“Me ponen un chamamé y los pies me quieren salir”

domingo 27 de mayo de 2018 | 5:00hs.
“Me ponen un chamamé y los pies me quieren salir”
“Me ponen un chamamé y los pies me quieren salir”
“El nacimiento es una circunstancia casual en la vida de una persona”, afirmó Nora Urdinola (76), ex bailarina y profesora nacida en Buenos Aires pero cuyo principal aporte a la cultura se desarrolló en esta provincia, donde llegó con su familia cuando era adolescente.
Nora es historia viva de la danza en la tierra colorada. En 1962, formó parte de la delegación que representó a la provincia en el escenario del Festival de Cosquín, donde junto a su hermano, se llevó el premio a la mejor pareja de baile. Fue formadora de numerosos bailarines que la siguen reconociendo cuando la cruzan por la calle.
“Mi primera academia la puse con Carmen Larumbe. Fue en el 58, alquilamos un garaje en una casa para tener nuestra academia. Teníamos muchos alumnos porque se dio en una época donde hubo un resurgimiento del folclore en toda la Argentina y en Misiones también. Daba clases en el Instituto del Deporte, en los centros de capacitaciones, estaba la Escuela de Artes. Habían muchos lugares donde se enseñaban danzas folclóricas, después se fueron perdiendo”, recordó.
Nora camina con lentitud y con cuidado apoyada a un bastón. Hace poco menos de un mes dejó de lado la silla de ruedas y empezó a caminar por su cuenta luego de una operación de rodilla, una de las secuelas de dedicar gran parte de la vida a la danza. Además fue una de las impulsoras de la creación del Festival Nacional de la Música del Litoral.

¿Cómo ve la danza en la provincia actualmente?
Estoy asombrada porque hay una gran cantidad de institutos y lugares de enseñanza, esto no quiere decir que todos sean de excelencia, pero hay algunos muy buenos. Tengo que reconocer que la escuela Municipal de Danzas ha tenido un gran incremento y que están saliendo muy buenos bailarines. El apoyo al ballet de Luis Marinoni también ha contribuido enormemente a ver maravillas reconocidas en todos lados.
En lo mío que es el folclore, yo siempre le decía a mis alumnos  que bailar no significaba hacer castañetas con los dedos, que había que estudiar. 

¿Cómo era usted como profesora y qué le exigía a sus alumnos?
Les decía que hay que seguir estudiando, no por tener un título o te dieron un pergamino se terminó todo. No. El bailarín y el profesor se siguen perfeccionando siempre. A los alumnos, por su parte, se les tiene que inculcar el amor por lo que están haciendo. Me doy cuenta en muchos casos no sé si es amor por lo que hacen o ganas de llegar al éxito. Hay que practicar hasta que te duelan los pies, sino no te sirve.

¿Cómo eran las formas de aprender antes y ahora?
En mi época no había internet y había que andar atrás de los profesores para preguntarles las cosas. Ahora está la facilidad de encontrar todo en internet, hoy es muy fácil, es cuestión de proponérselo. Tenés coreografías, libros en la web, impresos; antes no había nada de eso. 

¿Extraña bailar y enseñar?
Lo que más extraño es bailar. Me ponen un chamamé y los pies me quieren salir. Le prometí a Marinoni que este año voy a bailar una zamba con él, creo que ya voy a poder porque va a hacer un año de la operación. No me conformo con estar caminando con un bastón. Bailar me dio muchas y grandes satisfacciones, una felicidad plena, disfrutaba mucho de hacerlo. Me enseñó que el cuerpo tiene memoria, por eso esto de las piernas. Norma Viola fue operada de la cadera y siguió bailando. 

Por María Elena Hipólito
sociedad@elterritorio.com.ar