noviembre y diciembre), aunque ninguno de los nombres llegó hasta nuestros días. El emperador Domiciano le puso germanicus al nombre de septiembre, el mes en el que se convirtió en emperador y en honor a su victoria en Alemania; mientras que con octubre, su mes de nacimiento, fue más modesto y le puso su propio nombre: domitianus.

Sin embargo, la arrogancia de Domiciano no es nada si la comparamos con la del megalómano Cómodo, quien cambió el nombre de todos los meses con sus títulos imperiales, entre los que se incluyen amazonius (enero) and herculeus (octubre).

Si estos nombres hubieran sobrevivido tras la muerte de Cómodo, ahora no tendríamos el problema de tener meses cuyo nombre numérico no tiene sentido, pero celebraríamos la navidad el 25 de exsuperatorius ("el vencedor supremo").

The Conversation

Autor: Caillan Davenport, Universidad de Macquarie.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.