“Dividir la tierra es como carnear a la propia madre”

Viernes 19 de mayo de 2017
El sacerdote jesuita Bartomeu Meliá (84), antropólogo y lingüista español, lleva 50 años investigando la cultura guaraní en todos sus aspectos. Se radicó en Paraguay en la década del 50, donde desarrolla su misión pastoral y sus estudios desde entonces.
El miércoles, estuvo en la capital misionera para presentar su libro Camino guaraní, publicado el año pasado y que es el resultado del largo tiempo compartido con el pueblo aborigen, en sus distintas parcialidades. 
Meliá, antes de su conferencia en el Centro de Conocimiento, charló con El Territorio y rescató la experiencia de haber vivido en las comunidades y en las casas de los indios de distintos países de América del Sur. Con estos grupos humanos, conoció de cerca el valor de la ecología, el peso real de la palabra nombrada y la escasa utilidad que tiene el dinero en una sociedad donde nada se compra sino que la economía se mueve por reciprocidad.   
“Yo tuve toda mi formación  antes de llegar a Paraguay, pero al entrar en contacto con los guaraníes tuve una segunda educación, este pueblo que comparte una lengua y costumbres, aunque esté separado en grupos en varios países, comparte la unicidad de la comunión con la naturaleza, el sistema de asambleas para decidir cuestiones importantes y la educación libre y acorde a la edad”, dijo.
Y agregó: “Los guaraníes son la sociedad del futuro, porque presentan soluciones a problemas del mundo actual, que ahora recién las teorías y las políticas más avanzadas están recuperando como un descubrimiento. Sin embargo, los indios sabían desde antes de ser colonizados la gran importancia que tiene para la vida humana lo que llamamos ecología y una economía que se asimila al bienestar, no hay desigualdad de fortunas y no hay división de clases”.

Los conceptos
Luego, frente a un auditorio repleto, reclamó a los docentes que dejen de enseñar que los guaraníes son nómades o que no cultivan y denunció que en muchos países, aunque por su mayor conocimiento puso énfasis en Paraguay, “aunque las constituciones nacionales reconocen los derechos de los originarios como pueblos preexistentes, las políticas tienden a ir en contra de los indios, en contra de los guaraníes despojándolos de sus territorios”.  
Frente a este atropello, se posicionó: “El guaraní es un pueblo vivo, dinámico y que no va a desaparecer. Cómo va a ser nómade un pueblo inventor de la agricultura y que tiene variedad de cultígenos (plantas domesticadas). Es verdad que al guaraní le gusta pasear por el monte, caminar largas distancias, pero no es nómade”.
Y agregó: “Hay guaraníes en algunos países que no están pudiendo cultivar por falta de territorio y aparecen entonces las comunidades a un lado de las rutas y los niños mendigando en las ciudades, y entonces los políticos se preguntan cómo esconder esa realidad”.

Sociedad igualitaria y creciente
Acerca del concepto de ecología para los guaraníes, detalló que una clave es el tekoa, que es el lugar donde se vive y el modo de ser guaraní, es el pueblo y la tierra como territorio.
“En esta ecología que es el tekoa se instaura la familia, el guaraní no es un individuo aislado, está en una familia que tiene una jerarquía mítica, algunos llaman hechiceros a los médicos indios, pero la ecología y la medicina guaraní no tiene nada de hechicería y sí mucho de fe y de conocimiento de la naturaleza, a partir de ahí en ese tekoa tiene lugar la política, la educación, el trabajo, el canto y la danza”.
Reflexionó que, “para los guaraníes, el concepto de territorio es mucho mas importante que el de tierra, porque consideran que la tierra no se divide no se puede cortar. Vender la tierra es carnear a la propia madre, la imagen es fuerte y más cuando en nuestra sociedad estamos habituados a comprar-vender, usurpar, destinar la tierra a asuntos absurdos”.
El investigador, con un equipo de colaboradores, realizó recientemente un mapa de la población guaraní, con todas sus parcialidades en Sudamérica. El estudio contabilizó 280.640 habitantes que se reconocen como guaraníes.
“El mapa abarca desde las estribaciones de los Andes hasta el Atlántico y del estado Espíritu Santo en Brasil hasta el Uruguay, con Paraguay y Argentina en el medio y pecando por una cifra baja hemos contado esa cantidad de habitantes, entonces los guaraníes no son un pueblo que va a morir, todo lo contrario”.
Pese al aumento poblacional de este grupo, uno de los riesgos que debe afrontar son las políticas de exterminio, “no digo que se los quiera matar, pero se busca que dejen de ser guaraníes, desde el despojo de sus territorios, desde la educación impuesta por modelos que vienen de afuera”. Dijo Meliá que los políticos aplican modelos que a veces ni ellos mismos entienden, “los políticos y nosotros tenemos que aprender a escuchar y aprender de esta sociedad que llamamos primitiva pero que es de las más civilizadas y que tiene una proyección al futuro, esto no es una utopía, es una realidad”, finalizó.