El equilibrio entre nuevos y viejos valores

domingo 17 de junio de 2018 | 6:00hs.
Hoy los papás tienen otros roles, están más presentes pero deben lidiar con  las costumbres de antes, la tecnología  y las nuevas formas de familias
Hoy los papás tienen otros roles, están más presentes pero deben lidiar con las costumbres de antes, la tecnología y las nuevas formas de familias
La vida hoy parece mucho más compleja que siglos o simplemente años atrás; y por lo tanto, con esta riqueza, aparecen nuevos desafíos. En sí el concepto de familia ha cambiado bastante, los tipos de familia, la dinámica de roles y la convivencia ya no son tan estructuradas como solían ser, aunque prevalecen los valores de diálogo y afecto por sobre todo. La figura paterna y el tan denostado patriarcado sin lugar a dudas no son los mismos y los padres actualmente  buscan un equilibrio entre lo que aprendieron y heredaron de sus antepasados y lo que exige la sociedad moderna.

En esa línea, Diego Benítez  (28) papá de Valentina (8 meses) entiende que el cambio generacional “es un gran desafío”. “Nosotros con Luciana nos guiamos por lo que dice la pediatra. Por ejemplo, ahora Valentina empezó a comer pero sólo algunas cosas como verduras. Pero después viene una abuela y dice ‘yo a esa edad le daba carne, pollo, jugo... y se produce un choque, porque vos tenés una idea de cómo criar a tu hijo y ellos otra. Además, como cambió tanto todo, la diferencia en las generaciones es muy grande”, agregó.

En coincidencia, Sebastián Duarte (28), papá de Mateo (1) también cree que coexisten distintos tipos de crianza. “Hay un tipo de enseñanza que tenemos de nuestros padres que a veces se complementa y a veces choca. Yo creo que hay que criarlo así y los abuelos no”, reflexionó.

Sin embargo planteó que recibió algunas “técnicas de padre” de su propio papá y comprende que si bien uno puede recibir muchas opiniones cuando tiene un hijo, en definitiva “termina tomando decisiones con la pareja y en base a lo que vive y vivió”.

En tanto, Julia Kijko (M.P. 151), psicóloga especialista en familias, definió que “más allá de todos los cambios que se sucedan en la familia, lo importante sigue siendo el afecto, el diálogo, el darle espacio a las emociones, y la fijación de  límites claros, seguros y acertivos”. Del mismo modo, graficó que “antes la forma en la que se ponía límites era más rígida, no era tan adecuada. Eso cambió para bien y se dejó de lado la violencia. Pero hoy el reto para el padre es cómo combinar los modelos que usaban con él y los que debe usar con su hijo”.

En la experiencia, Sebastián reconoció: “la forma de poner límites fue variando. Creo que antes ligábamos y ahora no; aunque está difícil buscar el término medio para imponer autoridad sin castigar”.

Según detalló Kijko, a veces la culpa (por ejemplo en padres separados) o el exceso de compañerismo de los padres, trae falta de autoridad aunque es importante que se establezcan límites claros, para ordenar el mundo interno del niño. Por citar un ejemplo, “muchas veces los chicos exigen pasar más tiempo con el celular o la computadora, pero hay que limitar el uso de la tecnología y dar lugar a actividades al aire libre, sentarse y conversar sin teléfonos en la mesa, practicar deportes como ir a jugar al fútbol a la plaza. El niño no desarrolla habilidades sociales si se queda encerrado con la computadora”, estimó la especialista.

Asimismo Diego refirió: “Veo que a veces se mal usa el celular. Los padres lo usan como un juguete más y es también un desafío ponerle límite al nene con respecto al celular, sobre todo cuando puede manejarlo solo, ingresar a internet, descargar cosas...”

Mundo moderno, valores eternos
La rutina puede haber variado, los roles de padres y madres también. Pero lo más importante sigue intacto: el tiempo de calidad y el afecto que se dedica a los hijos, ya sean pequeños o adolescentes. “No es tanto la cantidad del tiempo que se comparte, porque varía según los tiempos laborales, o porque los padres estén separados, sino la calidad. Que el tiempo que se está sea exclusivamente dedicado al hijo”, conceptuó Kijko y ejemplificó: “Si es sólo los fines de semana,  aprovechar ese tiempo para escucharlo, saber cuáles son sus intereses, que le está pasando, qué lo afecta”.

“Evitar entretenerse con otras cosas, porque si no se le da el espacio de contención, se puede sentir abandonado, y eso repercute tanto en su autoestima como en su crecimiento y comportamiento”, sumó Kijko.

En resumen, el afecto y el diálogo son los ejes que permanecen inalterables, a pesar de las circunstancias que vivan las familias. Si los padres están separados, si son parte de familias ensambladas. “A pesar de que los padres estén separados, es crucial que el niño pueda tener la idea de una familia y poder convivir con los que se fueron de la casa”, citó la psicóloga.

Así también lo considera Lucas Ramírez (30) papá de Mateo, Enzo y Emma. “En mi caso, de ser padre separado, lo que tenemos en cuenta es que los valores no se pierdan. Pese a que la relación de sus padres no haya funcionado, el chico tiene que saber que nos seguiremos amando, que estaremos con ellos siempre y también que no pierdan la esperanza de que pueden formar una familia”, expuso.

Tal como manifestó Kijko, “no tiene por qué ser un problema romper el modelo tradicional de familia”. Tanto en familias ensambladas, como separadas, “el adulto debe acompañar en todas las dudas que tenga el niño”, en especial ante tanto debate que se está abriendo en los medios.

Lucas planteó similar panorama: “Hay que estar atento a lo que pasa en las redes, el tema del bullying, estar presentes. No podemos estar todo el tiempo encima, porque ellos crean sus propios vínculos, pero sí tratar de enseñarle los valores, a pesar del cambio de vida que tenemos nosotros”.

De esta manera, mientras las familias se acomodan a sus realidades, sus necesidades, el espacio para poder debatir con los chicos sobre la actualidad, las emociones y escuchar lo que les pasa es esencial para desarrollar una relación padre e hijo sana y consistente.