Mujeres que ganan lugar en cuarteles de bomberos

domingo 22 de abril de 2018 | 13:30hs.
Mujeres que ganan lugar en cuarteles de bomberos
Mujeres que ganan lugar en cuarteles de bomberos
Escuchar la sirena de los bomberos voluntarios puede ser un acto que a muchos les genera angustia, a otros curiosidad, hay quienes piensan en aquellas personas que están dejándolo todo para ayudar a los demás y hay otros que se sienten inspirados a involucrarse en esa tan riesgosa como valiosa tarea. Y dado que la vocación no distingue géneros, son varias las mujeres que atienden el llamado, como sucede en San Pedro y Candelaria.
Claudia Schreiner (29) lleva nueve años en el equipo de la Capital de la Araucaria. Contra la opinión de su familia siguió adelante para indagar en el sonido que la intrigaba. La cabo primero es madre de un varón de 9 años y una nena de 1 año y 8 meses. Trabaja diariamente para darles ella sola a sus hijos lo mejor, pero también está al servicio de toda la comunidad.
“Desde chica, cuando escuchaba la sirena, me interesaba y llamaba la atención el quehacer del bombero, hasta que hace nueve años con una compañera nos inscribimos. No somos bomberas, somos bomberos, somos uno más, hacemos lo mismo que ellos. Están dos cadetes, dos aspirantes a bombero y yo, que llegue a cabo”, indicó Claudia.
Coincide con su narración el jefe del cuartel de San Pedro, Jorge Atilio León: “Contar con integrantes de sexo femenino es muy importante, si bien no existen diferencias: son uno más y estamos muy satisfechos y orgullosos”.

Prepararse y soportar
La decisión de salir de sus hogares sin saber si volverán se toma por un solo motivo: ayudar. En el caso de Claudia, los hijos no representan una preocupación o impedimento. “Cuando toca la sirena salgo corriendo, los dejo con mi madre o con mi vecina y vengo al llamado. A veces vienen y están conmigo en el cuartel, van aprendiendo lo que yo hago, mi nene mayor, por ejemplo, hay muchas cosas que sabe, le gusta y eso a mí me encanta”, contó orgullosa.
Con respecto a las dificultades, la peor es presenciar determinados siniestros. “Personalmente me conmueve ver a algún niño involucrado en un accidente. Siempre está el riesgo también, pero para eso tenemos elementos y conocimientos, nunca salgo pensando en eso y todo es mucho más fácil con el acompañamiento, acá somos una familia, esta es nuestra segunda casa”, aseguró Schreiner.
Para esta madre bombero, tratar con primeros auxilios es su materia de preferencia. Dentro de este panorama recuerda un caso que la conmocionó: “Un camión cruzó sobre una nenita y ésta falleció, eso me quedó, fue mi primer accidente. Ya los otros no los grabo; voy, ayudo, hago todo lo que tengo que hacer, no hago que me afecte, hablamos con los compañeros, nos desahogamos, pero ahí queda”, contó.
“Sentimos la gratitud de la gente, ven a los bomberos y ven la salvación”, reconoció.
Por último, Schreiner agradeció que sus empleadores sean permisivos con sus salidas, lo que no ocurre con todos sus compañeros: “Salvo que sí o sí tenga que estar, mis patrones me dejan salir; en cambio, a otros chicos no y se quedan con ese dolor de no poder ir”.

La vocación ante todo
Ramona Blanco tiene 52 años, es jefa de los Bomberos Voluntarios de Candelaria, su vida transcurre entre el cuartel, su casa y las pocas changas que consigue para cuidar a personas internadas o adultos mayores, ya que no tiene un trabajo fijo pese a ser auxiliar en enfermería. Así crió sola a sus dos hijos.
“Soy bombero hace 18 años, trabajaba en la Coscal (cooperativa de agua) cuando hubo una asamblea de bomberos, me entusiasmó mucho la idea de integrar el cuartel, comencé a los pocos días y me di cuenta de que era lo mío”, recordó.
“Fue muy difícil -prosiguió- porque yo soy cabeza de familia, mis hijos dependían pura y exclusivamente de mí, pero pudo más la vocación que siento, ya que sin vocación es imposible brindarse incondicionalmente. Hay que cumplir guardias, estar dispuestos a cualquier hora para socorrer a las personas, a animales, ya que el bombero no solo está para apagar incendios, sino para toda situación de riesgos de vida, de rescate e incluso trasladar a embarazadas a punto de parir”. Sobre su presencia como mujer en una tarea tradicionalmente masculina, reflexionó: “La sociedad todavía ve al hombre como único capaz para ciertas actividades y no es así”.
Las dificultades la hacen llorar más de una vez, porque para un cuartel de escasos recursos todo cuesta el doble, pero promete no bajar los brazos.
“No es fácil, duelen muchas cosas en este camino, duele haber dejado a mi hija sola en la mitad de su fiesta de 15 porque ocurrió un siniestro, pero el deber llama y hay que estar. Al principio mis hijos me pedían que no me vaya, que no siga, pero con el paso del tiempo entendieron y hasta me avisaban cuando sonaba la sirena y me ayudaban a prepararme para salir a atender la emergencia”, valoró.
Ramonita, como la llaman, pasa gran parte de su tiempo en el cuartel y con “orgullo y placer”. Su ejemplo cundió en la comunidad y hoy son nueve las mujeres entre aspirantes, cadetes y bomberos, acompañadas por siete hombres.