13 de junio, día del escritor

miércoles 13 de junio de 2018 | 6:15hs.
Juan Enrique Acuña. En su honor se fijo el 13 de junio como el día del escritor misionero
Juan Enrique Acuña. En su honor se fijo el 13 de junio como el día del escritor misionero
Por Rubén Emilio García

Se coincide con Platón que la palabra es el desarrollo del ser humano por
intermedio sensible del lenguaje. En sí misma, es la fuente de comunicación y
del conocimiento. Por lo demás, todo lo relativo a la palabra descansa en la
memoria. Sin memoria cognitiva no hay pensadores, ni tampoco habrá
historias y escritores.
El escritor es aquel individuo solitario que se aísla del mundo exterior y en
soledad describe lo que su intelecto lucubra. Visto de este modo se transforma
en un “sujeto”, oxímoron incluido, “sujeto” a sus ideas. Ideas que puede
convertir lo real en ficticio o viceversa, o mixturarlo. Y al mismo tiempo
podrá enunciar otras consideraciones menores o mayores, excelsas o ingratas.
De esta manera, la mente que exhala ideas y la expresa mediante palabras,
frases u oraciones se convierte, por intermedio del escritor, en escritura.
Metamorfoseando de ese modo el entorno real del sujeto solitario, al sublime
mundo intelectual de la grafía: su espacio ideal. Es allí cuando el escriba
encuentra la razón práctica de su soledad y ejecuta, en verso o en prosa, lo que
su pensamiento prescribe. Así definido, se comprenderá que “el alma del
escritor es la idea escrita”.
Asimismo, es cronista del momento actual o del pasado en máxima
objetividad, pues está relatando historia. Y como dice Borges sobre sus
historias: “el día de mañana, algunos lúcidos la refutarán fácilmente y me
tildarán de impostor”. (Puede suceder conmigo).
Estos revisadores que tratan de hurgar la veracidad de los hechos pasados en
forma imparcial, son los revisionistas auténticos. De lo contrario, si intentan
amoldar la historia a subjetivos preconceptos, o acomodar al interés personal o
partidario, son pseudorevisionistas. Bastardean la historia.
El escritor que se aprecie sabe, que a su modo es un artesano. Por lo tanto,
sabrá comprender que la creación artesanal se juzga por la calidad de la obra
en cuanto a la prosa, y a la sintaxis en cuanto a la oración.
Puede escribir un cuento, narrar secuencias de la vida o una novela. Aquí su
imaginación se enfocará hacia el enigma de la existencia y/o al misterio de
amores recientes, tardíos o frustrados. En cambio en la novela historiográfica
podrá crear diálogos imaginarios, como este autor recreó el coloquio
mantenido entre Belgrano y nuestro héroe Andrés Guacurarí, o el que

sostuvieron el supuesto hijo de Andresito y el Protector de los Pueblos, José
Artigas, en su ostracismo obligado en Paraguay.
¿Y si se inclina por el ensayo? Según la Licenciada en Filosofía y Letras la
misionera Tatiana Galeano: “si se tuviera que elegir un género discursivo
comúnmente desarrollado por los intelectuales para expresar sus puntos de
vista respecto a cualquier forma de la existencia, de seguro éste género sería
el ensayo”.
Tal vez se incline por la poesía, en tal caso admito:
No soy poeta pero confieso,
gustoso hubiera querido ser
como ese tal Walt Whitman,
o como Borges, o Carriego,
tal vez Olga Zamboni,
Tuny Warenycia, o Isabel Birriel…
Poetas que supieron trasmitir
con la inspiración del espíritu
las miles expresiones del alma.
Repetidas veces me ha ocurrido
en la soledad noctámbula
donde la mente deambula
en ignotos laberintos imposibles,
sentir raras sensaciones en el pecho.
Emociones inexplicables, abstractas,
que de algún modo deseo expresar
y botarlas al viento en forma de versos,
pero inhibido, confieso, no puedo
y consciente me autoexcluyo
porque, repito, no soy poeta.
¡Ah el poeta!
Romántico encantador de la pluma.
El crea ensueños,
épicas,
bellas fantasías y trastoca todo
(o parte)
de lo real en ficticio
o viceversa, si no
recordemos el poema de Guido Spano:
Llora, llora Urataú, (el Urataú no llora)

en las ramas del Yatay. (el Yatay no tiene ramas)
Ya no existe el Paraguay (el Paraguay existe)
donde nací como tú (Guido Spano es argentino)
¡Eso sí, escribo! Y no pregunten por qué escribo. O por qué se escribe, hay
decenas de respuestas posibles. Sí afirmo, convencido, que cada ser humano
es escritor en potencia.
De última, debemos racionalmente entender, que la intimidad con las letras
del escritor.