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En el juicio por el abuso de su hija reveló que fue violada por su padre

sábado 26 de mayo de 2018 | 7:20hs.
En el juicio por el abuso de su hija reveló que fue violada por su padre
El abuso del caso de la menor ocurrió en el año 2015.
El abuso del caso de la menor ocurrió en el año 2015.
Una secuencia de manoseos y tocamientos que sufrió una menor de 11 años en manos de su tío (que además es su padrino) dejó al descubierto una compleja trama de presuntos abusos sexuales que se habrían cometido en perjuicio de la madre de la víctima y tres de sus hermanas cuando vivían en la zona rural de la localidad de Dos de Mayo.

Sucedió en la sala de debates del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 13 de Capital Federal donde el albañil misionero Luis Antonio R. (46) fue condenado a dos años y medio de prisión en suspenso por el magistrado José Enrique Gamboa, quien decretó su culpabilidad como autor del delito de abuso sexual simple reiterado en tres oportunidades, cometidos a mediados de 2015 en perjuicio de MGG, hija de su hermana Norma.

Fue el final de un largo periplo judicial que inició la mujer creyendo en la palabra de su hija cuando la mayoría de los integrantes de su propia familia apoyó al condenado, actitud que derivó en la ruptura de las relaciones entre ellos, según lo que quedó expuesto en el juicio que, más allá de la condena sin cumplimiento en prisión, obligó al encartado a mantenerse alejado tanto de la denunciante como de la víctima.

Paralelo a eso, se ordenó judicialmente el inicio de una investigación en esta provincia relacionada a los ataques sexuales revelados en la audiencia. La denunciante apuntó a su padre biológico -de nombre Milo- como abusador y hacia él alumbran desde ahora los focos investigativos.

Los abusos del padrino

De acuerdo a la acusación que hizo el fiscal Lucio Herrera, relacionado a los abusos sexuales que recientemente sentaron en el banquillo al albañil misionero, el primer ataque ocurrió el 23 de junio de 2015, alrededor de las 10 de la mañana. Se presentó en la vivienda de su hermana para realizar una serie de mantenimientos.

MGG estaba sola, durmiendo en un sillón en el living. Aprovechando eso, se acostó arriba de ella y comenzó a tocarle las partes íntimas, por lo que la menor se despertó y le pidió que se retire del lugar puesto que su mamá estaba por llegar. El acusado le contestó: “Si querés vamos a la cama de tu mamá, quedate tranquila que tu mamá todavía no va a llegar, es temprano”, a lo que ella se negó.

Se le imputa además un episodio anterior ocurrido alrededor de la 1 de la madrugada, cuando la nena dormía en una de las habitaciones.

El misionero se acostó junto a ella y comenzó a tocarla, por lo que se despertó e intentó sacárselo de encima pero, sin embargo -dice el fiscal-, continuó acosándola y la obligó a que la tocara.

MGG logró safarse, se levantó de la cama con la excusa de que iría al baño y ante ello el abusador condenado preguntó si volvería a la cama con él, a lo que ella contestó que no y salió corriendo del lugar.

Finalmente, se le atribuyó un tercer ataque, que sucedió en momentos en que el condenado y su sobrina viajaban en la parte trasera de un automóvil rumbo a la escuela y éste intentó tocar a la niña, quien se sacó cubriéndose con la mochila para evitar que la siguiera tocando, detalló Herrera en su acusación.

El acusado negó todo

En el debate, el fiscal general Aldo de la Fuente dio por acreditado los reiterados abusos, basándose principalmente en las pruebas testimoniales obrantes en el expediente, además de las documentales, pericias psicológicas, psiquiátricas y sobre todo, en los relatos que la menor hizo en Cámara Gesell que fueron considerados clave a la hora de dictar sentencia.

“La labor orientada en este tipo de sucesos, cometidos en ámbito intrafamiliar, tienen condimentos de privacidad, por lo cual es de suma importancia la víctima y la evaluación que sobre sus dichos u estados de ánimo se efectúen a través de la ciencia. También son clave los testimonios de quienes conocieron los hechos a través de la damnificada y todos estos elementos se encuentran presentes ahora”, aseguró el funcionario judicial, solicitando tres años de prisión condicional.

Pero, al momento de su descargo, el condenado desestimó las acusaciones de su sobrina, aduciendo que era parte de una actitud dañina hacia su persona por haberla reprendido anteriormente.

