Cría de carpinchos

Un grupo de investigadores de la Unne lleva adelante el estudio del carpincho o capibara en su hábitat para impulsar la cría en cautiverio. Y es que tanto por su carne -importante alternativa en el consumo de proteínas-como por su delicado cuero, puede ser considerado como un significativo recurso natural
sábado 28 de abril de 2012 | 2:00hs.
El aprovechamiento de las bondades del carpincho puede darse a partir de la cría en cautiverio. Sobre esta alternativa un grupo de investigadores de la cátedra de Producciones No Tradicionales de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Nordeste, encabezado por la doctora  Antonia Santa Cruz,  viene trabajando con un objetivo definido: comprender el comportamiento del carpincho en su hábitat natural.
Para los investigadores este seguimiento y aproximación a la especie es importante, porque al no saber como se desenvuelve en la vida silvestre, difícilmente tenga éxito la cría en cautiverio.
“Uno de los rasgos fundamentales de los carpinchos, es que se forman grupos de reproductores antes de llegar a la pubertad y se aceptan para formar familias. Esta instancia de acercamiento se cumple obligatoriamente, caso contrario no se permite el ingreso al grupo y se enfrentan hasta la muerte”, explicó el doctor Juan Pablo Roux, Co Director del proyecto.
Un productor interesado en la cría de carpinchos en cautiverio debe estar al tanto de esta y otras características de la especie, para prevenir inconvenientes algunos de los cuales pueden derivar en tratamientos farmacológicos muchos de ellos costosos.
Precisamente uno de los resultados más relevantes de este trabajo dejó al descubierto que en el criadero se manifiestan de manera más explosiva las enfermedades, sobre todo las parasitarias.
“Estas patologías generan una gran mortandad, y los ejemplares que sobreviven pierden mucho peso no llegan a su peso ideal de faena en el tiempo establecido, y el cuero queda con cicatrices que lo desmerecen al momento del curtido”, explicó el doctor Roux.
Los investigadores estudian al carpincho en su hábitat para impulsar la cría en cautiverio. Y es que tanto por su carne -importante alternativa en el consumo de proteínas-como por su delicado cuero, utilizado en marroquinería y tapicería, el carpincho o capibara puede ser considerado como un significativo recurso natural.
Como es de suponer y ante la posibilidad de una caza a mansalva, el carpincho en la Argentina se encuentra amparado por la Ley 22421 que contempla distintos aspectos del aprovechamiento y conservación de las especies de la fauna silvestre.
Las que siguen son algunas de las características más llamativas proporcionadas por el seguimiento y observación realizadas por el grupo de trabajo, encabezado por la Dra. Antonia Santa Cruz.

Características
El carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) es el máximo roedor del mundo, éste mamífero pude llegar a pesar más de 80 Kg, y vivir hasta 10 años en cautiverio. Es una especie autóctona de Sudamérica que se encuentra ampliamente distribuida desde Panamá hasta el Sur de la Provincia de Buenos Aires en Argentina.
Vive en manadas son de hábitos nocturnos. El grupo anda siempre en dirección fija, caminando en fila india, uno con la cabeza sobre el anca del otro. Adopta una postura poco común entre los mamíferos: se sienta como el perro. En tierra es torpe, por eso, nunca se aleja de los ríos o lagos, donde convive bien con los bovinos, equinos o con yacarés aunque estos últimos sean peligrosos para las crías. Su principal actividad la realizan a últimas horas de la tarde y al anochecer, aunque si no son molestados, también son activos durante el día.
En cautiverio el carpincho no acepta alimentos nuevos y plantas cortadas, pero luego se habitúa. El criador debe tener un poco de paciencia y técnica. Este roedor produce mucha carne y su rendimiento -cuando es criado en cautiverio- depende fundamentalmente de la actitud del criador. Se alimenta a cualquier hora por lo que es importante suministrarle una buena alimentación fresca por la mañana y otra por la tarde.
El roedor necesita agua tanto para beber como para ejercer importantes funciones vitales como la reproducción, defecación y a través de baños regulares la estabilización térmica de su organismo.
A pesar de que sobreviven en ausencia de un buen volumen de agua, las consecuencias se sentirán en el bajo rendimiento de la especie; no habrá una franca ocurrencia de nacimientos y se presentará un mayor índice de enfermedades por la ingestión de agua contaminada por las propias heces cuando se suministra el agua en vasijas o lugares con poca o ninguna renovación.
Es muy difícil a primera vista, diferenciar los machos de las hembras, porque todos tienen los órganos genitales bien próximos al ano y están ocultos, formando una especie de cloaca. La cola es rudimentaria, desnuda y se oculta por el largo pelaje. Es más fácil apreciar la diferencia por el morrillo que los machos tienen entre el hocico y la cabeza, ésta glándula de olor fuerte es característica y fricciona a las hembras de su manada, a los hijos y en los árboles, para marcar su territorio.

