Culpable o no

domingo 22 de julio de 2018 | 5:00hs.
Culpable o no
Culpable o no
Silvia Godoy

Por Silvia Godoy sociedad@elterritorio.com.ar


La culpa, emoción humana íntima y frecuente, está profundamente enraizada con la cosmovisión individual y colectiva social. Su dimensión e importancia se vincula con sistemas de creencias religiosos, éticos-morales tan incorporados que son bastante difíciles de desentramar.
Sentir culpa, señalan especialistas en salud mental, enciende una alarma en el umbral de una transgresión, en ese sentido puede ser buena, como el humo que alerta del fuego.
Sin embargo, las personas que experimentan culpas por hechos no resueltos o por no aceptación o por patrones rígidos de autopercepción suelen sufrir esta carga hasta el punto de enfermarse, perder la autoestima. También, quienes son propensos a verse invadidos por estos sentimientos pueden ser manipulados por personalidades culpabilizadoras, que de este modo tienen el control de las relaciones.
“La culpa es una emoción, que aparece cuando siento que he transgredido una norma. Es un estado afectivo displacentero que aparece con sufrimiento. Si aparece ‘la Culpa’, una de las acciones comportamentales que intentamos hacer es modificar la conducta negativa”, señala la psicóloga Delia Bulak (ver La oportunidad de cambiar...)
Por su parte, el psicólogo Ramiro Giuliani, director del equipo interdisciplinario de Tisam (Consultorio de Terapias Integradas en Salud Mental) en diálogo con El Territorio expresó que la culpa tiene un carácter multifacético.
Para el tópico de ‘la culpa’, sostuvo que “es muy significativo en la vida de las personas y muchas veces lleva a la consulta. Los afectados, presos de la culpa -sentimiento tan poderoso como complejo, por su origen y también por la multiplicidad de factores psicológicos con los que se relaciona e interactúa- en la búsqueda de aliviar su angustia recurren a diversas salidas que en ocasiones no son las más adecuadas.Es ahí donde la originalidad y los recursos terapéuticos juegan un papel imprescindible en la resolución de esta problemática que genera grandes interrogantes”.
Cuando la culpa es adaptativa, su función es reconocer los errores y poner en marcha conductas de ajuste y reparación. “En este caso -precisó Giuliani- la culpa nos ayuda a no transgredir ciertas normas y códigos éticos, digamos que enciende un ‘aviso’ que nos previene de cometer errores que podrían tener graves consecuencias”.
Y continúa: “El sentimiento de culpa está, en general, acompañado de emociones displacenteras como la tristeza, la angustia, la frustración, la impotencia o el remordimiento, entre otras; como así también de pensamientos reiterativos e improductivos que funcionan de un modo diferente según su origen temporal”.
Así, dijo, se puede sentir culpa por algo que hicimos o no hicimos en el pasado; por algo que no estamos o estamos haciendo en el presente o por lo que vamos o no vamos a hacer (futuro).
Este sentimiento de culpabilidad es un mecanismo en el que, a partir de un acto u omisión, realizamos un juicio moral de nuestra conducta, incluso de nuestros pensamientos y dictaminamos que hemos cometido un error y deberíamos tener un castigo.
“Cuando sentimos culpa ante una acción u omisión, somos nuestros propios jueces y realizamos el ‘dictamen’ de culpabilidad. Finalmente nos aplicamos el ‘castigo’”, detalló el psicólogo acerca del proceso que opera este mecanismo.
“En el proceso de la culpa influye lo que podríamos denominar conciencia moral, un conjunto de normas y valores que hemos construido desde la infancia, para diferenciar ‘el bien del mal’, y que nos permite establecer los límites, a nuestra conducta y a nuestros pensamientos”.
“Cuanto más rígidas sean esas normas, más fácil será considerar que hemos sobrepasado los límites y aparecerá con más frecuencia el sentimiento de culpa”, analizó.
Entonces, la moral, como repertorio de normas, usos y costumbres que establecen las propias sociedades, afecta de un modo muy importante a la conciencia moral de cada individuo, y lo hace a través de la educación, en la familia, en la escuela, desde la religión, desde los mensajes de los medios de comunicación.
Es un complejo sistema que establece modelos y roles y que afecta a las personas de un modo diferente, según sus propios aspectos psicológicos, su contexto y su propia biografía. “En la psicopatía no existe el sentimiento de culpa, por eso hablamos de la culpa también como adaptativa y estructurante. El enfoque debe ser trabajar con el presente y no torturarse mentalmente pensando en el pasado, pues ni el pasado ni el futuro existen”, aconsejó. “El malestar que nos provoca la culpa surge en gran medida del modo en el que nos juzgamos”.
Por su parte, Bulak consideró, “para comunicarnos elegimos palabras, tonos, lugares, de manera en que lo que decimos al otro esté cuidado. Pero a veces hay distancia en la manera en la cual nos comunicamos con nosotros y de esta información nuestro cerebro se nutre, y nos vamos contaminando”. 
Y advirtió: “Hay palabras como el perdón y la aceptación que, si bien la usamos con los demás, cuesta utilizarlas con nosotros mismos. Si pudiéramos perdonarnos, aceptarnos (...) y comenzar a ‘darnos permisos’, que nosotros merecemos tanto el disfrutar, relajarnos, sentir, y que en los momentos en que las cosas no estuvieron bien, ‘hicimos lo mejor que pudimos’, estas culpas podrían ser transitadas sin tanto sufrimiento”. 

