El papa Francisco rezó en Auschwitz por las víctimas del odio racial

sábado 30 de julio de 2016 | 6:00hs.
El papa Francisco rezó en Auschwitz por las víctimas del odio racial
El papa Francisco rezó en Auschwitz por las víctimas del odio racial
El Papa recorrió ayer en silencio el campo de concentración de Auschwitz, donde rindió homenaje a las víctimas del nazismo y se reunió con supervivientes del Holocausto.
"Señor, ten piedad de tu pueblo. Señor perdón por tanta crueldad", escribió en español Francisco en el libro de honor del museo de Auschwitz.
Durante la visita, de casi dos horas, el papa no pronunció ningún discurso y se reunió con diez supervivientes de este campo de exterminio así como con 25 "Justos de las Naciones", personas que salvaron judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
El Papa argentino llegó en automóvil desde Cracovia, entró a pie y atravesó solo y en silencio la puerta de entrada, sobre la cual reza la inscripción en alemán 'Arbeit macht frei' (El trabajo hace libre), con la que los nazis recibían a los deportados.
Con el rostro serio y sobrecogido, Francisco se trasladó en un coche eléctrico al llamado Muro de la Muerte, donde los nazis ejecutaron a miles de prisioneros con un disparo en la cabeza.
Allí fue recibido por la primera ministra polaca Beata Szydlo, quien le besó la mano, inclinándose con reverencia.
La visita del Papa coincide con el 75 aniversario de la sentencia a muerte a Kolbe.
El pontífice latinoamericano visitó después el campo de exterminio de Birkenau-Auschwitz II, donde murieron la mayor parte de las víctimas en cuatro hornos crematorios y donde estaban ubicadas las mujeres.
El gran rabino de Polonia, Michael Schudrich, elogió la decisión del papa argentino de permanecer en silencio durante su recorrido al campo.
El pontífice transitó también a lo largo de los carriles construidos por los nazis para permitir que los trenes llenos de deportados llegaran directamente a las cámaras de gas y a los crematorios.
Algunos aspectos del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial siguen siendo un tema difícil para Polonia, donde los casos de asesinatos y denuncias contra los judíos por parte de la población fueron revelados hace relativamente poco tiempo.
La ceremonia se concluyó por el canto del Salmo 130 cantado por el rabino Schudrich en hebreo, que fue sucesivamente leído en polaco por un sacerdote de una ciudad donde toda una familia católica fue exterminada por haber acogido a judíos.
Antes de irse, el Papa saludó y entregó las medallas del pontificado a unos 25 católicos polacos que arriesgaron sus vidas para ayudar a los judíos durante la ocupación nazi, llamados "Justos entre las naciones" por el Instituto Yad Vashem de Israel.
Se trata del tercer pontífice que visita Auschwitz después del polaco Juan Pablo II en 1979 y del alemán Benedicto XVI en 2006.

Pidió por los excluidos
El papa Francisco presidió ayer en Cracovia un original y moderno Vía Crucis con los jóvenes de todo el mundo, durante el cual clamó por los "excluidos" de todo el mundo: pobres, enfermos, presos, enfermos, desempleados, perseguidos, refugiados y emigrantes.
"¿Dónde está Dios si en el mundo existe mal, si hay gente que pasa hambre, que no tiene hogar, que huye, que busca refugio?", se interrogó Francisco ante una muchedumbre de jóvenes de todas las nacionalidades reunidas en la explanada de Blonia.
"En esta tarde, Jesús, y nosotros con él, abrazamos con especial amor a nuestros hermanos sirios, que huyeron de la guerra. Los saludamos y acogemos con amor fraternal y simpatía", reiteró.
"Estamos llamados a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, a tocar la carne bendita de quien está excluido", dijo el Papa al término de las catorce estaciones, comentadas e ilustradas por bailarines de danza clásica, con videos y música para narrar los dolores y males del mundo moderno.
En cada una de las estaciones de "la vía de la cruz", "que no es una vía sadomasoquista", dijo el padre de la Iglesia Católica, resultaba originalmente ilustrada y comentada por las organizaciones católicas de los cinco continentes encargadas de las escenografías y que incluyó entre otras una enorme virgen blanca con velo azul y un Jesucristo en traje completo y corbata que cae de la cruz.
En la primera estación, , un danzarín con una túnica blanca ilustró uno de los momentos más importantes del calvario vivido por Jesús para denunciar uno de los dramas actuales, el de los migrantes.
El sobrio espectáculo, con bailarines rigurosamente vestidos en blanco que formaban figuras sobre el tema acompañados por una mezcla de música clásica y moderna, fue seguido casi siempre en silencio por los jóvenes de todo el mundo que escuchaban las traducciones con auriculares.