Reproducción
La hembra, generalmente, da dos crías por año, con una media de cuatro hijos en cada parición (variando de 1 a 8).
En la época de apareamiento, el carpincho prefiere cortejar a la hembra en aguas no muy profundas. El macho llega a cubrir a las hembras quince veces seguidas, en menos de cinco minutos. La reproducción ocurre todo el año y la mayor concentración de hembras preñadas ocurre en los primeros meses de estación lluviosa. Las manadas, son generalmente de treinta animales, cuando viven en libertad y están compuestas por adultos e hijos de ambos sexos.
Siempre existe un macho dominante en la tropa. Los restantes machos de menor edad son sumisos y generalmente colaboran en la cría de los pequeños.
Las hembras son dóciles, compañeras y óptimas madres, hacen el nido cuando se aproxima el momento de la parición, buscan un lugar aislado y abrigado, donde construirlo. Dan de mamar de pie, con sus cinco pares de mamas.
Los grupos, se amamantan, sin ningún problema, también dan de mamar a los hijos de otras madres, que pueden ser o no parientes.
En estado salvaje, cuando nacen las crías, las hembras tratan mantener la distancia con los machos. Ellos habitualmente son agresivos con los recién nacidos, pueden hasta matarlos. Los hijos, en libertad, maman hasta los cuatro meses de edad y durante ese tiempo, seguirán a la madre por todas partes, siempre en fila india.

Crías
Nacen con los ojos abiertos, cubiertos de pelos y con la dentición completa. A los tres días ya se alimentan de forrajes y acompañan a los padres durante el descanso y en las caminatas. Quieren nadar luego de la primera semana de vida, pero solo se le permite en aguas poco profundas. Maman durante sesenta días y luego se tornan independientes y están en condiciones de formar nuevas manadas. Las crías acostumbran a desmamantarse en el tiempo estipulado para que la madre se cruce nuevamente. Las hembras, muy cuidadosas, enseñan a descubrir nuevos alimentos, a nadar y hasta a vencer obstáculos y las crías prestan mucha atención. Si alguno, por casualidad se pierde del grupo, emite, fuertes y agudos gritos, que se escuchan a gran distancia.


Sanidad
La principal enfermedad sea en cautiverio o en libertad del carpincho, es el mal de caderas, provocada por un protozoario que afecta también a los equinos. El examen de sangre debe ser hecho en los animales sospechosos, en la tentativa de observar el Trypanosoma evansi. Algunos parásitos internos pueden ser transmitidos entre los carpinchos y demás especies animales especialmente felinos y porcinos. Las parasitosis internas (o endoparásitos) pueden provocar una serie de manifestaciones clínicas, que varían desde la interrupción de la alimentación hasta la muerte súbita. Las enfermedades más frecuentes son: la Neumonía, Disentería, y helmintiosis. El destete de los hijos se aprovecha para la formación de nuevos grupos, cuando es posible se cambian los machos hermanos por otros de otros grupos.