Dijo que siempre tuvo buena relación con su hermana y las hijas (entre las que estaba MGG), que se visitaban frecuentemente hasta que lo denunciaron.

En ese contexto, aseguró que en primer lugar creyó que la acusación fue debido a que la víctima le pedía cosas que no podía darle, aunque agregó que también pudo haber sido porque le mostró el cinturón cuando ésta le contó que le dio besos a los chicos en la escuela.
“La reté pues al colegio se va a estudiar y no a buscar novio. Después de eso, la relación no continuó igual, apenas me saludaba y dejó de llamarme tío o padrino”, reveló el hombre y, en consonancia con eso, la defensora oficial Analía Cofrancesco pidió la absolución por el beneficio de la duda, asegurando que “más allá de los indicadores de los forenses no se puede dar por verdadero lo manifestado por la menor, debido a las variaciones en el relato”.

Quiebre familiar y revelación

Pero fue la mamá de la criatura, también misionera, quien con su testimonio sepultó cualquier deseo de absolución de su hermano.

Lo acusó de haber cometido ahora los mismos abusos que en su momento habría cometido su propio padre en su perjuicio, e incluso aseguró ante el magistrado que sus hermanas también fueron víctimas, por lo que, al menos ella, decidió abandonar su hogar en Dos de Mayo para radicarse en Buenos Aires.

En cuanto a los hechos de abuso sexual sufridos por su hija MGG, explicó que cierto domingo fueron a cenar a la casa de un familiar y se acostaron tarde, por lo que al día siguiente la nena no concurrió a clases.

Dijo que no se preocupó porque su hermano iría a trabajar a su vivienda pero al regresar del trabajo notó distinta a la menor, conociendo, días después, de boca de su otra hija, lo que había sucedido.

Repitió la acusación de que el condenado se le había tirado encima a su hija mientras dormía en el sillón, además de una tercera vez cuando iban en el auto hacia la escuela. “Mi hija tenía 11 años, era dulce y no sabía lo que le pasaba” lamentó, agregando que ahora “tiene miedo de estar sola, desconfía de los profesores, de los hombres, y realizó cambios notables. Está en las nubes, distraída y tiene trastornos de sueño, pesadillas”.

Dijo que lo ocurrido la alejó de su entorno familiar, tanto que no visita a sus hermanos porque estos reciben al condenado y dicen -según ella- que como no presenciaron los abusos, no pueden estar en su contra.

Refiriéndose a ese punto de quiebre familiar, reveló con angustia lo que habría sufrido junto a sus hermanas en manos de su padre, Milo, puertas adentro del hogar donde vivían en las afueras de Dos de Mayo.

Dijo que cuando eran menores el hombre abusaba de todas las mujeres que vivían en la casa y supuso que, debido a lo que su hermano (el condenado) vivió en esa época, repitió ahora los ataques sexuales con su ahijada. Lo tildó de “un hombre enfermo”.

Denunció que en su caso fue violada hasta que cumplió 13 años y decidió escapar hacia Buenos Aires. Fue más allá asegurando que los sometimientos ocurrían delante de sus hermanas, que también fueron víctimas.

La Cámara Gesell fue determinante

En el fallo condenatorio, el juez Gamboa se apoyó en los informes del Cuerpo Médico Forense (CMF), resultantes de la Cámara Gesell. Especificó que “los tres hechos relatados por la damnificada MGG encuentran apoyatura en el informe labrado por la Licenciada en Psicología del CMF, María Isabel Díaz, refiriendo que el discurso de la menor poseía estructura lógica, se trataba de una elaboración inestructurada, con detalles suficientes y superfluos”. Sobre eso dijo que “los episodios estaban contextualizados en tiempo, lugar y relacionados con circunstancias de la vida cotidiana. La menor reprodujo conversaciones y su relato ante cada profesional fue compatible con la categoría de verosimilitud, sin exacerbación patológica de la imaginación”.

Requerimiento de investigación

El condenado lo negó, pero como consecuencia de la acusación, el fiscal general Aldo de la Fuente ordenó la inmediata extracción del testimonio de la denunciante para que sean remitidos al Juzgado de Instrucción Tres de San Vicente, para que investiguen los presuntos abusos sexuales realizados por Milo a sus hijas hace por lo menos dos décadas.
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