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Amor a la sabiduría

lunes 16 de abril de 2018 | 3:00hs.
Amor a la sabiduría
Sztajnszrajber junto a Lucrecia Pinto, cantante con una voz sobresaliente.
Sztajnszrajber junto a Lucrecia Pinto, cantante con una voz sobresaliente.
Filosofía procede de los vocablos griegos Phileo (amor) y Sophia (sabiduría). Significa entonces, amor a la sabiduría. “El amor, como la filosofía, implica perseguir algo que nunca se termina de alcanzar con totalidad”, definió Darío Sztajnszrajber y lanzó una nueva pregunta existencial frente a una sala repleta de miradas atentas y curiosas. 

Como una clase abierta, con música en vivo, humor e interacción con el público, el filósofo y su banda volvieron a llenar el auditorio del Montoya el sábado por la noche en dos funciones con entradas agotadas.

La obra Salir de la Caverna demuestra una vez más que Sztajnszrajber logró que la filosofía se torne masiva y encontró la manera de volver populares esas preguntas existenciales que se hacían los primeros filósofos de la humanidad y que hoy siguen más latentes en la vida cotidiana.  

“La filosofía implica salir de nuestro lugar común para preguntarlo todo, para saber que lo que entendemos como dado y establecido, puede ser de otra manera”, expuso el filósofo, cual estrella pop, al inicio del show, luciendo una remera con la imagen del disco Oktubre de Los Redondos y acompañado por una banda que compartió canciones emblemáticas del rock argentino. 

La primera que sonó fue El anillo del Capitán Beto de Spinetta. Así, entre ideas filosóficas, la banda liderada por la voz destacada de Lucrecia Pinto también interpretó Prófugos, de Soda Stereo, Cable a tierra de Fito Páez, Canción de Alicia en el país de Serú Girán, Qué ves de Divididos y Vencedores vencidos de Los Redondos.

Frente al público, el filósofo recordó anécdotas y las vinculó con conceptos de grandes pensadores. Por ejemplo, confesó que durante su niñez, fue la primera vez que se sintió invadido por una duda existencial: “Me pregunté por qué el tiempo pasaba y no se detenía”. 

Con micrófono en mano, Sztajnszrajber propició la interacción con el público, como uno de los pilares del espectáculo, entendiendo que el juego “tiene un fuerte potencial emancipatorio”.

¿Quién soy? ¿Por qué estoy acá? ¿Cuál es el sentido de la vida?  ¿Soy libre realmente? ¿Dónde vamos cuando dormimos? ¿Quién creó a Dios?, fueron algunas de las preguntas que se escucharon entre la multitud. 

Con la Alegoría de la Caverna  pensada por Platón en el año 385 a.C., Sztajnszrajber cuestionó en la actualidad los dispositivos culturales e institucionales impuestos y, al mismo tiempo, la desgracia de quien se libera de esas cadenas pero es excluido por la mayor parte de la sociedad sometida a mecanismos de control y dominación naturalizados e imperceptibles.

El mejor ejemplo es Neo, el protagonista de la taquillera película Matrix. “Hacer filosofía es andar a la deriva. Es profanar el sentido de las cosas. Nos saca de nosotros mismos y en ese acto, nos libera”, expresó y volvió a preguntar al público cuáles son esas cadenas invisibles. Los miedos, los mandatos, las creencias, el reloj, la culpa, las instituciones, la cultura, el celular... se animaron a contestar. 

“Resistir, en definitiva, es cuestionar a ‘la verdad’ y a quienes la imponen”, definió el filósofo del programa de tv Mentira la verdad e invitó a los presentes a “crear la anomalía, revertir el sentido común, defender la diferencia y transformar el mundo”. 
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