Cazó las serpientes más venenosas y las donó para elaborar antídotos

domingo 24 de julio de 2016 | 6:00hs.
Cazó las serpientes más venenosas y las donó para elaborar antídotos
Cazó las serpientes más venenosas y las donó para elaborar antídotos
Carlos Hintz tiene 74 años y es conocido como ‘el cazador de víboras’ en la zona de El Soberbio, donde durante varios años se dedicó a atrapar a las especies de serpiente más peligrosas, para la creación de sueros antiofídicos que fueron distribuidos en los hospitales de la región.
Los ejemplares fueron donados al Área de Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) Doctor Carlos Malbrán, de la ciudad de Buenos Aires, que  estudió alrededor de 145 especies cazadas por Carlos y con ello logró   extraer el veneno y elaborar 80 sueros de antídotos.
El último miércoles, El Territorio visitó el hogar del cazador de víboras, ubicado en el Kilómetro 19 de la localidad de El Soberbio, y lo entrevistó en el viejo garaje del patio de su casa.
Con una tacho de metal cerca de sus pies y en sus manos un palo de madera, contó que en los siete años de trabajo cazó cascabeles, corales y yararás grandes, entre otras, y alrededor de 300 arañas y taturanas.
“Es más fácil llegar a una víbora que a una personas que tiene un cuchillo en la mano, lo único que necesitás es ser rápido”, aseguró Carlos, mientras sostenía la tapa del tacho de metal con uno de sus pies.
Y siguió con el relato: “Se salvó a mucha gente gracias a los antiofídicos, porque con las serpientes que mandaba de acá se crearon 80 antiofídicos. En ese tiempo, trabajamos muy bien con el equipo del instituto, pero después Ecología me pidió que deje de cazar las víboras, porque quedaban pocas ”.
Pese a que hace varios años no se dedica a la caza de los animales, no olvida aquellos tiempos en que recorría la provincia detrás de los más peligrosos reptiles, que ningún lugareño se animaba a atrapar.
Al cazador lo llamaban de varias localidades y parajes cercanos a El Soberbio, como San Pedro, Colonia Nueva y Chafariz.
Recordando viejos tiempos, Carlos expresó: “Anduve por todos lados, porque la gente venía y me avisaba que había aparecido algún bicho. La última vez atrapamos tres taturanas”.
Explicó que los animales eran  trasladados en tachos de plástico, que contenían ejemplares de la misma familia.
“Los biólogos pautaban un día de encuentro y venían a buscar las víboras y las llevaban a Buenos Aires”, señaló Carlos.
Los animales eran capturados mediante las denuncias de los lugareños o también en el monte, “la gente me llamaba o yo iba al  monte”, indicó.
Desde pequeño, el hombre estuvo en contacto con el medio natural, por lo cual aseguró que en ningún momento tuvo que lamentar lesiones por picaduras.
 “Para mí no fue difícil el trabajo, porque me crié en el campo y siempre estuve en contacto con estos animales. El trabajo que hacía era para colaborar con los humildes de las colonias de la zona del Alto Uruguay”, aclaró.

Las técnicas para cazar
“Hay que acomodar bien este cinto que está en la punta del palo y colocar la cabeza -o la parte del medio de la serpiente- dentro de él. Apenas la víbora pasa por el cinto, tenés que ajustarlo rápido y largarla en el tacho. Lo más importante es que el movimiento sea rápido para que no se escape”, señaló Carlos, quien estaba acompañado de su mujer, Lilia Ness.
Su mujer portaba en sus manos un libro referido a las especies más venenosas del país, que en una de sus primeras hojas tenía unas líneas dedicadas al cazador de víboras de El Soberbio.
“Este es un regalo que me hizo la gente del instituto, después que les dije que iba a dejar de cazar porque me pidió la gente de Ecología”, mostró. El escrito decía: “Para el señor Carlos Hintz, por la ayuda brindada en cada campaña”.
“Después que dejé de cazar los animales, la gente del instituto vino varias veces a pedirme para que vuelva a cazar. Les dije que no hasta que la Provincia no autorice mi trabajo. Si me habilitan para atrapar los animales, no tengo ningún problema en volver hacerlo”, sostuvo.

Participó de documentales  
Por la cantidad de ejemplares donados al Instituto Malbrán, las autoridades de ese centro recomendaron al equipo de trabajo de Canal 13, según indicó Carlos, contactarse con el cazador para la realización un documental.
“Se hicieron dos documentales acá en El Soberbio, uno en el año 1984 y otro en 1994. Uno se llamó  Los Dueños de La Tierra y el otro tenía un nombre parecido. Fuimos y filmamos en el monte”, recordó.
Sin embargo, pese a los reconocimientos de los distintos medios de comunicación y también de los lugareños, Carlos aseguró que su mayor satisfacción llegó el día en que gracias a uno de sus antídotos  se salvó la vida a un niño de la zona.
“Era el hijo de un vecino que estaba jugando en el patio de la casa y metió la mano en un pozo y le picó una víbora, le llevaron de urgencia al hospital y ahí le dieron el antídoto del instituto Malbrán. El antídoto era de una de las víboras que mandé de acá”, dijo con un suspiro profundo y en el alma en paz.