Opinión
La oportunidad de cambiar y elegir el presente

Lic. Delia Bulak EMDR Misiones Centro de Psicoterapias

En lo cotidiano, ¿te encontraste alguna vez pensando en las horas que te dedicás al trabajo y el tiempo que pasás fuera de casa, mientras tus hijos están con otros cuidadores que no son sus padres, siendo esta una idea que gira una y otra vez en tu mente? ¿Escuchaste a la vocecita interna que dice: podrías hacerlo mejor; si no hubiera dicho o hecho tal cosa…? Genial, entonces reconocemos esta emoción, ‘la culpa’, que tantas veces pasa a ser nuestra aliada, nuestra amiga, y nos cuesta bastante poder escaparnos de ella. ¿Cómo nace la culpa? Si hablamos de esta emoción, caemos en la cuenta de que se encuentra en nuestro sistema social desde hace muchísimo tiempo, podemos nombrar a los Diez Mandamientos, códigos, reglas, normas de convivencia sociales, familiares, escolares, pautas de comportamiento en los trabajos, reglamentos disciplinarios en instituciones. Dentro de nuestra mente (aparato psíquico) también existen límites, normas morales, éticas, transmitidas desde nuestra infancia y seguidas en nuestra vida adulta, en los que clasificamos la información dada nuestra percepción, creencias y valores en ‘lo que está bien’ y ‘lo que está mal’, esta dualidad que existe en el ‘debería’ y el ‘quiero’. Es por ello que en cuanto a la convivencia nos es funcional para mantener ‘la norma’, el límite entre lo permitido y lo prohibido. En otros casos es una manera de vinculación, patológica y manipuladora, donde una de las partes ejerce el poder a través de generar el sentimiento de culpa en el otro. Si bien esta emoción nos regula de manera displacentera marcando esa alarma de transgresión, en muchas oportunidades perdemos la libertad, ya que hacemos lo que los demás esperan que hagamos, cumplimos con los deberías hasta el punto de que nuestra salud está en riesgo, con niveles estresores que no son solamente externos, lo generamos nosotros, hacia nosotros mismos, esta culpabilidad nos va limitando, y no nos da espacio para ser nosotros mismos y, llega un momento en el cual sentimos vivir una vida que no es nuestra, en este punto hemos perdido muestra coherencia emocional, no supimos gestionar nuestras emociones, o no logramos decir que Sí o que No a tiempo. Hoy en este momento, somos nosotros los que tenemos la oportunidad de cambiar y elegir el presente.