Insisten en la posibilidad de recuperar el aceite de tung

Domingo 16 de julio de 2017

Originario de China, el árbol de tung se cree que fue introducido al cultivo en la provincia alrededor de la década del 40. De acuerdo a lo que se conoce, Estados Unidos quiso cultivarlo pasada la Primera Guerra Mundial, pero debido a la aridez de su clima no prosperó y ello derivó que primero México y luego Sudamérica comenzaran sus plantaciones.
La Cooperativa Agrícola de Picada Libertad posee en la actualidad la única fábrica de aceite de este producto que existe hoy en Argentina, aunque hace cuatro años dejó de funcionar debido a la crisis económica financiera que afectó a la entidad.
Se llegaron a procesar desde 1960 a 1980 unas 60.000 toneladas de tung en la campaña, que comienza normalmente en otoño cuando la fruta - una especie de pelota del tamaño de un balón de tenis - cae del árbol por su maduración y es recogido del suelo por los productores a razón de unos 3.000 a 5.000 kilos por hectárea.

Este fruto posee adentro unas tres o cuatro semillas de fuerte contenido oleoso que es donde se encuentra el preciado elemento que se convertirá en un aceite con cualidades únicas en cuanto a su secansa y protección, entre otras cosas, para madera.
El vicepresidente de la cooperativa, Roberto Swier, pertenece a la tercera generación de socios de la decana institución y explicó que “la última campaña fue hace cuatro años y ya éramos la última fábrica de aceite de tung que quedó en Argentina funcionando, luego de haber sido ocho en distintos puntos”.

Mercado
En diálogo con El Territorio, Swier mencionó que “el aceite tuvo un pico de crecimiento cuando Estados Unidos pintaba los barcos de la marina con pinturas hechas en base a este óleo pero luego se reemplazó por aceite sintético de petróleo”.
Sin embargo, Picada Libertad se mantuvo en el mercado vendiendo el aceite a fabricantes de pinturas para artistas, productos especiales para yates y con los que en Norteamérica tiene la tradición de pintar las culatas de los rifles.
“Actualmente es requerido el aceite de tung para hacer barnices que sirven para circuitos electrónicos impresos en placas, por lo que éste es un nicho de mercado que nadie esta proveyendo y que se podría explotar”, manifestó.
Y recordó que, si bien el mayor productor de aceites de tung era China, esto se revirtió debido a que “necesitaban sus tierras para plantar alimentos y fueron eliminando de su cadena productiva al tung. Dejaron ese segmento del mercado para aprovechar”.

Un árbol noble
La planta de tung crece en cualquier suelo de la provincia de Misiones debido al clima imperante, por lo que “se pueden usar espacios inutilizados en las chacras donde hay mucha piedra o espacio rocoso o donde no crece ninguna plantación tradicional”, explicó Swier.
Pese a que hace cuatro años fue la última adquisición por parte de la cooperativa de esta fruta, “en la zona de Dos de Mayo y San Vicente aún quedan plantaciones en algunas chacras y los colonos nos llaman para ver si juntan o no, pero no les podemos decir nada porque no tenemos ningún tipo de capacidad financiera para volver a comprar y fabricar”, se lamentó, al tiempo que rememoró las épocas de oro de una de las cooperativas más pujantes de la producción misionera, fundada en enero de 1930.
Y añadió que “muchos colonos han recogido estos años y tienen  las frutas guardadas en sus depósitos”.
Desde el implante de la planta en la tierra hasta su primer ciclo de producción pasan de tres a cuatro años. La ventaja es que no necesita ningún tipo de mantenimiento más que limpieza una vez al año del terreno. Luego solamente se debe dejar que la fruta caiga para recogerla del suelo”.

Pronóstico para volver
La posibilidad de reinsertarse en la producción no es utópico según el vicepresidente de Picada Libertad, ya que “habría que hacer un relevamiento de cuántas hectáreas aún quedan y preparar un plan de plantación, pero se puede hacer”.
De esta manera, agregó que “tenemos la infraestructura, la planta y las condiciones de suelo y climáticas favorables pero sin una decisión por parte del gobierno que nos financie esta producción es imposible, porque como cooperativa no tenemos capital de giro para volver a hacer aceite de tung”.
Los colonos en las charcas, la historia  de su producción, la planta única en el país y grandes silos y galpones están dispuestos para reflotar uno de los cultivos que ha desaparecido en los últimos años.
Solamente resta esperar para ver si el tiempo los sigue consumiendo y los lleva directamente al olvido o de alguna manera la fruta negra y oleaginosa vuelve a ser parte del circuito productor de la tierra colorada.

“Hoy la gente se divorció de las chacras”
Aristóbulo del Valle (Corresponsalía). El saber campesino tiene su gran peso en la experiencia empírica.
Es la vía transitada desde la infancia en su chacra paterna por Edmundo Kreulich (66), ahora jubilado, quien enseña su interpretación de los bruscos cambios, crisis y resurrecciones en la variedad de frutos y productos experimentados en la tierra colorada.
 “En los años 50 convivieron tabaco, maíz, arroz, poroto negro, tung, al mismo tiempo. No estábamos demasiado educados en el necesario equilibrio de múltiples productos que son muy útiles tanto para vender como para consumir”, indicó en diálogo con El Territorio.
En ese sentido, explicó que “comprobé que cuando el tabaco tenía muy buen precio la gente acreditaba demasiado y dejaba todo el resto, hasta la mandioca. Porque el arroz y el poroto siempre se vendían a muy buen precio, o se guardaban celosamente”.
Recordó que por entonces circulaba otro tipo de solidaridad entre las familias y las instituciones cooperativas que proliferaban.
“Los colonos intercambiaban buena semilla; nosotros trancábamos un arroyuelo en Línea El Fisco  para formar  un enorme tajamar y allí producir arroz. De una hectárea cosechábamos muchas bolsas”, dijo.
Al mismo tiempo, resaltó que cuando cerró la Oleaginosa Campo Grande se desalentó la siembra de soja.
“Somos una provincia rica en producción pero no sabemos trabajar. En época de soja papá tenía una gran trilladora y salía a cosechar en las plantaciones ajenas con una cuadrilla propia, y todos ganaban. El cooperativismo también ayudaba porque nosotros entregábamos toda la cosecha en Oleaginosa Campo Grande, cobrábamos una parte en efectivo en la Cooperativa Agrícola Oberá y el resto en provistas y otros insumos en la sucursal que esa cooperativa tenía acá en 25 de Mayo”, expresó. 
Al tiempo que sostuvo: “En la chacra si sabés trabajar y producir variedad en pequeño para consumo familiar podés vivir tranquilo. Los bajos precios mataron al tung, el arroz, el poroto. Pero hoy la gente se divorció de las chacras, ya no quiere trabajar por la incertidumbre, los pocos que quedan se mantienen con su yerba mate o tabaco y sobreviven haciendo changas para otros”.